Notas |
- Nacido en la Asunción el 22 de Septiembre de 1779, también se dedicó a las armas. La falta de índices en los archivos no permite seguir su carrera, que fue muy breve, pues se retiró al empezar las persecuciones de Francia.
El 7 de Febrero de 1805 se había casado en la Asunción con Da. Petrona Rafaela de Zavala y Rodríguez de la Peña (Lib. De 1807, fs. 106, Catedral de la Asunción).
En 1807 fue Regidor del Cabildo. En 1810 era capitán de Miñones Urbanos, y con tal grado tomó parte en la expedición contra el teniente de gobernador de Corrientes, que el gobernador del Paraguay, D. Bernardo de Velasco, puso bajo las ordenes del entonces teniente coronel D. José Antonio de Zavala y Delgadillo, suegro del capitán Machain, para rescatar los buques paraguayos apresados por aquel gobernante y retenidos en el puerto de Corrientes. Así lo consiguió hacer la expedición, regresando al Paraguay con los buques recuperados.
Producido el movimiento emancipador, comenzó a sentirse la influencia del Dr. Gaspar Rodríguez de Francia, en todos los actos de gobierno, y para las familias de Machain y Zavala se acentuaron las persecuciones dictadas por el odio que engendrara el despecho en el corazón del futuro Supremo Dictador.
Inmediatamente comenzaron las persecuciones de Francia contra Juan José de Machain, con el pretexto del parentesco con Zavala y sus cuñados españoles acusados de trabajar por el Rey unas veces, y otras por el que tenia con los señores Rodríguez Peña, Cálcena Y Echeverría y el Mayor General Machain, miembros influyentes del partido revolucionario de Buenos Aires; todo según el humor y circunstancias del momento.
El 16 de setiembre de 1811 junto con sus cuñados Rafael y Pedro Pablo de Zavala, y otros españoles ajenos a la familia, fueron tomados presos, puestos incomunicados y con centinelas de vista. El 22 prendieron a varios mas de los cuales fueron ahorcados dos, haciéndose pasar a todos los otros por debajo de la horca para escarmiento y luego embarcados presos en un bergantín de su propiedad, que le fue requisado al efecto.
Como entonces todavía se guardaba algo las apariencias, tuvieron que hacer cesar la prisión, por no poder tenerles indefinidamente en esas condiciones, toda vez que no les habían formado causa; así es que les enviaron arrestados a sus respectivas casas el 31 de diciembre, después de multados.
Pero antes de mediar el año 1812, fueron nuevamente encarcelados y engrillados varias veces, con diversos pretextos, tomándose declaraciones a los testigos desde el 2 de junio hasta el 26 de septiembre.
En esta fecha, sin hacerles conocer la causa de su prisión, ni permitirles defensa, por las declaraciones del capitán Francisco Laguardia, teniente Pedro Estigarribia y el soldado Luis Cabrera, según los cuales los presos les habían dado 11mil pesos fuertes (pero solo presentaban al gobierno 4mil), a fin de que solicitaran de este la apertura del puerto, ya clausurado, fueron condenados por una sentencia que los declara "proditores, por haber querido atentar contra las inviolables y sacrosantas personas del gobierno, a las cuales deseaban reemplazar con el ex gobernador Velazco, el coronel Zavala y Delgadillo y D. Juan Bautista Achard".
Como se ve, la resolución no podía ser más incongruente ni más arbitraria y cualquier comentario huelga.
Sin embargo, como Francia aun no se consideraba bastante afianzado en el poder, las penas se redujeron a multas pecuniarias, aplicadas a la construcción del Puerto Lucha al costado de la antigua Catedral, presupuestada en 30mil pesos fuertes que los condenados debían pagar en tres cuotas.
Sumada esta cantidad a las pagadas el año anterior, importaba 45mil pesos fuertes a cargo de siete personas, suma muy elevada para la situación económica de la época.
Además se les desterraba al Fuerte Borbón, hoy Puerto Olimpo, punto extremo del territorio al norte, sobre el rio Paraguay, mientras durase la obra, a los unos y a expatriación con sus familias a los otros.
El 1 de octubre los condenados presentaron un memorial, que fue llevado personalmente por el Obispo, en el cual se sujetaban a sentencia, pidiendo la permuta del Fuerte Borbón por otro lugar. Pero la reincorporación de Francia al gobierno que tuvo lugar el 16 de noviembre, después de un corto alejamiento del poder, señaló nuevos rumbos al proceso. El 5 de diciembre hace notificar a los presos que los plazos quedaban abolidos y los 30mil pesos fuertes debían ser pagados antes de los seis días.
El 19 quedó todo pagado y además ofrecieron nuevos "donativos" para conseguir la conmutación del destierro, de acuerdo con la petición anterior. Por auto fechado el 18 de marzo de 1813, se les hizo saber que después de entregadas las nuevas sumas podrían retirarse a los lugares determinados en el mismo auto.
D. Juan José salió de la prisión el 19, después de haber pagado 15mil pesos fuertes entre las diversas multas, pues fue de los mas recargados, y el 9 de abril salió para Villa Real, lugar del confinamiento señalado para el.
Conforme crecía el poder del Dictador, aumentaban las persecuciones, tomando las mas variadas formas imaginables, desde las inocuas como la supresión de los "de" en todos los apellidos (salvo el suyo), hasta las trágicas, como dejar morir de hambre a D. Pedro Pablo de Zavala y Peña, en la prisión.
En 1821, fue tomado preso nuevamente D. Juan José de Machain y durante los quince años que duro su prisión, le hicieron sufrir toda clase de vejámenes, con el refinamiento que ha hecho famoso el gobierno de Francia.
Después de tenerle seis meses en capilla, anunciándole cada noche que al amanecer iba a ser fusilado, y dejando pasar el día sin decirle nada, llego el 26 de mayo de 1836, en que fue ejecutado, a cuyo efecto le llevaron desde la prisión hasta la calle Oliva, frente al hospital Militar.
En ese momento pidió al Comandante del pelotón que iba a cumplir la orden del Dictador, que no le tiraran a la cara para que sus hijos le conocieran después de muerto, ya que en vida habían pasado 15 años sin verle, y la menor, nacida pocos meses después de su prisión, no le había visto jamás.
El pedido sirvió para indicar como podían infligir una mortificación mas a la familia. Todos los tiros le fueron dirigidos a la cabeza, dejándosela de tal manera destrozada que cuando su hermana Joaquina, advertida casualmente del fusilamiento, fue a recoger el cadáver que, según uso, habían dejado tirado en la calle donde tuvo lugar la ejecución, quedó tan horrorizada, que lo llevó a su casa e hizo cerrar el ataúd antes que la viuda y sus hijos pudieran contemplar semejante espectáculo, evitándoles piadosamente la espantosa impresión que debía producirles su vista.
Según tradición de familia, la prisión duró tantos años, meses y días, como había tenido de vida conyugal, venganza de Francia por las razones que veremos mas adelante.
Mientras en la cárcel se pasaban los sucesos referidos, Doña Petrona de Zavala y sus hijos se veían también perseguidos en sus bienes y personas. Sus casas fueron destruidas por las supuestas rectificaciones de calles, muchas veces dejadas sin efecto tan pronto como habían demolido el edificio, y obligados a reedificarlo en un plazo perentorio o forzados a vender esa propiedad si no lo podían hacer; multados por cualquier hecho mas o menos imaginario atribuido a alguno de los presos; confiscados sus bienes; obligada a comprar, y a alto precio, el derecho de enviar alimentos a los presos de su familia, en la forma, calidad y horas reglamentarias, severamente observadas, a pesar de que si la familia no se los enviaba, el gobierno no se los daba.
Pero para la venganza de Francia no bastaba quitarles la fortuna, si la pobreza era dignamente llevada. Necesitaba ajar su dignidad, rebajarlos en el concepto moral, haciéndoles perder el respeto y la consideración que siempre les había rodeado y era tradicional en sus familias.
Para la consecución de esos fines empezó por prohibir a los paraguayos el matrimonio con europeos, impidiendo así a varias niñas de la familia de Machain, la realización de sus compromisos matrimoniales. Pero ellas se sometieron a su imposición sin transgredir los usos sociales y principios religiosos. Visto lo cual por Francia, después de varios casamientos celebrados con personas paraguayas de limpio origen, les prohibió en 1832, casarse con gente blanca, no pudiendo hacerlo sino con mestizos o gente de color. A pesar de esto no consiguió su intento, pues no se celebro ninguna otra unión en la familia, por cuyo motivo, en 1835, prohibió en absoluto casarse a todos los descendientes de Da. Clara de Aguiar, abuela materna de D. Juan José, fallecida en 1805, enviando al efecto, una orden a la Curia para el conocimiento de todos los curas del país, la cual se encuentra anotada en el Archivo de la Curia Eclesiástica del Paraguay. Por esta circunstancia, es esta una de las pocas resoluciones de este género, cuya constancia se conserva por escrito, pues sus decretos eran verbales, en su mayoría.
La segunda parte del plan de Francia falló en absoluto. Si bien la familia perdió todos sus bienes, en cambio la lucha sostenida con el, dignamente, en defensa de su honor, aumentó su prestigio y el hecho de conservarse todos, hombres y mujeres, sin ninguna tacha a pesar de la disculpa que les proporcionaba los decretos referidos para seguir otra conducta, sirvió para acrecentar el renombre que recibieran de sus mayores.
Tan es así que aún hoy se cita a esta familia como uno de los pocos ejemplos de las que han pasado a través de la subversión de todas las instituciones causadas por las sucesivas tiranías, sin tener las tachas tan comunes, y explicables, que se ven en otras igualmente buenas en su origen que repiten un fenómeno común a todas las sociedades, cuando sufren bruscos sacudimientos.
Pero en este caso el mismo empeño puesto por el Tirano para envilecerles, descaradamente manifestado, fue un acicate para sostenerles fieles a la tradición familiar, defendida siempre y a costa de los mayores sacrificios por esa matrona ejemplar que fue Da. Petrona Rafaela de Zavala. [3]
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