Notas |
- GERONIMO DE MEDRANO aparece por primera vez en la historia de nuestra ciudad, detrás de su título de "Escrivano Público y de Cavildo", que presentó al Ayuntamineto de Buenos Aires el 28-I-1614.
Dicha credencial de dador de la fé pública, fechada en Lima el 8-VI-1613, le había sido confirmada por el "Vizorrey" del Perú Juan de Mendoza y Luna, Marqués de Montes Claros, "atento que en vos - expresaba el documento - concurren las partes y calidades y demás rrequisitos necesarios para el dicho ministerio ... nombro y elixo y proveo a vos, el dicho Gerónimo de Medrano, por tal Escrivano Público de Número Cavildo y Jusgado de Bienes de Difuntos, para que como tal, por todos los días de vuestra vida, y siendo rrenunçiable perpetuamente el dicho offisio, lo podais usar y useys según y como lo an usado, podido y devido usar, vuestros antesesores ... y os acudan con todos los salarios derechos y aprovechamientos a él devidos y perteneçientes, conforme al aranzel real, y os guarden y agan guardar todas las onrras, graçias y merçedes, franquezas, livertades, preeminençias, prerrogativas, ymunidades que deveis aver y gozar y os deven ser guardadas"; advirtiendo que el interesado, dentro de tres años, a partir de 1614, y "desde el día que saliere el Armada del puerto del Callao desta çiudad para el Reyno de Tierra Firme, soys obligado a traer aprovaçión y confirmaçión de Su Magestad deste título".
El cargo notarial de referencia, habíalo adquirido mi 10º abuelo en un remate de Potosí el año anterior, y su importe, de 7.500 pesos corrientes, lo depositó oportunamente en la "Real caxa" de la Villa Imperial.
Así, pues, con tales papeles habilitantes a la vista, "Hierónimo de Medrano", en el Cabildo bonaerense, juró por Dios Nuestro Señor y los Santos Evangelios y por la señal de la Cruz, "uzar los dichos offiçios como deve y es obligado, sin passión ni affiçión, guardando los secretos del Cavildo y el arancel de los reales derechos, y todo lo demás que es a su cargo, con fidelidad y legalidad, y a los pobres no llevará derechos; que si así lo hiziere Dios le ayude, y por lo contrario se lo demande". Salieron como fiadores suyos Juan de Vergara, Diego de Vega, Sebastián de Orduña, Alonso de Coria Bohorquez y Juan de Bracamonte, todos pertenecientes al "partido confederado" de traficantes y negreros que acaudillaba el primero de los nombrados.
Venía Medrano a substituir en sus funciones al colega Cristóbal Remón - quien también compró su título en almoneda altoperuana por 2.900 pesos -, al cual, como acababa de tener una gresca a cuchillo con los hermanos Mondragón y con Martín de Marechaga, las autoridades lo habían desterrado a Chile.
Antes de partir hacia el otro lado de la cordillera, Remón dejó una protesta escrita que se leyó en el Cabildo, impugnando las pujas y posturas del remate y la validez del título presentado por su reemplazante, con pedido, al Ayuntamiento, de que no recibiera al nuevo Escribano. No obstante ello, desde el 28-I-1614, Gerónimo de Medrano, con los clásicos "ante mí", sería el autorizante de los acuerdos municipales porteños; su firma y su rúbrica encuéntranse al pié de todas las resoluciones capitulares; así la que dispuso, por ejemplo, la defensa de las costas contra los piratas holandeses, hasta la que requirió la intercesión de los Apóstoles San Simón y San Judas contra las plagas de ratones y hormigas. Posterior y oportunamente su título obtuvo confirmación de Su Magestad, mediante Real Cédula del 2-X-1616.
El 1-I-1615 los Alcaldes ordinarios de la ciudad, por orden del Gobernador Hernandarias, presentaron un memorial con los nombres de las personas vecinas de Buenos Aires a quienes se podía "rrepartir y dar permissiones para poder nabegar", conforme a la "rreal çédula de la merçed por tres años, que su Magestad nos a fecho". Un par de años atrás (1611), el Oidor Alfaro, de la Audiencia de Charcas, había reglamentado minuciosamente la manera de usarse esos permisos de exportación e importación. Los navíos y sus cargas tenían que ser propios de los vecinos bonaerenses. Las "lizenzias" eran nominales e intransferibles, y solo se adjudicaban a los súbditos de la Corona de Castilla; quedando excluídos los portugueses del privilegio. La inspección de las naves estaba a cargo de los Oficiales Reales, quienes, en caso de infracciones o exportaciones prohibidas - oro y plata, sobretodo - o contrabando de mercaderías y pasajeros clandestinos, aplicaban las multas, decomisos y sanciones pertinentes.
En aquella lista que solicitó Hernandarias a los Alcaldes, con los nombres de los vecinos merecedores de ser premiados con "permissiones", Gerónimo de Medrano, "escrivano del cavildo", figura incluído entre los "primeros pobladores".
En aquel año de 1615, don Gerónimo andaba mal de salud: "tullido de piés y manos" y, como el mismo decía; "de dexarme de curar corre rriesgo mi vida". En consecuencia, el 15 de junio, el enfermo - "ynterín que cura y estubiere para lo poder usar" - propuso para el cargo de "escrivano de Cabildo", como reemplazante suyo, a Hernando Arias Mansilla. Tal sugerencia resultó aceptada por el Gobernador; y el Ayuntamiento, por su parte, la hizo efectiva en la misma fecha.
Entretanto el Gobernador Hernandarias había iniciado (1616) un ruidoso proceso por contrabando contra la comandita mercantil que encabezaba Juan de Vergara, Diego de Vega, Simón de Valdés y Mateo Leal de Ayala. El fiscal de la pesquisa, Nicolás de Ocampo y Saavedra acusó a Gerónimo de Medrano de ser "ahijado de Juan de Vergara y obligado amigo suyo, por cuya orden vino a este puerto por escrivano de cavildo de la ciudad"; lo cual no parece afirmación antojadiza, si nos atenemos a los perfiles políticos de aquellos fiadores del aludido, cuando presentó su título notarial. Tanto Juan de Vergara y Diego de Vega - jefes del poderoso equipo contrabandista - como sus secuaces Sebastián Orduña y Juan Bracamonte, fueron acérrimos enemigos de Hernandarias. En la "Relación" que este Gobernador criollo le envió al Rey de España, entre los culpados de "desórdenes y excesos" perpetrados en el puerto de Buenos Aires, consta que "gerónimo de medrano" fue punido con 20 pesos de multa, en razón de que como Escribano de Cabildo no firmó "los pases de los despachos de las piezas de esclavos en las visitas de las carretas que salían deste puerto".
Sin embargo de esa multa y del enjuiciamiento de sus amigos, Medrano resultó designado, el 12-IV-1616, apoderado del Ayuntamiento porteño ante la Corte de Madrid ,junto con el Licenciado Sánchez de Ojeda, Alonso Agreda de Vergara (mi 10º abuelo), Enrique Enríquez y Francisco de Manzanares; pero como ninguno de ellos poseía "caudal para ir", ni el Cabildo estaba en condiciones de pagarles el viaje, dicha designación quedó en la nada.
Tres años transcurren y el nombre de nuestro Notario no aparece en las actas capitulares. Mas, el 20-IV-1618, en una colecta voluntaria hecha entre el vecindario para pagarle los "pesos que se le rrestan" al carpintero Pascual Ramírez, "que hiço la obra de la Iglesia Mayor desta ciudad", se lee; "Gerónimo de Medrano dió dos pesos, repartiéndole seis pesos más".
Luego del reemplazo de Hernandarias por Góngora en la jefatura de la Provincia, la camarilla de comerciantes y funcionarios dedicadas a las actividades ilícitas volvió a ocupar un lugar de preeminencia; el fraudulento Tesorero Simón de Valdés, procesado y remitido a España, se reintegró a su puesto; Diego de Vega redobló sus operaciones lucrativas con su grupo de contrabandistas portugueses; Juan de Vergara recobró su influencia en las esferas del gobierno y, en complicidad con Mateo Leal de Ayala, dióse a desarrollar, con descaro y a destajo, el tráfico prohibido. Para colmo de latrocinios, hasta el propio Gobernador Góngora integró, como asociado, aquella aparcería delictuosa. Y a propósito de Góngora se me antoja recordar este detalle nimio; al asumir el mando dicho jerarca ejecutivo, el Cabildo le regaló - dádiva obsecuente practicada en todos los tiempos - un caballo "morçillo de plaça", que era de Manuel de Santana, y que Tomás de Escobar tasó en "sesenta pessos corrientes".
Del 8 al 18 de abril de 1619 Medrano reaparece fugazmente como autorizante de acuerdos municipales. En la primera de aquellas sesiones, nuestro fedatario leyó una "Memoria" que incluía, entre otros calificados vecinos, su propio nombre como candidato otra vez a ser enviado de Procurador de la ciudad a la corte de España. En la votación subsiguiente, sufragaron por él Diego de Trigueros y Gaspar de Gaete (mis antepasados) y Tomás de Rosende; pero salió electo Procurador el Capitán Juan de Tapia y Vargas, que alcanzó un total de 8 votos. Luego, en otra acta fechada el 18 de abril, consta que Medrano, de ahí en adelante, interrumpe su labor notarial en el Cabildo, por estar "de partida para la Governación del Tucumán", siendo reemplazado en el cargo por Pedro de la Pobeda.
Ignoro si fueron dos años el tiempo que estuvo ausente mi antecesor viajando por las poblaciones "de arriba"; lo cierto fue que el 26-IV-1621 tomóse nota en el Libro capitular porteño de un título por el cual el Gobernador Góngora nombraba a Gerónimo Medrano "escribano Mayor de la Governación" y que, seguidamente, los Regidores mandaron entrar a la sala de sus deliberaciones al interesado, a fin de recibirle el juramento de práctica.
En 1624 Medrano resultó electo Alcalde de 2º voto del Cabildo bonaerense. Don Enrique Udaondo, en su Diccionario Colonial Argentino, dice que a nuestro personaje, durante aquel año, le designó el Ayuntamiento "diputado para ir al Perú, a fin de gestionar la autorización para poder hacer llegar plata a Buenos Aires, pues existía una prohibición para que circulara moneda del Perú en el Río de la Plata, lo que ocasionaba graves daños a los moradores de esta ciudad". En realidad no se trataba de trasladarse al Perú - como estampa Udaondo - sino que Medrano y Juan de Vergara fueron destacados conjuntamente por sus colegas, a los efectos de aquel asunto monetario, para entrevistarse con el Oidor de Charcas Alonso Pérez de Salazar, que estaba a la sazón de Juez pesquisador acá, con el desmonetizado puerto rioplatense.
El 3 de noviembre siguiente, un acuerdo capitular nos entera que "Gerónimo de Medrano avía hecho ausencia desta ciudad" - sin especificar adonde -, y que, como "era alcalde ordinario", convenía nombrarle sucesor. No se alejó por cierto demasiado el hombre, ni sin ánimo de volver, puesto que, el 14-IX-1626, compraba en Buenos Aires "una cuadra" que pertenecía al judío portugués Diego de Vega, "con la arboleda que tiene y todo lo edificado en ella; así tienda como casas de vivienda; excepto el sitio que al presente vive el Contador Luis de Salcedo, porque - puntualizó Vega - eso menos le vendo en la dicha cuadra"; que se transfería por 1.000 pesos. No disfrutó mucho tiempo mi antepasado esa amplia propiedad, ni exhalaría bajo la fronda de sus árboles el último suspiro; Raúl Molina nos dice que falleció en Tomina - cerca de Chuquisaca - en 1628.
Gerónimo de Medrano habíase casado en Buenos Aires el 19-IV-1614, con Francisca Hurtado de Mendoza, hija natural del Capitán Pedro Hurtado de Mendoza (ver su biografía) y de María Ortiz de Ribera; nieta irregular también esta señora del célebre caudillo Ruy Díaz Melgarejo. Al enviudar de Medrano, doña Francisca pasó a 2as nupcias con el Capitán Pedro Sánchez Garzón, quien, a su vez, era viudo de Francisca Jiménez de Gudelo, la madre de mi 10º abuelo Gaspar de Gaete.
Entre vástagos y parientes de conquistadores y primeros pobladores de nuestra tierra, solían darse situaciones curiosas. Por ejemplo; Irala y Díaz Melgarejo, cual aquellos montescos y capuletos de Verona, fueron implacables enemigos en las luchas banderizas del Paraguay. No obstante ello - con mejor suerte que Romeo y Julieta, desde luego - un nieto de Irala: Pedro Hurtado de Mendoza, hubo una hija natural con la nieta de Melgarejo; María Ortiz de Ribera. A su vez, Hurtado de Mendoza se contaba entre los adictos mas fieles de Hernandarias, mientras que doña María era viuda de Pedro Orduña Mondragón, estrechamente vinculado a la camarilla de Juan de Vergara. Por su parte Francisca Hurtado de Mendoza y Ribera, la única hija del amigo fraternal de Hernandarias, parece no haber tenido escrúpulos en contraer matrimonio con Gerónimo Medrano, de quien se dijo era "ahijado de Juan de Vergara, por cuya orden vino a este puerto por escribano de Cabildo".
por Carlos F. Ibarguren Aguirre
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