Notas |
- En ?Apodos y denominativos en la historia argentina? (Editorial Elche, 1974), escrito por Vicente Osvaldo Cutolo y Carlos Ibarguren, se lee: ?ALCOHOLADO. Apodo del vecino de los primeros tiempos porteños Juan López, el cual era, acaso, muy dado al culto de Baco. Cuando en 1619 el alguacil mayor de la ciudad Francisco González Pacheco fue metido preso por el gobernador Góngora ?junto con el escribano Cristóbal Remón y otros partidarios de Hernandarias, acusados de contrabandear azogue del Perú ?, al ingresar en la cárcel encontró también encerrados ahí a Cristóbal Naharro (por ?maravedises? que debía al fisco), a Pedro de Medina (por haber traído en un navío pasajeros sin licencia), a Antonio Leal (?tuerto de un ojo?) y a Juan López ?el Alcoholado? (quizás por sus trinquis excesivos). Así las cosas, la noche del 4 al 5 de agosto, todos ellos huyeron disfrazados de frailes, con hábitos que les llevó a escondidas el hermano del alguacil detenido, Lucas Pacheco. Este, que se desempeñaba a la sazón como alférez real, les proporcionó además a los fugados, caballos, arcabuces y otras armas para que se pusiesen a buen recaudo. En tal emergencia, el hábito monjil salvó al Alcoholado del presidio, aunque se nos ocurre que su hábito propio de empinar el frasco no le salvaría, más adelante, del delirium tremens. Pero lo probable es que con buen humor estemos calumniando a Juan López, ya que ?alcoholado?, en zoología, se aplica a las reses vacunas y otras que tienen pelo o cuero alrededor de los ojos más obscuro que en el resto del cuerpo. Los toros en especial, de esta clase, son llamados ?ojalaos?. Tal vez, entonces, nuestro Alcoholado fuera abstemio y, como los aludidos bóvidos, sólo marcadamente ojeroso?.
|