Notas |
- Nieto de don Gregorio Soler y Soler y de Doña Flora del Carmen de Urquiza Costa. Tal ascendencia ilustre, representó todo un compromiso de vida.
María Teresa, fue al igual que sus antepasados, persona de gran empuje y carácter, efectuando con su esposo un gran emprendimiento con la plantación de citrus cerca de Concordia en el establecimiento «La Chelita», justamente enclavada en La Criolla, una de las seis colonias fundadas en las 30.000 hectáreas donadas por sus padres a partir de 1925.
Eduardo Vidal Soler, Empresario
En «La Chelita», Eduardo y Guillermo continuaron la actividad de sus padres.
Integrando el primero, con gran entusiasmo instituciones citrícolas, aportando ideas para llegar a la industrialización. Siendo director y luego Presidente de la Junta Provincial de la Citricultura de Entre Ríos y de la Corporación Entrerriana del Citrus «Las Tejas».
También, se establecieron los hermanos en Mocoretá, Corrientes, con una empresa acopiadora y empaquetadora de citrus, llegados de dicha provincia, Entre Ríos y Misiones.
La personalidad de Eduardo
Siempre, pensé que un buen hijo, seguramente también será buen esposo y buen padre. Conozco muy bien que así fue. Amando muy especialmente a sus padres y demostrándoselos en todo momento, aún cuando ya había formado su hogar, viajando permanentemente a Buenos Aires donde aquellos vivían.
Las frecuentes llegadas de Eduardo a Concordia, le permitieron conocer a Nora Marta Martínez, de quien se enamoró, con quien se casó y tuvieron cinco hermosas hijas. Recuerdo cuando se refería a ellas, siendo pequeñas, que no podía disimular su orgullo, llamándolas «las chiquitas». Ocupándose especialmente de la educación con mano firme, Mamá Nora. Continuándose la descendencia con diez nietos.
Ya perdí la cuenta de cuántos años hace que conozco a Nora y Eduardo, incondicionales amigos, quienes me brindan un gran afecto, y él, su reconocimiento por ocuparme desde hace mucho tiempo, de su bisabuelo.
Un 3 de Febrero de 1965 se casaron en Buenos Aires, estableciéndose en «La Chelita», concurriendo las niñas, en la etapa primaria a la escuela de la zona, donde la mamá era maestra. Hasta allí llegamos a visitarlos al poco tiempo.
En la casa se respiraba un ambiente urquicista, pues había numerosos objetos y testimonios de Don Justo. Allí, pude ver a Eduardo, activo, ocupándose de todos los detalles de la empresa, dando órdenes a su numeroso personal, dirigiéndose a ellos con sumo respeto. ¡A cuántas personas dio trabajo! A padres e hijos, familias enteras.
Por ello, se lo recuerda con cariño y gratitud. Así lo manifiestan aquellos que siendo muy jóvenes fueron sus empleados.
Es una de las características de la personalidad de Eduardo; la sencillez en el trato, adaptándose a la condición del interlocutor.
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