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- Paso su infancia en San Isidro, pueblo del que su padre y su abuelo Gaspar fueron entusiastas vecinos. La quinta los Ombúes, sobre las barrancas, fue el hogar familiar durante treinta años luego de habérsela comprado a Doña Mariquita Sánchez de Thompson en 1829. Crónicas, catastros y memorias nos indican que, en ese agreste y bucólico paisaje de sauces y juncales sobre el río, Francisco jugaba con los chicos de Riglos, Pueyrredon, Anchorena, Sáenz Valiente, Rolón, Márquez y otras tantas familias que huían del calor del verano de Buenos Aires. Su juventud transcurrió durante los años del rosismo, régimen del cual los Santa Coloma fueron firmes defensores y una de las más preclaras familias federales.
El 24 de octubre de 1851, Francisco de Santa Coloma contrajo matrimonio en Buenos Aires con Antonina Armesto Avellaneda, nacida en esta ciudad el 4 de febrero de 1825, hija del cordobés José Manuel de Armesto Garay y de la porteña Antonina Avellaneda Wright. Los primeros meses de matrimonio fueron intensos en lo político y en lo familiar. Cuando llevaban sólo tres meses de casados, Urquiza derrotó a Rosas en la batalla de Caseros. Después del combate, Martín de Santa Coloma Lezica, hermano político de Antonina (casado con su hermana Isabel de Armesto) y primo hermano a su vez de Francisco, fue degollado brutalmente por la espalda en Santos Lugares por orden del entrerriano.
El flamante matrimonio Santa Coloma Armesto se instaló en una casa situada en las actuales calles Florida y Bartolomé Mitre desde donde Francisco administraba sus negocios rurales y comerciales. Pronto empezarían a llegar los hijos. Entre 1852 y 1866 Francisco y Antonina tuvieron 9 hijos, entre ellos a mi tatarabuela Flora de Santa Coloma de Goycoechea, nacida en 1864. La pareja y sus hijos pasaban los tórridos meses estivales porteños en la quinta familiar de San Isidro.
En 1861 falleció Rosa Pascuala Azcuénaga de Santa Coloma, madre del biografiado y recordada matrona del antiguo San Isidro. La quinta Los Ombúes fue puesta entonces en venta por sus hijos Francisco de Santa Coloma, Rosa de Santa Coloma de Haedo y Nieves de Santa Coloma de Lavalle. La ya célebre Mariquita quiso volver a comprar la quinta pero el excesivo precio pedido por los Santa Coloma por la propiedad la hicieron desistir de comprarla. Finalmente, en 1867, fue adquirida por otra recordada mujer de la época como fue Pascuala Beláustegui de Arana.
Francisco de Santa Coloma, su mujer y sus hijos cambiaron definitivamente las estadías de San Isidro por una chacra en Quilmes, donde parte de los Armesto se habían instalado mucho tiempo atrás y donde Francisco se dedicaba a la cría de ganado. Unos años antes, Francisco había sido socio fundador de la Asociación de Carreras Argentinas, entidad pionera del turf nacional, fundada por Pedro Alais, Jorge Atucha, el General Hornos, el Coronel Esteban García, Andres Egaña, José Iraola y Matias Ramos Mejía, entre otros.
En 1871 la fiebre amarilla se ensañó con la población de Buenos Aires y esparció sus efectos letales a vastas zonas de los alrededores de Buenos Aires, en especial en la zona sur de la ciudad. El 7 de marzo de 1871, la devastadora epidemia dio su estocada mortal en la casa familiar de Quilmes al pequeño Roque de Santa Coloma, benjamín de la familia, de sólo cuatro años de edad.
Si con eso no fuese suficiente, y para desgracia de Antonina Armesto, cuatro días después cayó también mortalmente rendido por las hemorragias de la fiebre amarilla el retratado Francisco de Santa Coloma. Tiempo después, los restos de Francisco fueron depositados en el cementerio del Norte junto al de sus padres y abuelos paternos para su descanso eterno. [2]
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