| Notas |
- Soltero, sin descendencia.
- Luis Emilio Mitre, fallecido trágicamente a los 58 años, fue abogado y periodista. Pero fue también una persona inquieta por el devenir de las diversas expresiones de la cultura, amante de la música y del arte, un lúcido observador de los cambios que se daban en el mundo.
Desde muy joven se dedicó al periodismo, que llevaba en la sangre por sus ancestros y en el cual se inició en este diario; hizo agudas notas que revelaban a una persona con singular poder de observación de las costumbres sociales, y en sus primeros años mostró una incipiente inclinación literaria, con el seudónimo Luis de Ocaña.
Era el hijo menor del doctor Bartolomé Mitre, que fue director de La Nacion desde 1951 hasta su fallecimiento, en 1982, y de María del Rosario Noales., también fallecida.
Eran sus hermanos mayores María Elena Mitre, Bartolomé Mitre -director de LA NACION desde 1982- y María Elisa Mitre de Larreta.
Al dejar la adolescencia, concluido el ciclo secundario en el colegio San Miguel, trabajó en La Nacion, donde se mostró como un joven con inquietudes y un trato sencillo y desacartonado. Se desempeñó en la revista dominical, que dirigía José Daniel Viacava.
Colaboraciones suyas dan cuenta de su veta literaria. En el suplemento literario de LA NACION aparecieron cuentos como "La fisura", en 1967, ilustrado por Héctor Basaldúa, donde el narrador contaba su romance con una joven, Paula, transcurrido en San Isidro, San Fernando y Tigre. En "Entre cristales" (1973), ese joven de 25 años que era entonces Luis Emilio Mitre hacía hablar en primera persona a un personaje londinense de 53 años que decía: "Nunca creí exactamente en la suerte. Mis ideales se fueron disolviendo hasta perder su razón de ser".
Nacido el 24 de marzo de 1947, Luis Emilio Mitre se recibió de abogado en la Universidad de Buenos Aires (UBA), pero no se dedicó demasiado a esa profesión. Le gustaba viajar y conocer lugares. Viajó a los Estados Unidos, donde residió un largo tiempo e hizo un master en Arts en la Universidad de California en Los Angeles (UCLA), durante cuatro años, centrado en historia y literatura latinoamericanas.
Su vocación se orientó después hacia la poesía, el cuento, la crónica y la crítica de espectáculos, que publicó con su firma en estas páginas. En los años 1984 y 1985, envió desde Nueva York largos artículos para La Nacion, con sutiles observaciones y comentarios, como "Los teen-agers, víctimas y verdugos". Otras notas evidenciaban una singular percepción de las adolescentes que imitaban a Madonna o una apreciación de las fiestas navideñas y su comercialización, iniciada a partir de su mirada a un gigantesco árbol de Navidad instalado en el Rockefeller Center. La versatilidad de temas e intereses se reflejaba en una entrevista a un compositor y músico brasileño, hijo del célebre autor de "Garota de Ipanema", el enfoque de un cuerpo civil de seguridad en las zonas más peligrosas de la gran urbe o los campeonatos de break-dance.
Observador curioso, con un amplio espectro de intereses, confería a sus escritos una dimensión lírica, con un dejo de humor, que sumaba a una veta a veces iconoclasta en el registro de las cosas. La figura de su padre prevalecía en él como inspiración en el ámbito de lo familiar, empresarial, y por sus virtudes personales: un hombre que desde la austeridad de un genuino criollo, configuraba un arquetipo de argentinidad. Admirador de la expresión individual del talento, descubría en la obra de Jorge Luis Borges y de Sara Gallardo modelos de creación argentina.
Volvió al país. En sus últimos años, con cierto aire de bohemia, era afecto a la conversación fluida, las reuniones con amigos y la participación en acontecimientos artísticos y culturales. Se hacía querer por todos los que lo conocían, y estaba lleno de vida y de amigos. Lo valoraban como un espiritu sensible, solidario, atento a las vocaciones y los valores. A todos ellos los embarga hoy una inexpresable congoja y un profundo dolor.
Luis Emilio Mitre era accionista de LA NACION, pero desde hace años no mantenía contacto formal con la empresa, aunque seguía unido al diario de sus mayores por los lazos del espíritu y por un hondo sentido de pertenencia.
Necrológica del diario La Nación.
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