Notas |
- Nació en la ciudad de Buenos Aires el 26 de julio de 1770 del matrimonio conformado por el fuerte comerciante bilbaíno Domingo Ignacio Urien Mesperuza y de la porteña María Victoria Basavilbaso Urtubia, siendo bautizado al día siguiente en la Basílica de Nuestra Señora de La Merced con los nombres de José Domingo Pantaleón; actuaron como padrinos don Vicente de Azcuénaga y Rosa Benedicta Basavilbaso.
La familia se encuentra registrada en el censo poblacional realizado en 1778: Domingo Urien, de 50 años, y Vitoria Basabilvaso, de cuarenta años, residían sobre la calle del Cabildo, cera que mira al Sur, de Leste [sic] a Oeste", junto a sus dos hijos, Josef Domingo, de 8 años, y Ángela María, de 6. Asimismo declaraba diez esclavos: Domingo, de 18 años; Manuela, de 50; Micaela, de 30; Lucía, de 30; Joaquina, de 18; María Antonia, de 17; María Ignacia, de 15; Feliciana, de 6; Bárbara, de 25; y Rita, de 14.
Ingresó en la carrera de las armas el 1º de febrero de 1786, como cadete del Regimiento Voluntarios de Cataluña; ascendiendo a subteniente el 12 de agosto de 1787 y retirado del servicio activo el 21 de junio de 1791, probablemente para dedicarse al comercio y desempeñarse como contador del Real Consulado de Comercio.
Contrajo matrimonio en 14 de octubre de 1790 en la Basílica Nuestra Señora de La Merced con doña Rita Josefa de la Trinidad Elías Rivadeneira, porteña de 21 años, hija de Juan Gaspar Elías y María Ignacia Rivadeneira Domínguez.
José Domingo vuelve a aparecer en el censo de 1794 como Don, español, natural de Buenos Aires, hijo de Doña Victoria de Basavilbaso, casado con Doña Rita Elías.
Se reincorporó voluntariamente al servicio de las armas el 7 de agosto de 1797. En su foja de servicios, fechada en ese momento, ostentaba el grado de teniente (con antigüedad del 1º de enero de 1795) de la 2da compañía del Regimiento de infantería de la capital y la calidad de "noble". En la misma se manifestaba que era nacido en Buenos Aires, contaba con 27 años y su salud era "buena". El informe del inspector consignaba: "Este oficial promete utilidad al servicio" y las notas del comandante señalaban: Valor: se le supone. Aplicación: mucha. Capacidad: sobresaliente. Conducta: buena. Estado: casado". El abril de 1803 fue designado teniente del batallón de milicias voluntarias de infantería de la capital.
El censo de 1806 nos informa sobre su edad: 40 años. Se consigna en su casa una escopeta y un sable y que para ese año tiene 4 criados.
En junio de 1806 un ejército británico al mando del general William Carr Beresford desembarcó en la Ensenada y marcó hacia la ciudad, que cayó esa misma tarde. Muy pronto los españoles y criollos residentes en la ciudad se organizaron con la intensión de recuperarla, siendo Urien designado jefe del 3º batallón de Patricios, a la cabeza del cual se batió en los combates contra el invasor y participó de la reconquista del 12 de agosto. En reconocimiento a los servicios prestados, el 8 de noviembre de 1806 fue designado oficialmente comandante del cuerpo.
El 5 de abril de 1807 se le acordó el grado de teniente del batallón de voluntarios de infantería de Buenos Aires. Durante la segunda intentona inglesa, ese mismo año, participó en los combates en las inmediaciones de la plaza Lorea y en la toma y rendición del convento de Santo Domingo, el 5 de julio de 1807.
Las rivalidades entre los oficiales criollos estaban a la orden del día, y muy pronto los jefes del primero y segundo batallón de los Patricios, Saavedra y Romero, respectivamente, chocaron con el del tercero, Urien. El 1º de julio de 1807 ya se reveló una diferencia. El comandante Urien, en vez de presentarse ante Saavedra para recibir órdenes, lo hizo directamente en el Cabildo. En un documento de la época, redactado por esta institución y donde se da cuenta de las operaciones militares contra el enemigo, se lee: "Don Baltazar Unquera, ayudante del señor General, se apersonó exponiendo de parte de este al señor Alcalde de primer voto, que había determinado regresase a la ciudad el batallón tercero de Patricios a consecuencia del oficio que había recibido, y que venía ya marcando dicho batallón, y su comandante don Domingo Urien, se presentó en la Sala Capitular manifestando que estaba a las órdenes de este ilustre Cabildo. Los señores determinaron que la mitad del batallón se apostase de avanzada en el bajo del Río, y la otra mitad se mantuviese sobre las armas en estos portales lo que en efecto se cumplió con la mayor puntualidad, procediendo con la misma, y a satisfacción de este cuerpo, el comandante quien en esta ocasión manifestó los mejores sentimientos de fidelidad y patriotismo". En octubre, Urien elevó una queja ante el Subinspector General, Bernardo de Velazco, donde denunciaba que Saavedra le impedía ejercer sus funciones. Éste, por su parte, lo acusó de insubordinación. Según él, Urien se había reservado el derecho de nombrar oficiales y ascensos en su batallón sin el visto bueno del propio Saavedra, quien revestía la autoridad absoluta del cuerpo. "¿Cómo es que se reputa desairado este 3º comandante en que yo exija el derecho de aprobar estos nombramientos de los cabos y sargentos de su batallón?", se preguntaba. Y la misma insubordinación fue identificada por Saavedra en las mismas formaciones "aparentando independencia haya marchado con una cuada de intermedio, sin sujetarse por consiguiente a la voz del primer jefe que mandaba, haciéndolo también por separado y batiendo tambor, etc.". Sin embargo, Urien era un jefe muy querido de sus hombres, y solía marchar al lado de sus subordinados en el combate, armado de dos pistolas y fusil a la espalda. En la zona del Alto, por ejemplo, en medio de una refriega, Urien fue apuntado por un soldado bretón, "se contaba ya por muerto / cuando un negrito, que a su lado / le seguía en este empeño, / con su pica atravesó / del inglés el duro pecho". "Rebosando de alegría, honor y agradecimiento", Urien dijo a su libertador: "Hijo búscame luego / en mi casa, que eres libre. / Esto dijo, pero el negro, / tan noble como valiente / no se ha dado a conocer / sólo con su honor contento, / o quizás perdió la vida /en los combates sangrientos".
El episodio lo relataba el capellán Pantaleón Rivarola en su "Romance de la gloriosa defensa" (1807). Al decir de un parte firmado por Cornelio Saavedra, en aquellas jornadas, Urien se batió "desempeñando sus funciones con acierto y pulso acreditando el más heroico patriotismo, estimulando y dando el ejemplo en la defensa de esta Capital, con un celo propio de los sentimientos que lo distinguen".
El 1º de enero de 1809 estalló un movimiento de corte españolista integrado principalmente por miembros del cabildo y algunos comandantes de la guarnición conocido como la "asonada de Álzaga", que buscó destituir al virrey Santiago de Liniers. Y José Domingo Urien, íntimo amigo de Martín de Álzaga y miembro de la Asamblea no dudó en tomar parte en el movimiento.
En su tesis "Militarización, crisis y surgimiento de nuevos derechos políticos en Buenos Aires 1806-1823. El caso del Cuerpo de Patricios y los Tercios Cívicos" (UBA, 2010), Emilio F. Harari dice:
"Analicemos ahora la intervención del Cuerpo de Patricios en los sucesos del 1º de enero de 1809 y en el proceso abierto luego de la dispersión de las fuerzas contrarrevolucionarias. Intentaremos trazar el conjunto de las alianzas suscitadas y un relato más pormenorizado de los hechos. Los días previos parecen de movimientos soterrados. Saavedra recordaba reuniones nocturnas y reparto de armas entre los europeos rebajados de los cuerpos. El día 1º de ¿pero, debía celebrarse elecciones en el cuerpo capitular. Al parecer, el Cuerpo de Patricios tenía pensado tomar la iniciativa haciendo elegir a Saavedra como Alcalde de 1º voto en lugar de Álzaga. Sin embargo, los tercios de Vizcaínos, Catalanes y Gallegos decidieron presentarse en armas para proponer el establecimiento de una junta a imitación de la de Montevideo.
Los insurgentes llevaban 8 piezas de artillería, según el testigo Serafín Corro. El grito parecía ser "Mueran los patricios". Los cuerpos armados tomaron la torre y la plaza. Un testigo informa a Sir Sydney Smith que "Los Catalanes, Vizcaínos y Gallegos cometieron grandes excesos, obligando a la gente oficiales y soldados de otros cuerpos que pasaban por la fortaleza a ir a su cuartel, poniéndolos en la prisión y en el cuartel de los Catalanes".
El Cabildo decidió enviar una diputación al Virrey. Al llegar, los enviados se encontraron con una plaza tomada por los insurrectos sobre armas. Se presentaron Ruiz Huidobro, propuesto como nueva autoridad y el Brigadier Joaquín Molina, enviado de la Junta de Sevilla. La delegación se trasladó al fuerte, donde junto a los oidores le exigieron a Liniers la renuncia. Este movimiento es detenido por la irrupción de los cuerpos de Patricios, Cántabros, Patriotas de la Unión y Artillería, que se hacen presente y sus comandantes se dirigen al fuerte. Allí, según testigos, "Saavedra increpó al virrey por su debilidad" y manifestó, en nombre de los comandantes que habían llegado con él, que no permitirían la renuncia. Mientras tanto, sus tropas tomaban la plaza. Fue la enérgica acción de las organizaciones armadas, al mando del Cuerpo de Patricios, la que forzó al virrey a desistir de tal decisión. Liniers no pudo ser parte de ningún conflicto, como supone Halperín, sencillamente, porque no parece haber controlado ninguna organización armada: una parte se le rebeló y la otra lo forzó a continuar.
Los autores que trataron el tema sólo señalaron el carácter de violencia bajo la forma de amenaza. Sin embargo, según el informe del agente de Sydney Smith, el saldo habría sido de "cinco muertos y heridos". Aunque no se precisan cifras, y por más que sean éstas poco significativas, la posibilidad de existencia de muertos coloca a la acción bajo otra tesitura. ¿Por qué la mayoría de las memorias y los estudios parecen omitirla? Basta repasar los constantes llamados a la concordia para darse una idea del clima imperante.
La Junta admitió su objetivo de evitar un cambio de sistema: "mantener la integridad y conservación de estas provincias en el dominio de nuestro augusto soberano el Señor don Fernando Séptimo, sin exponerlas a los males que inevitablemente resultarían del establecimiento de dichas juntas en América con trastorno de su legislación y variación de su actual sistema". Compárese con el acta del Cabildo del 25 de mayo, donde se invita a las provincias a enviar diputados para El conflicto no sólo se desarrolló entre milicias, sino en el interior de ellas. En el caso de Patricios, un tercio del cuerpo, más algunos oficiales, se pronunciaron contra el mando de Saavedra y a favor de Álzaga: se trata del IIIº batallón al mando de Domingo Urien, de Antonio José del Texo, capitán del lo batallón y otros oficiales como Pedro Blanco y Tomás José Boyso. Se actualizaron, entonces, los conflictos en el interior de la milicia y constituyendo, al dirimir y delimitar posiciones, un escalón más en la conformación de su programa. Durante el enfrentamiento el Cuerpo no actuó en total organicidad. Como lo relata Eustaquio Díaz Vélez: "Urien contestó que dijere al Cabildo en su nombre que contasen con él y cuatro compañías pues las restantes de su batallón habían tenido la máxima de emplearlas en las guardias de aquel día pero que con el primero y segundo batallón que no contasen porque tenían a Saavedra a la cabeza". Por lo tanto el enfrentamiento del 10 de enero atravesó al cuerpo, pero también fue delineando y depurando su dirección en torno a los elementos más decididos. Recordemos que Urien era un comerciante.
Liniers indultó a los sublevados el día siguiente, el 2 de enero. No obstante, los cuerpos permanecieron en campamento en la Plaza de la Victoria, frente al fuerte, hasta que los complotados juraron su obediencia y "hecha esta diligencia a los nueve días de la insurrección se nos mandó retirar a los cuarteles", explica el mismo cronista.
"El Cuerpo de Patricios parecía tener el control de la plaza hasta el momento. Urien, sospechoso, fue invitado a dejar su cargo por Liniers, quien en carta confidencial le aseguró que era lo mejor que podía hacer".
La fuerza revolucionaria obliga al Estado tomar las siguientes medidas: a) disolver los cuerpos implicados en el motín (Catalanes, Vizcaínos y Gallegos); b) deportar a Carmen de Patagones a Martín de Álzaga, Juan Antonio Santa Coloma, Olaguer Reynals, Francisco de Neyra y Arellano y a Esteban Villanueva; c) destituir a José Domingo Urien, comandante el IIIº batallón, por estar implicado en el motín; d) iniciarle juicio a Antonio del Texo, miembro del cuerpo de Patricios, por su vinculación con los sublevados y por amenazar de muerte al comandante Saavedra. El mismo Álzaga señaló a su íntimo amigo, el comandante Urien, para que lo defendiese en el proceso que se le formó y que tendría por extraño título el de "proceso por independencia".
A pesar de todo, el 13 de enero de 1809 Urien fue confirmado por la Real Junta de Sevilla en el grado de teniente coronel del ejército (con antigüedad del 18 de enero de 1808), aún como comandante de los Patricios. El 9 de febrero de ese mismo año obtuvo su retiro de las filas. Al año siguiente, con motivo de la revolución de Mayo, se reincorporó a la filas patriotas desempeñando igual cargo como Jefe del 2º tercio cívico, con retención de Teniente Coronel del ejército.
No aparece en el censo de 1810 (sabemos que no está completo), pero sí en el de 1811, alquilando una casa de don Tomás José Boyso, abonando una renta de $22 mensuales.
El 12 de febrero de 1812 Urien fue designado Contador del Tribunal de Cuentas.
En los primeros días de octubre de 1812, llegó a Buenos Aires la noticia de la victoria del Ejército del Norte en la batalla de Tucumán, donde el general Manuel Belgrano derrotó al general Juan Pío Tristán. El día 8, el coronel de los Granaderos a Caballo José de San Martín encabezó un movimiento organizado por la Logia Lautaro (que había fundado junto a Carlos de Alvear), que buscaba derrocar al Primer Triunvirato (Chiclana, Sarratea y Paso), bajo la acusación de estar poco decidido por la independencia.
Para esto, se envió la siguiente nota al Ayuntamiento, y entre las decenas de firmantes, se encontraba José Domingo Urien, en su calidad de vecino:
"Excmo. Ayuntamiento de la Capital de Buenos Aires.
Agobiado al fin el sufrimiento público por los excesos del Gobierno, y viendo el sagrado seno de la Patria expuesto a recibir un golpe mortal en los momentos más críticos y difíciles de su existencia; sería un crimen esperar las consecuencias del peligro, y no derribar de un solo golpe a esos dos monstruos políticos que han nacido en medio de nosotros, y cuyo veneno se ha derramado en el corazón del pueblo, poniendo sobre los bordes del sepulcro a nuestra naciente libertad. Para demostrar la urgencia de este riesgo, no es menester más que recordar el estatuto provisional de veinte y dos de Noviembre y cotejar su espíritu con su resultado.
El Gobierno en fuerza del artículo nueve del mismo Estatuto, es reo de lesa Patria por haber atentado contra la libertad civil, por aspirar directamente a la tiranía, por fomentar y renovar sin pudor la más vil y criminal facción, por usurpar escandalosamente los derechos de los Pueblos confederados, y por haber quebrantado todas aquellas reglas que se impuso con juramento, y sancionó la voluntad de las demás Provincias libres. Vamos al examen.
La seguridad individual garantida de un modo público y solemne, no ha sido más que un bello fantasma formado para lisonjear las almas libres. La celebración de una Asamblea general en las dos voces que se ha celebrado, no ha servido sino para cubrir los crímenes del Gobierno, o para sancionarlos. La confianza que el Pueblo ha mostrado en sus mandatarios no ha sido sino un estímulo para que estos desplieguen sus pasiones, opriman y abrumen a los ciudadanos virtuosos, toleren y exalten a los enemigos de la paz, enarbolando, por último, el Estandarte de la facción y dando la señal de alarma contra todos los hombres capaces de sostener la independencia de la Patria, es público y notorio el modo ilegal y escandaloso con que se ha procedido a le elección de los vocales Don Pedro Medrano, y Don Manuel Obligado, excluyendo a los representantes de Salta y Jujuy, frustrando el sufragio del Suplente del Tucumán, dando por impedido sin causa al de Mendoza, usando los gobernantes de seducción e intriga para ganar los votos en la Asamblea a favor de su facción, contra el artículo tercero del Reglamento de diez y nueve de febrero; y preparando en estas primeras gestiones el desenlace necesario de un plan execrable, cuyo anuncio es la Gaceta ministerial de la semana anterior, donde se inserta sin la menor oportunidad del decreto de las Cortes, en que se declara a la Señora Princesa del Brasil la más inmediata sucesora a la corona de España en defecto de Fernando Séptimo. Todos estos derechos, y otros incontestables que podrían detallarse en un prolijo manifiesto, persuaden, hasta la evidencia, que el Gobierno y la asamblea han incurrido en el crimen de lesa libertad civil, haciéndose reos delante de la patria, cuyos derechos han violado.
En esta virtud pide a V. E. bajo la protección de las legiones armadas, la parte más sana del Pueblo, que en el acto se suspenda la Asamblea, y cese el Gobierno en sus funciones, reasumiendo V. E. la autoridad que le delegó el Pueblo congregado el veinte y dos de Mayo de mil ochocientos diez; y creándose desde luego un Poder Ejecutivo compuesto de las personas más dignas del sufragio público, se proceda ulteriormente y sin demora a la convocación de una Asamblea general extraordinaria que decida de un modo digno los grandes negocios de la comunidad, separando antes de todo por sospechosos a los Señores alcalde ordinario de primer voto Don Javier Riglos, a los Regidores Don Manuel Arroyo y Don Manuel García y al Síndico Procurador Don Vicente López: en inteligencia que estamos resueltos invariablemente a ofrecer el último sacrificio a la libertad de la Patria, antes que consentir se entronice la tiranía en presencia de nuestras armas. El Pueblo espera la contestación de V. E. en el perentorio término de veinte minutos, y le hace responsable de la menor demora: protesta por último obrar con dignidad, pero también jura delante del Eterno no abandonar el lugar que ocupa hasta ver cumplidos sus votos.
Dios guarde a V. E. muchos años. Plaza de la Victoria en Buenos Aires ocho de Octubre de 1812".
Bajo la presión de las fuerzas armadas y del pueblo, se disolvió el organismo de gobierno y se lo reemplazó por el Segundo Triunvirato, conformado por Nicolás Rodríguez Peña, Juan José Paso, y Antonio Álvarez Jonte. Se exigió, además, convocar a una Asamblea Suprema de delegados de todas las provincias, con el fin de declarar la independencia y dictar una Constitución.
Por orden superior del 6 de agosto de 1814 se le confirió el grado de comandante del 2do Tercio Cívico de la Guardia Nacional de Infantería de la capital, con retención de Teniente Coronel.
Si bien no aparece su nombre en el censo de comerciantes de 1798, su carácter mercantil se deduce de su participación en una Junta de Comerciantes que tuvo lugar en 1815, cuyo objetivo habría sido solicitar el resguardo de los comerciantes locales ante el avance del comercio británico. En agosto de ese año varios comerciantes de Buenos Aires se congregaron para crear una Junta General, con el objetivo de redactar un reglamento de comercio. Las discusiones redundaron en que se nombrara a una comisión que redactara un dictamen, compuesta por Don Idelfonso Pasos, Don Hermenegildo de Aguirre, Don Juan Pedro Aguirre y Don Juan José Anchorena.
El 15 de abril de 1815 fue elevado a la jerarquía de coronel y el 6 de mayo del mismo año se le comprendió en el decreto expedido por el Cabildo gobernador. El mismo rezaba:
"DECRETO. Buenos Aires, abril 26 de 1815.
"Siendo notoriamente público que desde el día 11 del corriente en que D. Carlos Alvear tuvo noticia del movimiento de las Fontezuelas empezó a prodigar grados y empleos militares con solo el objeto de mantenerse en la indebida Magistratura que obtenía contra la voluntad de los Pueblos; el Cabildo Gobernador declara que todos los títulos expedidos desde aquella fecha hasta su separación del mando son nulos y de ningún valor, excepto los que pendan de propuestas formales de los Regimientos, entendiéndose que esta disposición no perjudica en nada el mérito que en particular corresponda, y que revalidarán con conocimiento de sus respectivos Jefes: comuníquese el General en Jefe: tómese razón en el Tribunal de Cuentas, y publíquese en Gazeta".
En 1815 enfermó gravemente y pasó los últimos años de su vida en estado convaleciente; falleció repentinamente en su ciudad natal el 23 de diciembre de 1817.
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