Juan Eusebio Torrent Rubio, (*)[1, 2, 3]

Varón 1834 - 1901  (66 años)

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  • Nombre Juan Eusebio Torrent Rubio  [1
    Sufijo (*) 
    Nacimiento 25 Dic 1834  Corrientes, Corrientes, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar.  [4
    Bautismo 30 Dic 1834  Catedral Nuestra Señora del Rosario, Corrientes, Corrientes, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar.  [5
    • L° F° 81. Padrinos: don Ángel Vedoya y doña Cándida Rosa Llano. [1]
    Sexo Varón 
    Fallecimiento 23 Jul 1901  Buenos Aires, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar. 
    Entierro Cementerio de la Recoleta, Buenos Aires, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar.  [3
    ID Persona I606829  Los Antepasados
    Última Modificación 5 Feb 2025 

    Padre Juan Torrent Masuach,   n. 25 Mar 1790, Canet de Mar, Barcelona, Cataluña, España Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar.f. 3 May 1859, Corrientes, Corrientes, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar. (Edad 69 años) 
    Madre Dionisia Rubio Caneo,   n. 7 Abr 1795, Santa Lucía, Corrientes, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar.f. 7 Ago 1869, Corrientes, Corrientes, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar. (Edad 74 años) 
    ID Familia F18325  Hoja del Grupo  |  Family Chart

    Familia María Clara Antonia Benicia del Corazón de Jesús Latorre Mantilla,   n. 22 Ago 1835, Corrientes, Corrientes, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar.f. 9 Nov 1908, Corrientes, Corrientes, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar. (Edad 73 años) 
    Matrimonio 22 Feb 1866  Catedral Nuestra Señora del Rosario, Corrientes, Corrientes, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar.  [6
    • Lº Fº 37/38. Ts.: doña Victoria Torrent y doña Mercedes Mantilla. [1]
    Hijos 
     1. Juan Eusebio Torrent Latorre,   n. Cir. 1867, Corrientes, Corrientes, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar.f. 14 Feb 1934, Corrientes, Corrientes, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar. (Edad ~ 67 años)
     2. Luciano Torrent Latorre,   n. Cir. 1869, Corrientes, Corrientes, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar.f. 19 Sep 1930, Esquina, Corrientes, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar. (Edad ~ 61 años)
     3. Raúl María Germán Torrent Latorre,   n. 13 Sep 1869, Corrientes, Corrientes, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar.f. 28 May 1946, Corrientes, Corrientes, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar. (Edad 76 años)
    +4. Coronel Isaac Luis Torrent Latorre,   n. 16 Dic 1871, Corrientes, Corrientes, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar.f. 2 Jun 1923, Buenos Aires, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar. (Edad 51 años)
     5. César Torrent Latorre   f. 14 Dic 1876, Corrientes, Corrientes, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar.
     6. Mercedes Torrent Latorre,   n. 17 Jul 1877, Corrientes, Corrientes, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar.f. 21 Feb 1946, Buenos Aires, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar. (Edad 68 años)
    ID Familia F202515  Hoja del Grupo  |  Family Chart
    Última Modificación 27 Sep 2021 

  • Mapa del Evento
    Enlace a Google MapsNacimiento - 25 Dic 1834 - Corrientes, Corrientes, Argentina Enlace a Google Earth
    Enlace a Google MapsBautismo - 30 Dic 1834 - Catedral Nuestra Señora del Rosario, Corrientes, Corrientes, Argentina Enlace a Google Earth
    Enlace a Google MapsMatrimonio - 22 Feb 1866 - Catedral Nuestra Señora del Rosario, Corrientes, Corrientes, Argentina Enlace a Google Earth
    Enlace a Google MapsFallecimiento - 23 Jul 1901 - Buenos Aires, Argentina Enlace a Google Earth
    Enlace a Google MapsEntierro - - Cementerio de la Recoleta, Buenos Aires, Argentina Enlace a Google Earth
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    Leyenda del Marcador  : Dirección       : Ubicación       : Ciudad/Pueblo       : Municipio/Alcaldía       : Estado/Provincia       : País       : No Establecido

  • Notas 
    • Doctor en Jurisprudencia y Ciencias Sociales graduado en la Universidad de Buenos Aires en 1855. Organizador del Partido Liberal de Corrientes y redactor de la Carta Orgánica del mismo en l855. Redactor del periódico "La libertad". Ministro de Gobierno del Gobernador don José M. Pampín. Senador Nacional. En 1862 fue electo Diputado Nacional, renunciando a la banca para incorporarse al Ejército de la Triple Alianza en la Guerra con el Paraguay. Constituyente para la Convención reformadora de la Constitución Provincial en l864 por el Departamento de Saladas. Fue también candidato a la Vicepresidencia de la Nación integrando la fórmula con el Dr. Bartolomé Mitre, quien era además su amigo personal. En 1866 fue designado Embajador y ministro Plenipotenciario ante la Corte del Emperador don Pedro II del Brasil. En 1890 presidió en Buenos Aires la flamante Unión Cívica Nacional. Fue luego Ministro de Relaciones exteriores y Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. [4]
    • JUAN EUSEBIO TORRENT RUBIO

      Corrientes no ha repetido aún un varón del relieve moral de Torrent. Ha sido el más limpio, el más noble, el más fecundo de los hombres políticos que haya nacido bajo su cielo. Sin las paradojas de Ferré, ni el personalismo absorbente de Pujol, ni las pequeñeces y despotismos de Derqui, desdorosos para su gran talento, ha sido, el único hombre público, o más justamente dicho, el único político que representó, en Corrientes a una fuerza democrática, a un ideal, anteponiendo siempre el bienestar general al particular.
      Con justicia ha dicho J. Alfredo Ferreyra que ?no hubo en Corrientes personalidad política más fundamental, como criterio, verbo, mirada de conjunto y observación ilustrada de los hechos?.
      El varón preclaro va a volver a la tierra natal, en una hora en que su memoria ya ha alcanzado la esfera luminosa e indestructible de la gloria. El recio luchador, enamorado de su Corrientes, a la que en hora memorable defendiera como hijo amante a la madre herida o cantara con sobrias y bellas palabras, el político, juez, diplomático, legislador, guerrero del Paraguay y orador de alta e inteligente concepción, va a recibir el homenaje de su pueblo, al que amó de veras.
      Los contornos de su trayectoria, conocidos con largueza por los que convivieron en la jornada o por la generación que le conoció ya anciano, hoy se han desdibujado para la generación presente, y es nuestro propósito revivir ese recuerdo, que es fuente de civismo puro, en una hora en que pareciera estar triunfando el espíritu del chato y realista escudero. Su recuerdo, vivificante, tónico, y el ejemplo de su trayectoria, han de servir de pauta a nuestra juventud para mirar el porvenir de su provincia. Mitre dijo alguna vez: Torrent es un ideal. Y Mitre ya era la historia.
      Hay que hundir la mirada ciento siete años atrás. Fina el año 1834 y en la vieja casona chata, amplia, perfumada a naranjos, ha nacido el 15 de diciembre el décimo hijo de Don Juan Torrent, y de doña María Dionisia Rubio y Caneo. El padre era un catalán que años después de la revolución de mayo, abandonando su Ganet del Mar natal, a pocos kilómetros de Barcelona, había emprendido viaje a estas tierras, estableciéndose en San Nicolás de los Arroyos, donde tenía unos tíos, para quienes trabajó, afincándose luego en el puerto de Goya donde en 1817 había contraído matrimonio. Comerciante durante largo tiempo tuvo sin embargo tiempo paca ejercer con ecuanimidad la magistratura.
      Embarcado en el partido federal no pasó los límites de lo justo y humano ni aun en los días que sucedieron a Arroyo Grande y Vences, cuando parecieron perder los rosistas el control de sus sentimientos e ideas.
      Su esposa era una mujer de rara energía, que desde niña habíase visto obligada a sobrellevar la carga del hogar -perdió a su madre en edad temprana- ya en el campo en la punta de Rubio, ya en la villa de Goya naciente aún. Su carácter firme y su modalidad de mujer fuerte creó a sus hijos y a los maestros de estos, más de una vez, algún conflicto risueño. Su parentesco con los Rosas, (era prima hermana de don León Ortíz de Rosas, padre de don Juan Manuel) no ejerció ninguna influencia en su ánimo ni en la educación de sus hijos. Cuando estos lleguen a posiciones públicas les escribirá dándoles consejos sobre política y vistas sobre tal o cual personaje o pidiendo sus discursos para aprobar o criticar. Bien es cierto que en las luchas contra la tiranía de Rosas no combatió ninguno de sus hijos, más el mayor de ellos, Baltazar, fue el jefe de policía del general Madariaga, durante su gobierno. Esto era ya ponerse contra el primo tirano, que por otra parte nunca fue bien visto en la familia. Basta seguir la trayectoria pública de don Luciano Torrent o sus hermanos menores Victorio y Juan Eusebio, para hallar a través del epistolario íntimo o político o de sus actos, una firme reprobación hacia la tiranía como sistema o hacia la persona de Rosas.
      El niño fue bautizado el día 30 y al hacerlo el mandadero sin duda alguna cometió una equivocación, pues al denunciar la fecha señaló el día 24 de diciembre y no el 15 como día del nacimiento. Dos elementos de juicio hemos hallado para aseverar que Torrent vino a la vida el día 15 de diciembre. Uno ya público. En un folleto editado en Buenos Aires en 1863, a raíz de una polémica que sostuviera con el ex gobernador José Manuel Pampin, intitulado Contestación a algunas publicaciones periodísticas, al hablar de la reconstrucción del partido liberal efectuada el 15 de diciembre de 1856, dijo ser ese su día, o lo que equivale decir, su cumpleaños. El otro elemento de juicio es una carta inédita, original en poder de sus familiares, dirigida desde Buenos Aires con fecha 15 de diciembre de 1855, a su padre, en la que le dice: ??Hoy hacen, querido padre, veintiún años que respiré por vez primera el aire del mundo?.
      Pese a que la anotación de su bautismo, hecha en el libro 11, folio 81 y vuelta del Archivo de la Iglesia Catedral le da como ?de cinco días nacido?, Torrent nació el día 15 de diciembre de 1834.
      El niño estudió las primeras letras con Fray José de la Quintana. Ya hemos recordado como enseñaba este maestro. Dijimos en nuestra obra sobre Berón de Astrada: "No fue pestalozziano como se ha dicho alguna vez. La institución de una clase común impedía le ejercitar de modo libre y gradual las facultades de sus educados y por ello no pasó de ser elemental la enseñanza por él impartida. Organizaba sus clases en dos bandos Roma y Cartago, representadas por las grandes y los pequeños. Exponía la lección invariablemente de memoria uno de los ?romanos? y tan luego un ?cartaginés?. Si este había estado mejor el triunfo era para su bando pasando a él como trofeo una banderilla. El representante del grupo perdedor recibía entonces una zurra de manos de fray José quien le ordenaba se quite las ropas para que el castigo fuese más eficaz. Arremangábase el buen lego, describía amplios círculos para tomar impulso, resolvía en el aire los brazos y luego descargaba las disciplinas. Muchas veces estas reprensiones concluyeron en una azotaina general pues las gesticulaciones del maestro y los gritos destemplados de los niños movían a risa a las demás alumnas. Entonces fray José hacía justicia con todos?. Otra modalidad del lego era llevar a sus alumnos a presenciar ejecuciones y castigos de los reos, en la antigua batería de San Pedro (hoy parque Mitre) para que ciña de lección a sus educandos, quienes al regreso recibían los consabidos azotes ?para que nos les suceda lo mismo que al desgraciado condenado".
      Torrent, según tradición familiar, más de una vez salió huyendo de la escuela para que fray José no le ponga las manos encima y en balde fueron las cajitas de cigarros o las visitas a casa de sus padres, pues allí tenía que vérselas con doña Dionisia, mujer que castigaba a sus hijos con creces pero que no permitía que ningún extraño les pusiese encima las manos.
      Con Fray José de la Quintana aprendió el niño Eusebio las primeras letras y con fray Vicente Carballo, dominico, el latín. A este venerable sacerdote llegó el niño a profesar cariño. Fray Carballo era el único sacerdote de su orden que había quedado a cargo del convento y esta soledad, cómplice de juegos y lecturas, atrajo al niño. Allí aprendió también a ayudar misa y su poder de observación y aguda inteligencia le permitió aprenderse la misa con todo su ritual, como repetir los sermones que pronunciara un eminente orador sagrado. Cuando ?Torrencito? decía sermones en casa de Cabral, acudía gran cantidad de personas a escucharle.
      Su infancia pasó por el júbilo de Caá Guazú y el dolor de Arroyo Grande y Vences. En 1878, al combatir en el senado a Sarmiento dijo refiriéndose a Corrientes: ?he asistido desde mi infancia a muchos de sus momentos de dolor, que son los más en su triste historia...?.
      A fines de 1849, ?Torrencito" ya nada tenía que aprender en las escuelas primarias, ni aún en las que tenían un programa de corte secundario. Su aprendizaje del latín al lado del padre Carvallo era ya sólido y sus lecturas le señalaban como una inteligencia privilegiada. En esa fecha arribó a Corrientes su hermano Luciano futuro constituyente de 1858, ya doctorado en medicina, quien admirado de los progresos de su hermano, decidió llevarle consigo para hacerle estudiar. La situación de la familia era precaria, pues el pillaje de las fuerzas de Echague en 1841 y de Urquiza en 1845 había limpiado de ganado sus campos.
      Partió de Corrientes el 1° de enero de 1850, arribando a Buenos Aires un mes después. Al finar febrero ingresó al Colegio Filantrópico Bonaerense, dirigido por Mariano Martínez, colegio que abandonó en 1852 para ingresar a la Facultad de Derecho. Allí se doctoró en jurisprudencia en julio de 1856, presentando una tesis, que no fue publicada, sobre el siguiente tema: ?En los casos de crisis financieras en los pueblos, es más conveniente y preferible el empréstito a las contribuciones forzosas y a otro cualquier recurso extraordinario?. Marcial R. Candioti en su obra ?Bibliografía Doctoral de la Universidad Nacional de Buenos Aires? (1920) ha dicho: ?También entre las primeras tesis del periodo merecieron elogios y la más alta clasificación universitaria la de los jóvenes Juan Ensebio Torrent, de 1856, sobre Empréstitos públicos, sosteniendo que en los casos de crisis financieras es por lo general más conveniente y preferible el empréstito a las contribuciones forzosas y a cualquier otro recurso extraordinario y la del Dr. Jorge Palacio, de 1860, sobro papel moneda".
      En septiembre de 1856 regresó a Corrientes llamado por su padre para atender el viejo pleito sostenido contra los Carreras. Asumió entonces la defensa de sus derechos y al fallecer su padre, fue autor de los escritos que presentara su hermano Victorio como albacea de la testamentaria. Al poco tiempo de su arribo, tuvo oportunidad de demostrar la firmeza de sus convicciones políticas ?clavando una pica en Flandes". El 15 de diciembre de dicho año se efectuó la elección de diputados a la legislatura local. El acto en la capital fue escamoteado por los hombres del gobierno quienes impidieron el acceso a la mesa receptora de votos a un grupo calificado de hombres del pueblo y expectables ciudadanos, que airados y seguros de sus derechos dirigiéronse a la Sala de Comercio, club social de la época, donde encargaron a Torrent, joven de veinte y dos años, ?un niño? según Pujol, la redacción de la protesta. Ella fue digna de quienes la firmaron, por su elevación y firmeza. Este documento citado por varios autores más no publicado en su texto, es el primer documento de carácter político que haya salido de su pluma. Dice:
      ?Nosotros los ciudadanos firmantes, en nombre de la Patria, de la Constitución nacional y provincial y de nuestros más sagrados derechos protestamos solemnemente por las tropelías perpetradas en el acto de las elecciones para electores de Diputados celebradas hoy día de la fecha en la capital de la provincia.
      1°) ? Por haber concurrido a votar los individuos del departamento de Lomas, formando en Escuadrones y con sus respectivos jefes y oficiales a la cabeza, mostrando con esto esa falta de libertad que anula ipso jure esta clase de actos, pues se han presentado con todas las condiciones de obediencia militar.
      2°) ? Por haberse enviado con el mismo objeto a los soldados de línea, inhábiles por la ley, para elegir, formando un cuerpo y al mando de sus cabos y sargentos y por consiguiente bajo la más imperiosa coacción.
      3°) ? Por el torpe abuso cometido por el gobierno en remitir comunicaciones oficiales a los señores jueces que componían la mesa electoral conteniendo órdenes relativas al acto y tomando así en la elección una injerencia directa y gubernativa prohibida expresamente por la ley.
      4°) ? Por la incalificable conducta del escribano Martin Blanco, que descomidiéndose con abuso llevó su atrevimiento hasta insultar al señor presidente de la mesa electoral juez de Alzadas Don Ángel Montiel, contribuyendo en gran parte con este hecho a producir la excitación que sobrevino.
      5°) ? Por el torpe desacato cometido, por los agentes del poder ejecutivo arrestando y amenazando a los más respetables ciudadanos que pacíficamente había concurrido a ejercer uno de sus inviolables derechos, llevando sus votos a la urna electoral.
      6°) ? Finalmente por haberse continuado el acto electoral después del escandaloso tumulto producido y que hizo desnudar sus puñales en contra del pueblo a los escuadrones del departamento de Lomas, en presencia de sus mismos jefes y oficiales consiguiendo así alejar al mayor número de ciudadanos del lugar de la elección.
      Por todas estas poderosas causales y razones nosotros, ciudadanos y habitantes de la provincia de Corrientes, hijos y defensores ardientes de la Constitución y de nuestros derechos reiteramos nuestra protesta a la faz de la patria argentina y en nombre de las leyes contra tales procedimientos, haciendo de ellos responsable al gobierno o a quien fuese su causa, protestando a la vez que no reconocemos por representantes nuestros a los individuos qué hubieren obtenido mayoría en la presente elección?.
      Este documento, redactado por Torrent, suscripto por él en primer término, y por un salificado grupo de ciudadanos (aproximadamente noventa), escrito ?ante las bayonetas que nos amenazaban de muerte, apuntándonos ya los fusiles para descargar?, dice con elocuencia del espíritu cívico y del respeto quo lo merecían los derechos y libertades públicas a su joven autor.
      Pujol trató de atraerle ofreciéndole elevados cargos, más los rechazó, porque fue opositor a su gobierno en virtud de profundas y arraigadas convicciones políticas. Nuestro gobernante epónimo, tan glorificado por su obra educacional e institucional, no ha sido juzgado aún como se merece en su acción política, pues si su primer gobierno fue bueno, el segundo fue regular, para rematar en escala descendente en el tercero, que fue malo. Su reelección y los medios ilícitos de que se valiera para obtenerla fueron engendradores de malas prácticas políticas, que Torrent se propuso contenerlas y extirparlas. Solo logró en la medida de sus deseos, pero la semilla había sido tirada al surco.
      A mediados de 1860 ?el 10 de junio- apareció ?La Libertad?, primer órgano periódico que no se publicó por la imprenta oficial, -sino en la imprenta de propiedad de Manuel Ignacio Lagraña y José M. Pampín. Torrent fue el fundador, y en sus columnas atacó al gobierno del canónigo Rolón, haciendo del pacto del 11 de noviembre la piedra angular de su prédica. El tono culto de la crítica molestó al canónigo gobernador, acostumbrado a no tener censores. Fue un artículo intitulado ?El sombrero de S. E.?, escrito en tono humorístico, el que tuvo la virtud de provocar la exasperación del gobernante. Se había celebrado el 24 de junio de 1860 la festividad de San Juan Bautista, patrono de la ciudad, y el gobierno había presidido la comitiva, que saliendo de hi casa de gobierno, fue a la iglesia matriz. El doctor Rolón la presidia como gobernador do la Provincia, mas hete aquí que al llegar a la iglesia dejó su sombrero sobre el asiento que le estaba reservado al gobernador, y fue a ataviarse con las vestiduras necesarias para rezar la misa, en su condición de delegado eclesiástico. Terminado el oficio, y luego de haberse quitado las vestiduras litúrgicas, volvió para tomar su sombrero y encabezar nuevamente la comitiva. Este hecho, sucedido en virtud de que el doctor Rolón, a la vez que gobernador de la Provincia era delegado eclesiástico en el mismo territorio, provocó risueños comentarios. Pero el artículo de marras puso en ridículo al sacerdote, aunque nada hay en su texto que fuese desmedido o inculto. Él le revela a Torrent como un humorista ágil y travieso.
      Con "El sombrero de S. E.? quedaron definitivamente rotas las relaciones entre "La Libertad" y el gobierno, las que por otra parte nunca habían sido cordiales. Para contenerle, el canónigo Rolón envió a la cámara legislativa un proyecto de ley de imprenta por el que le era dable, escudándose en una ley, cortar toda oposición de la prensa. El proyecto no pasó en la cámara, tal vez porque los legisladores se dieron cuenta de su naturaleza y fin, o influenciados por la prédica que hizo Torrent desde ?La Libertad? en unos madurados artículos, defendiendo la libertad de pensamiento e imprenta. Antes de remitirlo a la cámara, Rolón mandó llamar al joven periodista para comunicarle que estaba dispuesto a poner "la mano" encinta del autor de tantos insultos, mas Torrent, presto y ágil, le respondió que no era "la mano", sino "la ley" la que debía aplicar.
      A fines de ese año 1860 fuese a Paraná y Buenos Aires para trabajar en pro de un cambio en la situación política de su provincia, a la vez que en favor de la unión nacional. Sus trabajos fueron francos y categóricos en la capital de la Confederación, y bien pronto fueron sentidos por Urquiza en San José, desde donde escribió al canónigo Rolón previniéndole. En Buenos Aires el joven Torrent conoció entonces personalmente y trató a Mitre, pues ya desde las barras bravas de Alsina, donde militara en su mocedad estudiantil, le había aplaudido sinceramente n las históricas sesiones de junio. El general Mitre fue ganado por la argumentación lógica, de profunda convicción patriótica del joven correntino, que, como Franklin, iba a llamar a las puertas de Buenos Aires para libertar su tierra y lograr la unidad nacional. No fue desoído, pues Mitre prometió amplia colaboración moral y material en favor de un movimiento que diera por tierra con la situación correntina.
      A principios de noviembre de 1861, la campaña iniciada por Torrent, portador del verbo de Mitre, rendía ya sus frutos. En Curuzú Cuatiá se levantaba el coronel Basilio Acuña, incitado por el entonces capitán Desiderio A. Sosa. El levantamiento comenzó a generalizarse: Manuel de Jesús Calvo y Simeón Martínez, en Yaguareté Cora (hoy Concepción), Juan Manuel y Juan Esteban Pérez, en Empedrado, Teodoro Maciel (a) ?Paí? Maciel, en San Luis del Palmar y Lomas, así como Benedicto Aquino y Marcos Núñez, y José Félix Leyes, señalado en el sitio de Montevideo como valiente en una época de valientes, dieron bien pronto al doctor Rolón la sensación exacta de que finaba su trayectoria política. Mas en su últimos momentos, con ''fundados motivos para creer que algunos vecinos de esta capital son los promotores e instigadores del motín?, ordenó a fines de noviembre la prisión del doctor Torrent, del coronel Fermín Alsina, doctor José Benjamín de la Vega, Evaristo Lezcano, Alberto Villegas, Fernando Alvarez, Ruperto Montenegro, Santiago Osuna, Mariano Camelino y Esteban Guastavino, dándole a Manuel Ignacio Lagraña su casa por cárcel. Los primeros fueron llevados a sucios calabozos, tratándoseles como a malvados criminales.
      Inútil fue la resistencia que opuso el canónigo a la revolución, nombrando al coronel Cayetano Virasoro jefe de las fuerzas gubernistas, pues los revolucionarios, que ya habían formado un verdadero ejército, al mando del coronel Raymundo F. Reguera, le obligaron a capitular en la cañada de Moreno, departamento de Saladas, el 6 de diciembre, estipulándose en él el alejamiento del doctor Rolón del gobierno, la renovación de la cámara legislativa y la garantía para la persona y bienes del gobernante caído. El día 8 Rolón delegó el mando en la persona del presidente de la cámara legislativa, Manuel José Ruda, y tan luego renunció al cargo. Ruda no aceptó el cargo, e hizo renuncia de él, recayendo el gobierno en el vicepresidente primero de la cámara, José Manuel Pampin, quien tomó posesión el día 10, designando ministros a los doctores Juan Eusebio Torrent y Wenceslao Díaz Colodrero.
      Depuesto del gobierno, el doctor Rolón pretendió justificarse de sus hechos, no sabemos sí ante sí mismo o ante la historia, cambiando durante una semana interesantes cartas con el gobernador Pampin. Ninguna de ellas fue tan severa, tan veraz, como la que le dirigiera Pampin el 20 de diciembre. Esta carta, cuyo borrador hemos hallado redactado de puño y letra de Torrent, en su archivo, decía: ?... así es substancialmente la carta que Ud. me ha dirigido, y en toda ella sólo un hecho encuentro comprobado capaz de complacer mi patriotismo y el de todos los ciudadanos que abriguen sentimientos nobles, y ese hecho es, doctor Rolón, que Ud., el enemigo a quienes los libertadores buscaban hacer bajar del gobierno, el autor principal de sus pesare, vencido y humillado por la fuerza de la opinión pública, se atreve a insultar el valor generoso de los vencedores diciendo, bajo su firma, en un documento serio, que sólo venían representando la ?fuerza bruta". Este hecho prueba, doctor Rolón, en su conciencia misma, que no está en las manos de esos valientes la ?fuerza bruta? de que ellos han sido víctimas, y de que mi gobierno, emanado de la opinión que ellos sostienen y que triunfó hasta en el seno de la cámara legislativa, no teme ver imitados esos hechos de la más brutal violencia, por los cuales se ha encarcelado a los mejores ciudadanos, se han vilipendiado los altos poderes públicos de la Provincia, que no pensaban con el gobierno, se ha mandado asaltar y azotar en la obscuridad de la noche a representantes del pueblo por jenízaros del poder, se ha aterrado a la sociedad con actos dignos de la "fuerza más bruta? y se han ejecutado, en fin, esos hechos, que serán en todo tiempo la página más negra en la historia de los pueblos, que por su desgracia los han presenciado, aun cuando sus autores pretendan explanarse el pomposo título de defensores de la nacionalidad. Falsa bandera, que perdió los prístinos colores de sus cintas al mojarse en las aguas corrompidas de una larga explotación de las desgracias públicas". El canónigo Rolón no levantó ninguno de estos cargos, tan duros como ciertos.
      Los hombres de Corrientes pidieron miras de gobierno al general Mitre para obrar en concordancia con Buenos Airea, y éste decía a Torrent.: ??Mi programa es ya conocido de todo el país, y lo es también de Uds. El consiste en tomar por base y punto de partida la Constitución Nacional reformado, y sobre esa base reorganizar los poderes públicos que han de reemplazar a los que caducaron de hecho y derecho. Para hacer práctico este programa es indispensable crear a la mayor brevedad posible un poder provisorio que salve a la República de la acefalía, usando al efecto las legislaturas provinciales de la soberanía que han reasumido, que al efecto pueden delegar temporariamente y a objetos determinados. Felicitando a Ud. por los triunfos de nuestra causa, así en Corrientes como en el resto de la República, y por el elevado puesto que tan dignamente ocupa, debo decirle que en Ud. están cifradas mis esperanzas por lo que respecta a Corrientes, y espero que la viva simpatía que despertó en mí su persona se aumentará cada vez más, no ya por la estimación de sus nobles cualidades, que reconozco, sino por los importantes servicios que espero preste Ud. al país en favor de nuestra grande y noble causa?. (Archivo Torrent) No equivocó el general Mitre al brindar su amistad al ?joven Torrent?.
      Permaneció a cargo del ministerio de Gobierno hasta mayo de 1862, fecha en que fue electo diputado nacional, incorporándose a la Cámara en la sesión del 24 de mayo. En esa cámara, formada después de Pavón, hallábanse Adolfo Alsina, Damián Hudson, Francisco de Elizalde, Juan Agustín García, Pastor Obligado, José Mármol, M. A. Montes de Oca, Joaquín Granel, Benjamín Gorostiaga, Manuel Quintana, Martín Ruiz Moreno, Emilio Castro, José María Gutiérrez, Absalón Ibarra, José María Cantilo y otros. Allí ha hallado Torrent un amigo de la mocedad y compañero de estudios, Joaquín Granel, y un conocido de su adolescencia, Nicasio Oroño, de cuando éste trabajó en Corrientes como ?mozo de tienda? en el negocio de don José María Aguilar.
      Apenas instalado el Congreso, el diputado Torrent impugnó los diplomas de los diputados electos por Córdoba, ante la sospecha de que las elecciones no habían sido correctos. Impugnaba a hombres de su partido, mas antes que las afecciones partidarias él sustentaba el mantenimiento de los principios "Razones puramente políticas ?dijo entonces? no pueden nunca llegar hasta el extremo de hacer la renuncia (la Cámara) al derecho y al deber de tomar en consideración los vicios que puedan afectar un acto importante cual es la elección de un diputado del pueblo". (Diario de Sesiones, 1862). Después de largos debates, los diplomas de Córdoba fueron rechazados. Era el primer asunto orgánico que abordaba, y era a la vez su primer triunfo.
      Al plantearse el asunto de la capitalización de Buenos Aires, sostuvo la tesis rivadaviana. Como miembro de la comisión de Negocios Constitucionales y extranjeras, le cupo informar en los más diversos asuntos que se debatieron en aquella época, siempre con palabra sobria, parco en la frase, firme en la convicción, sin hacer literatura; fué un parlamentario de fibra. A través de su copiosa y abundante producción de orador en el Congreso, no hallamos ni hombre que busca posiciones espectaculares o que habla sin asidero racional. Antes que un orador argentino de fibra latina, parece, por lo escueto, conciso y categórico, fruto del estilo parlamentario sajón.
      A principios de 1864 fué electo diputado constituyente por el departamento de Saladas a la convención reformadora de la Constitución provincial. Organizada la mesa directiva, bajo la presidencia provisoria del diputado Manuel Antonio Ferré, y luego del doctor José Ramón Vidal, ya titular, en la sesión del 7 de abril se nombró una comisión, integrada por los doctores Juan Eusebio Torrent, Wenceslao Díaz Colodrero, Vicente Saravia, Luciano Torrent y don Teodoro Gauna, encargada de proyectar las reformas que convenían introducir en la carta orgánica de la Provincia. El proyecto de Constitución fue discutido ampliamente, y aunque en las actas se conservan tan sólo extractos de los discursos pronunciados, a través de dichos extractos se puede apreciar el concepto claro del hombre avezado en derecho constitucional y el espíritu liberal que le animaba. Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que el proyecto fue obra de los diputados Torrent (J. E.) y Díaz Colodrero.
      Sirvió desde su banca los intereses do Corrientes y de la Nación en la medida de lo posible, en una época en que ésta no podía concurrir en beneficio de las provincias ni con obras públicas ni viales, porque todo estaba por hacerse. Logró que la nación se hiciese cargo de la amortización del papel moneda de la Provincia, problema que se había convertido en nudo gordiano para la administración local. El fue el verdadero fundador del Colegio Nacional de Catamarca, mocionando en tal sentido en la sesión del 6 de septiembre de 1864. Mitre, al establecerlo por decreto del 9 de diciembre de dicho año, decía expresamente que lo establecía en virtud de la autorización conferida por la ley de presupuesto.
      Y cuando la nación se vio amenazada, en abril de 1865, por el tirano paraguayo, solicitó permiso a la Cámara para faltar a sus sesiones hasta que el invasor fuese desalojado del territorio argentino. El general Mitre le designó ayudante secretario del general Paunero, asistiendo a la toma de Corrientes en mayo de 1865 y a la toma de Uruguayana y Yataí. El gobierno nacional, el Estado Oriental y el Brasil premiaron su acción con sendas medallas.
      El 23 de enero de 1866 fue designado por el doctor Marcos Paz, vicepresidente de la nación en ejercicio del Poder Ejecutivo, para el cargo de ministro plenipotenciario ante la corte del emperador Pedro II del Brasil, para reemplazar a Mármol, en momentos difíciles para las finanzas de la Argentina. Era entonces el Brasil, uno de los integrantes de la Triple Alianza, el único país sudamericano donde podía negociarse un empréstito. Mármol había fracasado en su gestión, y nada había logrado negociar. Además, su posición con respecto al conflicto no era muy sincera. Allá fue Torrent, joven, inteligente y agudo observador, ampliamente facultado por el P. E. y asesorado por el ministro de Relaciones Exteriores, doctor Rufino de Elizalde, su cordial y afectuoso amigo. Las cartas cambiadas entre ambos personajes, que originales se conservan en su archivo, y que hemos compulsado, nos dicen de los elevados propósitos que animaron al joven diplomático, así como de sus innegables condiciones de hombre de estado. Vinculado a los hombres más prominentes del imperio, las figuras que más despertaron su admiración fueron el emperador y los ministros Saraiva y Paranhos. A este último capole la honra de liberar la esclavitud de su país. Torrent, desde ?Las Cadenas?, publicó conceptuosos artículos sobre el asunto, a la vez que juicios encomiásticos sobre la figura de Paranhos. Y vayan tres anécdotas de su actuación. En un baile en el palacio del conde D'Eu, Gastón do Orleans, príncipe consorte, éste advirtió que el único representante diplomático que no lucia alhajas ni brillantes era el ministro argentino, y tuvo el mal gusto de destacarlo en voz alta. Presente Torrent en el círculo, contestóle que en efecto el no lucía diamantes porque en el país que él representaba no había esclavos para que los extrajesen de las entrañas de la tierra. En otra oportunidad, en una conversación sostenida con el emperador, el joven ministro le hizo una profesión de fe republicana, y don Pedro II aplaudió esa actitud, manifestándole que de no haber nacido para el trono hubiese abrazado esa causa.
      Torrent logró la negociación de un empréstito, tan necesario en aquellas horas para la nación. Mas arrepentidos del negocio, ante los sucesos europeos, que el joven ministro argentino los previó con claro criterio de estadista, la firma negociadora envió, al día siguiente de firmado el contrato, emisarios con el encargo de gestionar el no envío de comunicaciones del ministro argentino a su gobierno anunciando la negociación, a la vez que ofreciéndole una fuerte suma de onzas de oro en premio por esa manifestación de buena voluntad. Torrent, por toda réplica, incorporándose en su asiento, adelantóse a abrirles la puerta de su despacho a tan aprovechados visitantes.
      Hasta 1868 permaneció en el cargo de ministro argentino en Río de Janeiro, haciendo renuncia de él al terminar el general Mitre su presidencia. En el viaje de regreso a Buenos Aires viajó en compañía de Sarmiento, entonces su amigo y más tarde su más terrible y enconado enemigo. El gran sanjuanino ha recordado en unos apuntes de su viaje como presidente electo (Obras Completas) la travesía, comentando los ?recitados? que hacía el joven Torrent en las veladas.
      A su regreso a Corrientes, debatíase ésta en el conflicto de elegir gobernador, que sustituyese a Evaristo López, depuesto por una revolución. Tres candidaturas habían surgido, representativas de las distintas fracciones en que habíase dividido la opinión del partido liberal. Santiago Baibiene, representante del ejército, Victorio Torrent y Juan Vicente Pampin representantes civiles del patriciado correntino. El Liberal, periódico en el que escribían Eudoro Díaz de Vivar y el Dr. Decoud, exiliado paraguayo, sostuvo las candidaturas ?del pueblo?, del coronel Celestino Araujo, Dr. Juan Eusebio Torrent y Juan Vicente Pampin, desde los primeros días de noviembre, pues hasta la víspera había señalado también a Baibiene. En su número del 4 de noviembre de 1868 decía: ?Ha bastado para que una o dos veces hubiésemos recordado de la candidatura del Dr. Juan E. Torrent para que alguna de las que anteriormente habían aparecido cayesen en el desprestigio más desconsolador?. Ante la anarquía existente en el partido liberal y al tener conocimiento de que el general Gelly y Obes y el Coronel Rivas habían comentado muy favorablemente su candidatura en una reunión de oficiales de alta jerarquía, Torrent renunció públicamente a su candidatura a fines de noviembre, pues no quería ser electo sino libremente por el pueblo. Días después los electores consagraron la fórmula de transacción Dr. José Miguel Gustavino-Mayor Santiago Baibiene. Guastavino era a la razón Juez Federal en Corrientes.
      Durante el interinato de su hermano Victorio había sido nombrado vocal del superior tribunal de justicia, renunciando sin incorporarse pues el nombramiento venía de un miembro de su familia.
      En enero de 1869 fué nuevamente designado para igual cargo por el Dr. Guastavino siendo electo presidente del Tribunal y después de la renuncia de este, fué confirmado por su sucesor el teniente coronel Baibiene, ejerciendo nuevamente la presidencia. Ese mismo año, fué electo diputado nacional, pero renunció sin incorporarse pues se le creaba una situación que sus convicciones políticas no le permitían resistirla. Si se incorporaba debía sustentar la política del presidente Sarmiento, con quien se habían producido ya algunos rozamientos periodísticos. Optó por el camino más corto para un hombre de principios firmes e hizo renuncia del cargo.
      Hasta mediados de 1871 permaneció en el Superior Tribunal de Justicia, presidiéndolo y teniendo por compañeros al Dr. Felipe J. Cabral y Dr. Juan Lagraña, ambos ex-condiscípulos en la escuelita de Fray José de la Quintana, cargo que renunció pues su designación de senador nacional le impedía seguir desempeñándose en la magistratura.
      Incorporóse Torrent al Senado de la Nación en la sesión del 25 de julio de ese año. Iniciase entonces una de las épocas más interesantes de su fecunda vida de hombre público. Eran senadores entonces el general Mitre, Manuel Quintana, Dalmacio Vélez Sarsfield, Wenceslao Díaz Colodrero, Abel Bazan, Benjamín Vlllafañe, Manuel José Navarro, José M. Arias, Federico Ibarguren, Nicasio Oroño, Joaquín Granel, José María del Carril, Mateo Luque, Tadeo Rojo, Federico Corvalán, Juan Llerena, Benigno Vallejo, Apolinario Benítez, Daniel Aráoz, Eusebio Blanco, etc. Trabajó desde su banca en bien de su provincia, presentando a los pocos días de su incorporación y obteniendo sanción el proyecto de ley por la cual se destinaba la suma de cuarenta mil pesos nacionales para la construcción de obras de salubrificación en la ciudad de Corrientes, obra de sentida necesidad en aquella época.
      Al terminar el año 1871, agitóse una vez más La opinión pública de la provincia en torno al problema de la elección de gobernador y vice. El ejercicio triunfante en Ñaembé, inspirado por su jefe y gobernador coronel Santiago Baibiene impuso las candidaturas del Dr. Agustín P. Justo y del coronel Manuel de Jesús Calvo, para ambos términos de la fórmula. El coronel Sosa se sintió lastimado en sus justas pre tensiones, pues Baibiene le había hecho entrever la posibilidad de su candidatura, y conspiró contra la situación. Contaba con la buena voluntad del gobierno de Sarmiento, quien a toda costa quería producir un cambio favorable a su política en la situación correntina. Ya se verá cómo la obra de Sosa, quien no tuvo en sus primeros trabajos el apoyo nacional, fué aprobada por éste.
      El coronel Sosa fué trabajado por los fusionistas para efectuar la revolución y se dijo entonces que había sido comprado por una onzas de oro. La especie nos parece mezquina, que recibió dinero es cosa cierta, más lo recibió como todo jefe que ha de encabezar una revuelta, pues no había de comprar armas, ni lograr medios de locomoción ni adquirir caballada con buenas razones o con bellas promesas de triunfo.
      La prensa nacional comentó la ayuda de algunos personajes de Buenos Aires con dinero y el coronel Sosa manifestó haber recibido alguna suma de dinero que la distribuyó entre sus hombres a quienes vistió y alimentó.
      El Dr. Valerio Bonastre en ?Varones Correntinos?, al estudiar la personalidad de Sosa y abordar este momento de su vida dice: ?Después los felices triunfadores abusaron del éxito fácil colmando en desaciertos: con vanidad chocante lastimaron al vencido sin percatarse de que su derrota no involucraba la muerte de su altivez señoril de soldado?. Tras esta situación anímica que le creaba el gobierno, estaba un grupo calificado de personajes, fusionistas todos, que aprovecharon hábilmente el estado de cosas y acaso lo precipitaron con hábiles intrigas. Sosa decidió hacer la revuelta a Justo y fué a consultarle a Eusebio, su amigo y compañero desde las aulas de la escuela primaria. Torrent se opuso terminantemente a la revuelta y trató de disuadirle de tan infeliz idea. De nada valió la vieja amistad, anudada con vínculos íntimos, pues Sosa persistió en su propósito belicoso. Triste debió ser su estado moral al verse menoscabado por el gobierno y azuzado por sus ?amigos? fusionistas.
      Torrent trató de cruzar el movimiento advirtiendo al gobernador Dr. Justo de las intenciones de Sosa, sin asumir el papel de delator, ya que por otra parte, ellas eran conocidas en la ciudad, más tropezó con la incomprensión o ingenuidad del gobernante. Al verse incomprendido fuese a ver al ministro Dr. Juan Lagraña, hombro de indiscutibles condiciones intelectuales, hecho por el esfuerzo propio en la vida de relación, quien tampoco quiso oír a Torrent.
      El Dr. Adolfo Contte, ex gobernador de la provincia, hombre de virtudes y gran admirador de Torrent y de este confidente, nos relató tiempo antes de su muerte, la entrevista sostenida por Torrent con el ministro Lagraña. Sentado este en su despacho recibió al visitante, quien expuso los motivos de su visita. A medida que Torrent insistía en su argumentación, Lagraña, fué perdiendo el control, hasta que incorporándose con violencia y retirando con las piernas el asiento, comenzó a dar puñetazos en la meza que tenía ante sí diciendo: "Sábelo Eusebio, que me cisco en Sosa, me cisco en Sosa!".
      Dos días después el 9 de enero de 1872, a los catorce días de haber tomado el mando era depuesto el gobernador Justo por el Coronel Sosa haciéndole prisionero juntamente con el presidente de la Cámara legislativa Filemón Díaz de Vivar y el ministro Lagraña, quien fue trincado. Después siguió a la revuelta la lucha sangrienta, fratricida. Dos choques: San Jerónimo y El Tabaco, favorable para el gobierno el primero y adverso el segundo, consolidaron la obra de la revolución. La Nación del 13 de enero de 1872 decía: "El señor ministro de la guerra debe estar satisfecho. Está vengado de la victoria de Naembé en que el gobernador de Corrientes demostró -haciendo al país un servicio invalorable- la nulidad ministerial. Está vengado de las interpelaciones del diputado Justo, prisionero hoy de los revolucionarios. Ha desaparecido un gobierno del que no podía disponerse para la elevación de ciertos candidatos".
      El Dr. Hernán F. Gómez en su obra ?Los últimos sesenta años de democracia y gobierno en la provincia de Corrientes?, editada en 1930 inculpa al Dr. Torrent de haber sido el instigador de Sosa, para que diera por tierra con el gobierno de Justo, al verse desairado en sus pretensiones, pues el mismo autor nos dice que d Dr. Torrent aspiraba o la gobernación de la provincia. No rebatimos la aspiración que por otra parte era muy justificada y a pocos eran los hombres públicos de Corrientes que en aquella hora habrían podido resistir un parangón ante los quilates. Ya el Dr. Justo Álvarez Hayes, en una madurada conferencia sobre la personalidad de tan preclaro varón, pronunciada en el Colegio de Abogados de Corrientes, en diciembre de 1934, al conmemorarse el centenario de su natalicio, rebatió apoyado en referencias que había escuchado del Dr. Contte, el punto de vista del Dr. Gómez.
      Es verdad que se inculpó a Torrent de haber sido el instigador de la revuelta, aprovechando la íntima amistad que le unía a Sosa.
      Vamos a demostrar la inconsistencia de la inculpación. Al día siguiente de la revuelta, el 10 de enero, se embarcó Torrent con rumbo a Buenos Aires, visiblemente disgustado con Sosa por su actitud, y no regresó si no a fines de abril, para atender sus bienes y retomar luego n Buenos Aires, donde le reclamaba su cargo de senador nacional.
      Quién había instigado a un jefe valiente como pocos a voltear un gobierno, alimentando la idea de alcanzarlo de hecho o de derecho no se aleja del teatro de los acontecimientos sino que por el contrario queda a recoger el fruto.
      V hay algo más notable y es que él no sabía que había sido el inspirador de la revuelta. Él 1 de marzo de 1872 le escribía su hermano Victorio: "Respecto a tu venida no creo prudente lo hagas por hoy, pues a pesar de creer que no te perseguirán serias el blanco de la prensa y te imputarían hechos que ni los sueñas y buscarían mancharte o atribuirte algo para molestarte?. (Archivo Torrent).
      La carta de don Victorio no tiene desperdicio. Véase que le habla de imputación de hechos que ni sueña y que buscarían atribuirle algo para molestarle o mancharlo. Aquí está la clave de toda la patraña. Los señores de la fusión, esquivando con no poca cobardía la culpa ganada en la jornada, atribuyeron a Torrent el consejo a Sosa.
      Y hay algo más. A quien había contribuido tan eficazmente a derrocar el gobierno y dejar en el llano a su partido, le esperaba el desprecio y el rencor de sus partidarios. Torrent, en cambio, fue rodeado por todos sus amigos, como nos lo indica el epistolario que se conserva en su Archivo. El único con quien llegó a distanciarse fue con la víctima propiciatoria de la revolución del doctor Justo, a quien le ganó el desencanto y creyó la patraña fusionista.
      La revolución de 1872 fue obra exclusiva de la pasión de Sosa y de las intrigas de los fusionistas, y no de las inspiraciones del doctor Torrent.
      Torrent, en su folleto "Sin Odios?, publicado en 1876, dijo: ?El 9 de enero de 1872 no alumbró una revolución del pueblo: la guardia del gobierno, seducida por su jefe, dio el grito de la rebelión más injustificada, y para formarse una idea moral de los hombres que así arrastraban al matadero a sus conciudadanos basta saber que no se recataban en propalar que habían comprado a su jefe por dos mil patacones, no encontrando diferencia entre la bajeza del que vende una conciencia y aquella del que la compra...?
      ?Efectivamente, bastará fijarse en las condiciones individuales de los que sostenían esa administración, que formaban la base de su poder y daban tono a su autoridad para comprender que el coronel Baibiene no podía aspirar al predominio individual. Ni Igarzábal, ni Alsina, ni Juan Lagraña, ni Torrent, ni Plácido, Juan Esteban y José Martínez, ni Irenarco Ramírez, ni Llopart, ni el mismo Sosa eran hombres de sucumbir ante la personalidad de Baibiene y cambiar su papel de amigos voluntarios por el de sus instrumentos serviles".
      "Una actitud vigilante y desconfiada de parte de la oposición era lógica, pero una rebelión sangrienta no estaba justificada por esas situaciones extremas, en que la razón autoriza el recurso de la guerra. No, sólo una ambición desenfrenada pudo inspirar designios tan desastrosos, y hace ya muchos siglos que la madre de un tigre humano enseñó al mundo la fórmula sangrienta de esa ambición: ?occidat dum imperet".
      ?El coronel Sosa, que por dos ocasiones había dado el poder a la rebelión, se encontraba descontento de sus amigos, y sin ninguna posición oficial, comprendiendo su desamparo o sintiéndose ya hostilizado por una fracción del
      partido vencedor, procuró entenderse con el coronel Reguera, y buscó su acuerdo para los próximos trabajos electorales. Es posible y aun probable que el coronel Sosa hubiese triunfado en las elecciones de la capital?.
      "No se necesitaba más para que el primer caudillo de la "restauración del sufragio? libre experimentase en sí mismo el alcance y efecto de esa gloriosa conquista. Un acuerdo entre Sosa y Reguera hubiera traído probablemente la elección del señor Pampin, cuya candidatura era entonces generalmente rechazada por los directores de la política.
      "... Apercibidos algunos liberales del descontento del coronel Sosa, creían que este jefe no se mostraría sordo a insinuaciones de nuestro partido si ellas le eran dirigidas por el doctor Torrent, en cuya rectitud tenia siempre una gran confianza. El señor Félix Delfino refirió en cierta ocasión al doctor Torrent lo que a algunos amigos había oído opinar a este respecto, y obtuvo de este señor la contestación siguiente: ?Aunque supiese que el coronel Sosa había de prestarse a un plan semejante, no se lo propondría jamás. ¿Qué partido sería el nuestro si no pudiese mandar si no a condición de recibir el poder del coronel Sosa, que acaba de quitárnoslo? Si yo hablase con ese jefe, sería para aconsejarle, por conmiseración, que se aleje de aquí, pues corre riesgo de ser asesinado o amarrado en pleno día en las callea de nuestra ciudad".
      ?.. .Si la causa del alzamiento de enero hubiera sido la reivindicación del sufragio popular, preguntadle a la historia de todos los tiempos y a los sabios de todos los países, eso habría sido su resultado inmediato, lógico, invencible. Cuando el pueblo se levanta para defender un derecho, si triunfa, lo impone siempre, lo hace prevalecer en despecho de todas las ambiciones conjuradas?
      Después de la publicación de este folleto no se alzó ninguna voz para replicar sus afirmaciones, y vivían aún los actores del conflicto, excepción hecha del doctor Lagraña, fallecido a raíz de heridas recibidas en El Tabaco.
      Sosa fue tomado prisionero en pleno centro, a la luz del día, mediante una hábil patraña maquinada por los fusionistas en unión del coronel Marcos Azcona, adicto a la política ministerial. El jefe revolucionario iba desarmado, pues de no ser así se habría producido una verdadera masacre. Después le fue remachada una barra de grillos, y mientras tal sucedía rugió: ?Entre qué bandidos me había encontrado?. Los hechos lo quitaban ahora la venda que Torrent no se la había podido retirar de los ojosa con buenas razones.
      Dos años después, en 1874, fue proclamada su candidatura a la vicepresidencia do la República, integrando la fórmala encabezada por el general Mitre. El primer escamoteo electoral y la primera imposición presidencial dio el triunfo a la fórmula Avellaneda Acosta, que obtuvo el voto de 146 electores, Lo fórmula Mitre-Torrent obtuvo solamente el voto de las provincias de Buenos Aires y Santiago del Estero, menos uno de ésta, con un total de 70 electores. Corrientes esa vez más negaba al hijo dilecto.
      A partir de ese año su gestión de legislador en favor de su provincia vióse trabada por la situación económica del país y por la oposición de los hombres adictos a la política presidencial. Habíanse incorporado al Senado Sarmiento, Rocha, Iriondo, Leónidas Echagüe, Jerónimo Cortéz, Aureliano Argento. Con el primero la hostilidad fue franca y constante. En cierta oportunidad manifestó Torrent, en el Senado, que se había hecho una ?devoción? rebatirle sus palabras. Pero su acción de legislador, como miembro de la comisión de Hacienda o de la especial de límites, fue proficua, a la vez que interviniendo en los debates sobre las más diversas materias, fueren estas colonizaciones, inmigración, ferrocarriles, papel moneda, legislación o asuntos constitucionales o en defensa de la cultura e instrucción pública, le señalan ya madurado en la ilustración y en los recursos parlamentarios. Con Rawson y Oroño formaba en el frente del mitrismo, su defensa de caros ideales de argentinidad y de elevados principios, aferrado a la Constitución como fuente pura de justicia y buen gobierno.
      Su enemistad con Sarmiento tenía una corta raíz. Habían sido amigos cordiales cuando ambos representaban a su país en el exterior. Las cartas escritas por Torrent desde Rio de Janeiro a su amigo, a la sazón en Washington, dicen de un sano y cordial intercambio espiritual y afectivo, sentimientos que se afianzaron más durante la estancia de Sarmiento en Río, ya presidente electo. Desde la capital carioca habían viajado juntos en agosto de 1868, intimando de veras. Fue al discutirse la ley de amnistía para los revolucionarios de 1874 que en el Senado (sesión del 13 de julio de 1875) quebraron violenta y definitivamente sus relaciones. Hablaba Sarmiento, con su estilo particularísimo, de dar palos a diestra y siniestra, cuando Torrent llevóse un pañuelo a la cara. El Diario de Sesiones registra estas palabras. ?Suspendió aquí el orador su discurso, encarándose con el señor senador Torrent, que estaba riéndose en frente...?. Torrent no reía en tal momento, sino que por hallarse resfriado habíase llevado a la cara un pañuelo, salpicado de agua de colonia, y al muy irascible orador parecióle que reía. Prodújose entonces un cambio de palabras entre el senador doctor Manuel Quintana y la presidencia, pues éste, que se hallaba en la misma dirección que Torrent, creyóse aludido. Sarmiento dio las explicaciones, y hasta retiró los términos ofensivos para el senador correntino, comentando la vieja amistad que les había unido, agregando: ?...bien digo que no he dicho nada, que el señor senador no se ha reído en mis barbas, que habrá sido una negligencia?... Pero no le dejó Torrent acabar la frase, porque le replicó. ?No, señor, es todo lo contrario. Se me ha cubierto el rostro de rubor, señor presidente, cuando ha dicho el señor senador que los asesinos se designan con los nombres de Bartolomé Mitre, Guillermo Rawson, el venerable general Paunero y otros por esto estilo?. Los aplausos espontáneos y prolongados a estas palabras de Torrent obligaron al senador Frías a pedir que se despeje la barra.
      Dos veces golpeó fuerte Torrent a Sarmiento en el Senado. La primera vez, al discutirse el referido proyecto de ley de amnistía. En la sesión del 17 de julio de 1875, ante un brioso ataque, decía Torrent: ?...El señor senador por San Juan, miembro informante de la comisión de Negocios Constitucionales, al hacer un discurso personal, extenso y abarcan de los horizontes que él comprendía, no tuvo, mi juicio, por objeto dar una pueril satisfacción a su vanidad; si hubiese sido éste su único propósito, nos habríamos abstenido de considerar la cuestión bajo ese aspecto, dejando al señor senador que terminase sus días abrazándose a sí mismo, como Isabel de Inglaterra a la corona, para probar con ese abrazo eterno cual había sido su único o su mayor amor sobre la tierra, pues todo eso no pasaría de una de esas flaquezas de la que ni los grandes hombres están libres?'...
      La segunda vez fue tres años más tarde, en la sesión del 11 de julio do 1878, cuando al defender la causa de Corrientes, produjo una extensa y profunda pieza oratoria. Sarmiento se había despachado a su gusto sobre la situación política de Corrientes, emitiendo juicios injuriosos sobre su historia, hombres más prominentes y valores éticos, improperios que el editor de ?Obras Completas? ha tratado de justificarlos y atenuarlos, atribuyendo al mitrismo la explotación antojadiza de los términos de Sarmiento.
      Al terminar Torrent su discurso, decía: ?...Pero el señor senador por San Juan me ha de permitir, sin embargo, decirle algunas cosas. Yo he visto a mi provincia, como la veo hoy, desgraciadamente, presa de grandes desventuras; he asistido desde mi infancia a muchos de sus momentos de dolor, que son las más en su triste historia. Siempre, señor presidente, ha sido, sin embargo, generosa hasta con los enemigos que combatía. Yo la he visto también en los raros días de la compensación de la victoria, serena, digna y compasiva, tender la mano y ofrecer el consuelo al enemigo implacable, que acababa de postrar a sus plantas, pero nunca me habrá parecido más indulgente y más altiva, más digna, generosa y compasiva. .. como cuando lleguen a su oído los cívicos obsequios que al día siguiente de haber salvado a la República ha venido a ofrecerla el afortunado compatriota que tiene un asiento en esa banca...?
      ?Corrientes tiene derecho a todo esto, señor presidente. Creo que se me permitirá afirmarlo y que no se contestará esta afirmación?...
      ?Voy a terminar con algo más, que no hubiera querido decir al fin de mi discurso. En las grandes desgracias públicas no debe buscarse el consejo del único ciudadano que permanece feliz. Para ese los labios doloridos pueden pronunciar en cualquier momento la profunda interrogación de Mirabeau: ¿Creéis que porque nada habéis pagado, nada debéis ?...
      Días después Mitre, desde las columnas de ?La Nació», remataba a Sarmiento con su ?Ayerecó Cuaha Catú".
      Habló entonces Torrent en nombre de Corrientes, ?representando su tendencia colectiva, su sabor y espíritu popular?, al decir de Vargas Gómez. Este mismo autor, en su ?Breve noticia sobre trabajos escritos de correntinos?, dice, refiriéndose a Torrent: ?No obstante su distinguida ilustración y su talento, no ha producido obra escrita si no con fines de circunstancias, lo cual es una lástima, pues a través del orador renombrado y conocido se advierte la clásica cultura de su espíritu y sus dotes de estilo, que hubieran hecho de él un gran escritor. Le habrían faltado o ambiente o inclinación o tiempo, o todas aquellas cosas juntas.?
      El último año de su actuación parlamentaria impugnó con entusiasmo y vigor el "modus vivendi" firmado con Chile, por los ministros Montes de Oca y Balmaceda, en las históricas sesiones secretas de junio.
      La muerte de Plácido Martínez, acaecida el 18 diciembre de 1879, le arrancó sentidas palabras ante su tumba, y meses más tarde presidió la comisión formada para honrar la memoria de tan distinguido y valiente militar.
      Al terminar su mandato de senador volvió a tu provincia natal, para dedicarse de heno a la atención de sus intereses particulares.
      El año 1880 se inició sombrío para la situación política de Corrientes. El gobierno del doctor Felipe J. Cabral comisionó a Torrent para que fuera en misión ante el doctor Tejedor a pactar una alianza con el gobierno de Buenos Aires. Torrent declinó la misión, y fue entonces encargado el general Mitre. Producidos los tristes sucesos de junio en Buenos Aires, estipulada la paz y caído Tejedor, el gobierno nacional desató sus furias sobre Corrientes, la aliada de la víspera, abandonada en la hora del armisticio.
      El general Mitre sabia ?lo consignó ?La Nación?? que el general Luis María Campos había sido comisionado por el gobierno nacional para provocar desórdenes en Corrientes y justificar así el envío de la intervención. Pero las fuerzas correntinas habían chocado en territorio entrerriano en momento en que Tejedor tambaleaba. He aquí una razón para intervenir, pese al artículo de ?La Nación? intitulado ?No intervención a Corrientes?, publicado el 2 de junio, en el que se analizó La situación local, comentando un telegrama del doctor Pellegrini, ministro de Guerra, al coronel Obligado. Pero recién cuando, el 3 de julio, el presidente decretó la intervención, la prensa nacional se dio cabal cuenta de la injusticia. ?Es necesario ?decía ?La Nación? el 11 de julio? que la pacificación se haga por completo, bajo el imperio de la Constitución Nacional, y salvando su integridad constitucional, las autonomías provinciales. La pacificación no es otra cosa que la vuelta a la vida normal, con el libre juego de las instituciones, sin cavilosidades, sin ventajas de contrabando, sin acechanzas partidista?... De otra manera la paz no existirá, y vendrá el malestar profundo. La ruina de la nación, los odios y la lucha constante y sin cuartel. Todo es posible dentro de la Constitución y el patriotismo; todo es posible dentro de la abnegación de los hombres y los partidos; sólo es imposible la muerte de la libertad y el dominio y el triunfo de la fuerza no subordinada a los principios?.
      Esta noble sugestión, que parece salida de la pluma de Mitre, no fue oída por los hombres de gobierno, y desataron sobre Corrientes una intervención, que ha quedado señalada con piedra roja en los anales de la historia política argentina. El doctor Mantilla alguna vez la de ?ciclón?. Recién en 1880 Corrientes vivió el año 40, que no lo la había sufrido ni en los días que sucedieron a Arroyo Grande, con Pedro Dionisio Cabral, ni después de Vences, con Miguel y Benjamín Virasoro. Fue designado interventor el ministro del P.E. doctor Miguel Goyena, quien antes de hacerse cargo del mando envió al comandante Rufino Ortega para que le allane el camino. Los desmanes de Ortega son sin cuento. Encarceló a los más calificados ciudadanos del gobierno caído, y si ello es justificable como medio político, no lo es en cambio, el trato dado a los prisioneros. Un procedimiento nuevo se usó para la señalar las casas cuyos jefes se hallaban reducidos a prisión: se les obligó a izar la bandera nacional. Torpe ofensa para nuestro emblema, pues se la usaba como aviso para el enemigo, de que en esa casa tenía carta blanca para el pillaje.
      Muchos fueron los ciudadanos que tomaron camino del exilio. Torrent, el ex gobernador Dr. Cabral, don Benito Sánchez, el capitán Augusto Millán, D. José Vázquez, D. Rafael Miérez, embarcaron a bordo del "Osorio" aprovechando la obscuridad de la noche. Advertido el comandante Ortega de la fuga, impartió órdenes para que fuese perseguida dicha nave. A bordo del ?Proveedor? subió una partida al mando del teniente coronel Francisco Garrido para cumplir tal misión. Viajaron ambas embarcaciones, pequeñas y de poca velocidad, durante toda la noche remontando los ríos Paraná y Paraguay. En las primeras horas del día llegaron al puerto paraguayo de Humaitá perseguidos, a corta distancia por las fuerzas de Ortega, cambiándose algunos tiros.
      El teniente coronel Garrido tenía órdenes de Ortega de traerlos ?vivos o muertos?, más no pudo cumplir su cometido porque el capitán del puerto paraguayo se negó a entregar a los exilados, indicándole la vía diplomática para el reclamo correspondiente, o que le presentase una orden firmada por el presidente del Paraguay, para proceder a su entrega. Esto ya era mucho pedirles a los enviados de Ortega.
      Aproximadamente cinco meses permaneció Torrent en el país hermano. Después de corta estancia en Humaitá trasladóse a Asunción donde cultivó la amistad de los hombres más destacados de aquella época ejerciendo su profesión de abogado a la vez que brindando sus consejos y vistas sobre problemas de gobierno.
      Pero si a Torrent le mortificaba la situación política de su provincia, le afligía la de su familia ? Las cartas escritas por su digna esposa, llenas de afecto y ternura y las noticias de sus hijos, pequeñuelos aún, le llegaban hondo. Contábale su esposa que más de una noche, ante las amenazas de las fuerzas de Goyena, debía despertar a sus hijos, vestirles y estarse lista para huir en demanda de socorro a casa de sus mayores, pues se había prometido que solo en caso de fuerza mayor abandonaría su hogar. Digna compañera de su esposo, negóse a aceptar un rasgo caballeresco del cónsul italiano don Juan Resoagli, quien ofrecióse a trasladar el consulado a casa de Torrent para ponerles bajo la protección de la corona italiana, ignorando tal vez que los consulados no gozaban de territorialidad. Entonces contestóle a Resoagli esta digna dama: ?No es posible, señor: yo soy argentina, lo es mi esposo y son mis hijos y es imposible que en nuestro país tengamos que recurrir a extranjeros?. Desde Asunción su esposo aplaudía tan noble gesto.
      Regresó Torrent después de publicado el decreto de amnistía de fecha 5 de enero de 1881, dedicándose de lleno a atender sus intereses particulares. De entonces hasta mediados de 1890 transcurre una etapa interesante de su vida. Dedicóse a cultivar su inteligencia, a ejercer el periodismo y a luchar contra la adversidad.
      A fines de 1883, en noviembre publicó ?Las Cadenas??, fundada por Inspiración de Manuel Pedevilla. El título fué elegido por Torrent, quien era a su vez el redactor principal, pues nadie quiso prestarle colaboración ni proporcionar ayuda a Pedevilla como no fuere el Dr. Manuel F. Mantilla, quien remitía colaboraciones desde Buenos Aires. Y a manera de frases liminares, el periódico se hallaba encabezado por la famosa frase de Alberdi ?Gobernar es poblar? y por un concepto de Torrent: ?Gobernar es moralizar?. Desde las columnas de este periódico, por muchos motivos importantes, el Dr. Torrent hizo una campaña culta y elevada contra los gobiernos de Soto, Derqui y Vidal, en su primer año, pues en 1888 alejóse del periódico para atender la salud del mayor de sus hijos. Algunos artículos madurados y profundos, son expresión de su anhelo de buen gobierno y de nobles ideas políticas regeneradoras, a la vez que de respeto a la constitución. Tiempo hubo en que a manera de permanente publicó en la primera columna de la primera pág. el art. 17 de la Constitución Nacional en su parte que dice: ?La propiedad es inviolable y ningún habitante de la nación puede ser privado de ella sino en virtud de sentencia fundada en ley...? y el art. 18 en su texto íntegro. Era una manera elocuente de llamar a la cordura de las autoridades y de contener desmanes. Algunos artículos como ?Sursum Corda?, Gobernar es moralizar, Ciencia de Gobierno, Provincias y Gobernadores, Las Instituciones, podrían ser reproducidos en la actualidad sin resultar anacrónicos.
      Simultáneamente con esta labor periodística se refugió en la amistad de Mitre. En una glosa que publicáramos en ?La Nación? del 8 de octubre de 1939, comentamos unas cartas cambiadas entre ambos personajes, que dicen con elocuencia del íntimo afecto que les unía. Este cultivo de la amistad era un remanso de paz para su espíritu.
      Sus preocupaciones por mejorar la raza de su ganado en sus campos en Esquina, por adquirir sarmientos de vid o higueras de Mendoza para aclimatarlas en sus propiedades, le insumían dinero y hasta le trajeron fracasos, mas no vencieron su espíritu recio, ni olvidaba los problemas vitales de su provincia. "Si se realiza el ferrocarril proyectado -escribía a Mantilla el 20 de septiembre de 1886- el desenvolvimiento industrial y comercial de Corrientes ha de ser rápido, influyendo de reflejo en su orden político. Aquí seguimos cebando la lámpara, como alguna vez dijimos. La fe no se extingue aunque se debilite la esperanza".
      Los contrastes no Le arredraban. Interesado en salvar su situación económica a la sazón precaria tentó el cultivo de La papa en gran escala en una quinta que había adquirido al Dr. Mantilla, fracasando en la empresa. A esto sumóse el desastre de su estancia. Escribía a su hermano Agustín: ?El desastre de la estancia continúa, sigue muriendo mi ganado, pero no me abatato querido hermano, ni por eso me perturban en lo más mínimo los ejemplos de opulencia súbita que aquí se ven en cada boca calle, al favor de esta situación tan vergonzosa y tan dolorosa para todo hombre honrado y para el buen ciudadano mucho más?.
      No le rinde tampoco la epidemia de cólera que a fines de 1886 azotó a Corrientes. Más el luchador fuerte ha de caer rendido ante un conflicto íntimo. Su hijo Isaac, abandonó su estudio secundario impulsado por una fuerte vocación militar. Llenados los requisitos de práctica en marzo de 1888 le enviaba a Buenos Aires, con cartas al general Julio de Vedia: "El hijo que entrego a la patria es un objeto especial de mi afecto por muchos otros títulos que el de padre. No siento el sacrificio porque lo hago a quien le debo todo?. En vano ha querido ser fuerte ante el general de Vedia, pues escribirá a su hermano Agustín: ?Hago un sacrificio muy grande y quedo con el alma destrozada?.
      Las noticias del mitin del jardín Florida y las del realizado en abril de 1890, al que Mitre hiciera llegar su voz profética, animaron el corazón del viejo luchador. Ante la reacción unánime del pueblo porteño, escribía a su amigo don Belisario Roldán: ?Estoy ansioso de ir a ésa, ver a los amigos y reposar el ánimo en medio de ellos y de la inolvidable Buenos Aires?.
      Mitre escribió a su amigo refiriéndole el estado de cosas en el país y Alem, solitándolo su apoyo y colaboración para la revolución que se preparaba. Se anunciaba de veras la aurora de libertad de que hablara Mitre. Torrent apoyó decididamente la obra revolucionaria de la Unión Cívica, de la que fue uno de sus prohombres. Prueba de sus merecimientos es que poco antes de la revolución, al organizarse el futuro gobierno bajo la presidencia de Alem, y vice presidencia del Dr. Bonifacio Lastra, confiósele a Torrent la cartera del Interior. Esto nos dice del alto concepto en que le tenían los prohombres de aquella hora, al confiarle el más delicado de Ios ministerios, de triunfar la revolución.
      Torrent dedicóse de lleno a organizar en Corrientes la Unión Cívica. Mantilla por su parte había trabajado desde Buenos Aires con idéntico fin el ánimo de los viejos valores del liberalismo, lográndose aunar voluntades hasta constituir el 21 de septiembre la Unión Cívica de Corrientes. Ese día amaneció de fiesta para la ciudad pues desde las primeras horas de la mañana advertíase la presencia de paisanos venidos expresamente para la reunión. A la una de la tarde, comenzó el acto, amenizado por una banda formada por muchachos del Colegio Nacional, que se ofrecieron voluntariamente.
      El punto de reunión fue un terreno baldío sito en la acera Este de la calle Mendoza entre las de Junín y Ayacucho. Inició el acto el Dr. Torrent pronunciando un discurso lleno de nobles ideas, que fue largamente aplaudido por la numerosa concurrencia.
      Resumiendo, su punto de vista dijo:
      ?No hay en el mundo un derecho más alto que la voluntad popular: su voz augusta ha sido comparada aquí en la tierra a la voz del mismo Dios y no hay tampoco crimen más nefasto que el usurparla o sofismarla, porque es en el donde fermentan los tiranos y [7]

  • Fuentes 
    1. [s1] Medrano Balcarce, Juan Manuel, Medrano Balcarce, Juan Manuel, (jmedrano76(AT)hotmail.com).

    2. [S137] Cutolo, Vicente O., Nuevo Diccionario Biográfico Argentino, (Editorial Elche, Buenos Aires, 1968. De este diccionario se editaron varias ediciones actualizadas, hasta el 2004.).

    3. [S251] Scaramellini Guerrero, Francisco José, Tres Familias Correntinas: Torrent, Leconte, Fournier, (Ediciones Moglia, Corrientes, 2001).

    4. [S1] Medrano Balcarce, Juan Manuel, Medrano Balcarce, Juan Manuel, (jmedrano76(AT)hotmail.com).

    5. [s1] Medrano Balcarce, Juan Manuel, Medrano Balcarce, Juan Manuel, (jmedrano76(AT)hotmail.com), https://familysearch.org/pal:/MM9.3.1/TH-1-13055-46200-27?cc=1974183&wc=35TX-VZS:256322301,256322302,256373301.

    6. [S1] Medrano Balcarce, Juan Manuel, Medrano Balcarce, Juan Manuel, (jmedrano76(AT)hotmail.com), https://familysearch.org/pal:/MM9.3.1/TH-1-12856-52993-27?cc.

    7. [S1315] Dato aportado por, Luciano Torrent, lucianotorrent68(AT)gmail(DOT)com.