Notas |
- Tres años antes de emparentarse con los Uriburu Arenales (12-VII-1854) Deidamia García Beeche le escribió los pormenores de "las fiestas Julias", celebradas en Salta, a Adolfo, su "querido hermanito", que se hallaba por negocios en Cobija (entonces departamento litoral y puerto de Bolivia, después apropiado por Chile, a raiz de su victoria en la guerra del Pacífico). "El nueve por la mañana, al salir el sol, enarbolaron la bandera; los mozos le hacían guardia. La víspera también salieron todos los jóvenes en el bando, haciéndole la guardia a la bandera. Y como te iba diciendo, el 9, a las once, fue la misa con sermón, y fueron al Cabildo donde hubieron muchos brindis. De allí se fueron al patio de Doña Pepa (Arenales de Uriburu), donde estaba dispuesto el ramillete y estaban todas las señoras. Allí cantó la Manuela Uriburu una aria ella sola, y después cantaron a coro una porción de niñas un trozo de Lucía; también bailaron. De allí se retiraron a las tres de la tarde, y a las cinco se fueron todas las señoras muy compuestas a la plaza, donde hicieron los cívicos unas evoluciones muy lindas que les enseñó Mangudo. Sacaron después la bandera y dieron vuelta a la plaza, cantando en cada esquina la Canción Nacional, y a la noche bailaron de improviso en el patio dispuesto para el otro día que era el gran baile; el que ha estado divino, muy bien iluminado, y todas las niñas muy lindas…".
Algunos párrafos de las cartas enviadas a sus hijos por Gregoria Beeche de García revelan - entre jugosas referencias políticas e intimidades sociales y de familia - cierta benevolencia reticente de la señora, que poco a poco se va trocando en franca ojeriza - hacia quien sería su nuera y hacia el clán de los Uriburu. El 28-III-1856, aquella le escribe al hijo Adolfo, a la sazón en Cobija: "Lo que he venido del campo me he encontrado con una estrecha relación en casa de las Uriburus … casi todas las noches vienen acá y toca y canta Manuelita, todos los domingos se vienen desde por la tarde y ya no se van hasta las 10 de la noche … Doña Pepa (Arenales) se ha ido al Valle y han quedado las niñas con su padre … Ha llegado un pianista del Tucumán, que viene a servir de maestro acá. Un porteño … muy joven y muy buen mozo, dicen que es un botarate. Ha tocado el piano acá, lo toca bien, le lleva poca ventaja a Manuelita. Toca un vals muy lindo, compuesto por él. Se lo apuntó a Manuelita, y al otro día ya lo toca ella tan bien como él … Sabrás que estoy celosa con vos, porque creo que todo tu cariño está reconcentrado en Manuela".
El 27 de mayo doña Gregoria seguía informándole a Adolfo: "En estos días ha habido 2 tertulias, la primera fue un convite de don Saturnino Tejada a Sergio para tomar un néctar; y bailaron hasta las 2 de la mañana. la segunda fue el 23 de Mayo en casa de don Evaristo (Uriburu). Nos mandó decir mi comadre (Pepa Arenales) que lleváramos nuestros huéspedes. Así lo hicimos, y habían preparado cerveza, mistela con macitas y el néctar. Bailaron hasta las 12, y tu buen hermanito ha estado como el mismo mandinga. Anoche ha despotizado a Manuelita hasta que más no ha podido. No ha bailado con ella una sola vez, no la ha convidado en toda la noche, y me ha hecho desesperar a mí de aflicción de ver que estaban advirtiéndolo sus padres; y todo era por no se que historias del baile anterior, que no había querido tomar ella una copa de champán por él. En fin no sé en qué parara esto".
Un mes más tarde, la señora le escribía al hijo ausente: "Veo que tienes mucha razón de estar celoso de tu hermano (Sergio), porque no distingue a una cuarta, tal es el camote que le tiene a la Manuela … El que tu pensaras en la Manuela era un disparate, porque es de tu misma edad, y aún para Sergio es vieja, porque luego se envejecen ellas, y quedará él joven … Me parece mil veces mejor Panchita (Uriburu Castro), porque no hay ese orgullo tan refinado, y en esa familia no se acostumbra a dominar al marido y ponerlo bajo la suela del zapato. También don Juan (mi bisabuelo Uriburu) es una alhaja, hombre capaz de dar la mano al yerno y con su industria hacer mucho". El 16 de agosto, a vuelta de mensajería, la escribidora insiste con el tema: "No me explico como (Sergio con Manuela) fomenta esa pasión, sabiendo que es preciso tener calzones para entrar en esa casa" (la de Uriburu Arenales).
Y el 12 de septiembre la madre le previene al flechado Sergio, que está en Cobija ya decidido a casarse al retornar a Salta: "Un hombre enamorado no vé ni distingue una cuarta; por esto omitiré darte ningún consejo … No tengo otras observaciones que hacerte, sino aquella que recuerdo te hice una vez, de lo mucho que me disgustaba el manejo de mi comadre (Pepa Arenales) con respecto al dominio que tiene sobre su marido. Porque me parece ver un hijo de mi corazón dominado por una mujer, cuyos caprichos tuviera que sufrir. Esto es hijo lo único que me desagrada en esta muchacha (Manuela), que es el retrato vivo de su madre; y tanto más me choca, cuanto yo he sido de la opinión de que la voz del marido ha de prevalecer, y tal ha sido siempre mi sistema en mi matrimonio. Por lo demás, es muy a mi gusto, bien educada y pertenece a una familia digna de enrolarse en ella".
Un lustro después, fracasada ya la "revolución de los Uriburus", Deidamia García Beeche le apuntaba (20-VI-1864) a su hermano Adolfo, que se hallaba en Buenos Aires: "La Manuela no pone sus pies en casa desde que han sucedido estas cosas. Dice que tiene vergüenza de salir porque no las quieren saludar las gentes, y como han oído todos los insultos que les han dirigido el día del triunfo, tienen en parte razón, porque les han dicho (a los Uriburu) excomulgados ladrones, y por este tenor improperios, y los llevaban presos con esos insultos, y hasta tierra dice que les echaban los muchachos. Bastante están sufriendo los pobres".
por Carlos Ibarguren
|