Notas |
- A los 88 años, falleció el 17 de marzo Hugo R. Carcavallo, abogado laboralista de gran prestigio, católico ejemplar, que brindó una intensa dedicación a la Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires (UCA), donde fue miembro del Consejo Superior y presidió el Consejo de Administración.
Durante su gestión, acompañando el rectorado de monseñor Guillermo Blanco, fue uno de los impulsores del proyecto del campus universitario de la UCA en Puerto Madero, junto a empresarios como Sebastián Bagó y Luis Bameule (h).
Era profesor emérito de esa casa de altos estudios; fue allí titular de la cátedra de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, un docente reconocido y querido por sus alumnos.
Desde 1985 dirigía la revista Trabajo y Seguridad Social, de Editorial El Derecho, de la UCA, publicación que se había iniciado en 1973 con la dirección de Mario Deveali, eximio laboralista a quien Carcavallo siempre mencionaba con admiración. Carcavallo amaba el trabajo, tenía una gran contracción a sus tareas, era exigente y cuidadoso para que no se colaran errores en la redacción de esa revista que dirigía ad honorem. Lúcido, una semana antes de morir había revisado un trabajo de un autor nuevo. Su último comentario firmado apareció en septiembre último y se refería a un fallo de la Corte Suprema sobre los tickets canasta, en el caso Pérez versus Disco. Había revisado el número que saldrá en abril, que estaba terminado, pero al cual ahora el doctor Jorge Rodríguez Mancini, destacado colega y amigo suyo, incorporará un artículo evocando su personalidad.
Carcavallo fue profesor adjunto de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde se graduó de abogado en 1948. Y fue profesor en posgrados en las universidades UCA, UBA, Austral y UADE (Universidad Argentina de la Empresa) y en el Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA). Era extremadamente puntual en sus clases, que daba con gran facilidad por su profundo dominio de los temas tratados. Era afable, respetuoso, siempre disponible para atender consultas de alumnos, colegas y colaboradores. Fue un maestro del derecho a cuyo lado se formaron profesionales de primer nivel.
A pesar de su sencillez y su bajo perfil, Carcavallo era considerado el mejor especialista del país en derecho individual del trabajo ?el que trata los casos individuales de las relaciones laborales, no las convenciones colectivas, las huelgas o aspectos sindicales- y es así que el académico Antonio Vázquez Vialard (también un católico ferviente como él) le encomendó el tomo referido a ese tema en su magno Tratado de Derecho del Trabajo (Editorial Astrea, 1983). Con otros autores, participó en la obra colectiva Ensayos sobre el futuro del Derecho del Trabajo en 1997 y colaboró en el Tratado de Derecho del Trabajo, dirigido por Mario E. Ackerman en 2005.
Carcavallo participó como delegado o consejero técnico en reuniones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en Ginebra, y de la Organización de Estados Americanos (OEA). Fue conjuez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Hombre de consejo y jurista de valorada experiencia, en 2004 integró el jurado del Consejo de la Magistratura para designar integrantes de la Cámara Nacional del Trabajo de la Capital Federal.
Era miembro del Instituto de Derecho Empresarial de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales.
Además de dirigir la revista Trabajo y Seguridad Social, donde publicó estudios, notas y apostillas, escribió artículos en Derecho del Trabajo, La Ley, El Derecho, Legislación del Trabajo, Gaceta del Trabajo y otras publicaciones jurídicas. Encaró temas variados, como la reforma laboral, la familia del trabajador, los despidos, la cooperativa como una alternativa para los trabajadores ante la quiebra del empleador, los topes en el resarcimiento y otros. Dictó cursos y seminarios en distintas instituciones del país.
Fue director y vicepresidente del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, entre los años 1986 y 1988. Integró la comisión directiva y era socio honorario de la Asociación Argentina de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social. En 2002, presidió el XIV Congreso Nacional de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, reunido en Mar del Plata. En 1967 había integrado la comisión redactora de la ley 18.345, de organización y procedimiento de la Justicia del Trabajo de la Capital. Ejerció su profesión como socio del estudio Severgnini, Robiola, Grinberg & Larrechea, con sede en un viejo edificio de la calle Reconquista.
En el plano social, actuó en el Rotary Club de la Ciudad de Buenos Aires y en diversas entidades. Un indicio de su proyección humana, profesional y familiar lo da el hecho de que al día siguiente de su fallecimiento, tuvo casi 150 avisos fúnebres en el diario La Nación.
Era miembro de la Academia del Plata, entidad que reúne a intelectuales de orientación católica, surgida en 1875 en torno del Colegio del Salvador. También fue miembro de la Corporación de Abogados Católicos.
Acompañado por su esposa, Giselle Pietranera, y últimamente apoyado en su bastón, era un asistente diario a Misa en la parroquia de Nuestra Señora de las Victorias, de Paraguay y Libertad, a tres cuadras y media de su domicilio, en la calle Paraná, donde vivía desde hacía casi 40 años. Devoto de la Virgen, el matrimonio asistía también a los rezos semanales de la Cofradía del Perpetuo Socorro. El párroco consideraba a este feligrés un ejemplo de dedicación a la vida parroquial. Y formó una buena familia. Tenía seis hijos, cuatro de ellos abogados, que siguieron su vocación profesional. Más allá de su actuación pública, fue un hombre de fe, comprometido con la Iglesia, que procuraba ayudar sin figurar, acercar su apoyo material, su colaboración y su consejo a muchos sin hacerlo notar.
El sepelio se efectuó en el cementerio Alemán, en Pablo Nogués, provincia de Buenos Aires.+ (Jorge Rouillon)
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