Notas |
- ISABEL DE IBARGUREN Y MURGUIA, vino al mundo en San Salvador de Jujuy y ahí se casó hacia el año 1665, con el Teniente de Maestre de Campo general Diego de Carvajal y Vargas, natural de Huancavélica, distrito minero del Perú, tan célebre por sus yacimientos de azogue como por los numerosos repartimientos de indios, a cargo de unos pocos encomenderos opulentos.
Era, obviamente, el marido de doña Isabel, deudo cercano - sinó nieto - de su homónimo limeño Diego de Carvajal y Vargas, antiguo encomendero de "Collaguas" y de "Chimba", Corregidor de "Huarochiri" y de "Moquegua", Caballero de Santiago y 4º "Correo Mayor de Indias", quien estuvo casado con Isabel de Córdoba Guzmán o Córdoba y Mendoza ().
Mas no necesitó el marido de Isabel de Ibarguren del lustre de una rancia parentela para dorar sus propios blasones. En 1656 "don Diego de Carvajal y Bargas" figura como Alcalde en el Cabildo de San Salvador de Jujuy, y en 1659 peleó valerosamente contra los calchaquíes; tal como en 1665 le fué dado acreditar su renombre en la conquista y pacificación del Chaco. En efecto: en la "razón y memoria de los cabos y oficiales beneméritos", que tomaron parte en esa campaña, "memoria" fechada en Salta el 20-XII-1669, y remitida por el Gobernador del Tucumán Alonso de Mercado y Villacorta, con carta adjunta a la Reina madre doña Mariana de Austria, recomendábanse los servicios de nuestro personaje en estos términos: "El Teniente de Maestre de Campo general Don Diego de Carvajal, vecino morador y con familia en Jujuy, es de los señalados interesados en la conquista, subiendo a ella con una de las compañías que aprestó la ciudad el año y campaña de 59, en que sirvió continuadamente con valor y firmeza". "Tambien se halló en la entrada y facción de 65, por Teniente de Maestre de Campo general de aquel campo, dando siempre cumplido desempeño y satisfacción al oficio; fundamento seguro con que se le fió la frontera de Salta, de Lugarteniente, Justicia Mayor y Capitán a guerra de aquel distrito, estando todavía la guerra pendiente; y conseguida la facción, fué enviado por el gobierno y las dos ciudades confinantes del Chaco, al señor Virrey de estos reinos (es decir a Lima) a tratar sobre la asistencia de las fronteras, que se halla al presente agenciando, ausente de su casa, caballero notorio, y sin más recompensa que un tercio litigioso de un feudo de Calchaquíes reducidos". (Informe transcripto íntegramente en Documentos del Archivo de Indias para la Historia del Tucumán, Tomo I, recopilados y editados por el Padre Larrouy en 1923, pags. 277 a 297).
Isabel de Ibarguren, por su parte, testó en San Salvador de Jujuy en mayo de 1675, ante el Alcalde ordinario Pedro Aguirre Labayén, a falta de Escribano, y los testigos llamados y rogados: Bachiller Nicolás de Garnica - que firmó a ruego de la otorgante, la cual dijo no saber firmar -, Maestre de Campo Juan Martínez de Iriarte - antepasado mio -, y Capitanes Juan Bautista Oruezagasti, Pedro Ochoa de Tejada y Miguel de Ibarguren - mi 6º abuelo, hermano de la testadora. Esa escritura de disposición postrera, estractada en lo sustancial dice así:
"En el nombre de Dios Todopoderoso Amén. Sepan cuanto esta carta de testamento y última voluntad vieren, como yo Doña Isavel de Ibarguren y Murguía, natural de la ciudad de San Salvador de Jujuy, provincia del Tucumán, hija legítima de don Domingo de Ibarguren y de doña Margarita de Castro y Murguía, estando enferna de enfermedad natural y sana de entendimiento y entero juico … otorgo y ordeno mi testamento … Primeramente encomiendo mi alma a Dios … Mando se me entierre … donde … mis albaceas quisieren y dispusieren. Declaro que soy casada, según orden de nuestra Santa Madre Iglesia, con el Teniente de Maestre de Campo general Don Diego de Carvajal y Bargas, natural de Guancavélica, y durante el matrimonio hemos tenido y procreado una hija legítima llamada Da. Margarita de Carvajal … Don Diego, mi marido, está al presente en la ciudad de los Reyes (Lima). Declaro que al tiempo y cuando me casé no se me dió de dote más de tan solamente doscientos pesos … Debo al Capitán Juan Cabrera doscientos pesos … a doña Agustina de Nabeda cien pesos, a cuya cuenta he dado algunas menudencias … a Rosario Diaz unas varas de pañete … que todo se pague … Debo al Maestre de Campo Juan Amusátegui doscientos pesos y seis bueyes, y por no tener con qué pagar le pido y ruego por Dios me los perdone … Declaro por mis bienes unas casas sobre las cuales recibió el dicho mi marido quinientos pesos a censo de las ánimas, para cuyos corridos ha pagado algunos pesos que constan por recibos. Mando se paguen de mis bienes los restantes". Asimismo declaró doña Isabel ser dueña de "una mulata esclava llamada Lorenza, y de algunos enseres y alhajas de casa". Instituyó heredera legítima de todos sus bienes "a la dicha Doña Margarita mi hija, para que, pagadas las deudas, entre en ellos y los goce con la bendición de Dios y la mía". Nombró finalemente por albaceas y tenedores de sus bienes al Capitán Antonio Rodríguez de Armas, Alcalde ordinario de Jujuy, y "a Doña Margarita de Castro, mi madre". (Archivo de los Tribunales de Jujuy, Protocolo año 1675).
Al tiempo del testamento de Isabel, su marido Diego de Carvajal y Vargas se encontraba en Lima, como apoderado de las ciudades de Salta y Jujuy, a fin de gestionar ante el Virrey Conde de Lemos, la asistencia y seguridad de las fronteras de ambas poblaciones "confinantes con el Chaco". Años más tarde, el hombre regresó a San Salvador; y en una escritura otorgada allí el 30-XII-1686, le vendió a su cuñado Joseph de Ibarguren, unas casas en la traza de dicha ciudad, que había comprado a Agustina de Naveda, esposa de Diego de Valdivieso.
Casi un lustro más adelante, el 15-I-1692, don Diego enfermo en trance de muerte testó ante el Escribano jujeño Francisco Guerrero. Declaró ser "encomendero del tercio de indios de nación sichas en jurisdicción de Salta", y estar casado con Isabel de Ibarguren, en la que hubo a Margarita de Carvajal, esposa, a la sazón, de Juan Antonio de Zárate; a quien nombró por albacea, junto con su mujer doña Isabel. A los ocho meses de esto, el causante dejó de existir, y su cadáver fué sepultado en la Iglesia de los mercedarios en Jujuy. Su sucesión tramitóse en el juzgado a cargo del Alcalde Martín de Goyechea.
En cuanto a Isabel de Ibarguren, si en 1675 parece haber estado al borde del sepulcro - y a raiz de eso otorgó el testamento que sabemos -, lo cierto es que luego su salud se repuso por completo, al punto de permitirle vivir treinta y tres años más, hasta 1708. En el archivo parroquial catedralicio jujeño, en el libro más viejo de Defunciones, se registra la siguiente partida, que textualmente copio: "En catorce de Septiembre de este presente año de mil setecientos y ocho, se enterró con entierro maior y con possas, en el Conbento de Nuestra Señora de la Merced, a Da. Isabel de Ibarguren, y se le administraron todos los Sacramentos". (Firma) "Maestre Joseph Vieira".
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