Notas |
- AGUSTIN CASIMIRO DE AGUIRRE MICHEO BENGOECHEA Y UZTARIA dió sus vagidos en Donamaría, y en su Iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora fue llevado a la pila, como consta en la siguiente partida: "En ocho de Septiembre del año de mil setecientos cuarenta y cuatro, bautizó con licencia de mí el infrascripto Rector, Dn. Tomás de Micheo (tío abuelo del neófito) Rector de Gaztelú, a Agustín Casimiro de Aguirre, hijo legítimo de Francisco de Aguirre y María Micaela de Micheo. Abuelos paternos Francisco de Aguirre y María Josefa de Bengochea. Maternos Fernando de Micheo y María Catalina de Uztáriz, siendo padrinos Dn. Juan Agustín de Uztáriz (tío abuelo del párvulo) y María Catalina de Uztáriz (la abuela materna); les advertí el parentesco espiritual. Y firmé: Dn. Juan Martín de Ibero - Hay una rúbrica".
El primer documento que registra la actividad de Agustín Casimiro de Aguirre en el Rio de la Plata, se remonta al año 1768. Es un comprobante donde figura mi antepasado como "sobre cargo" del navío "Oriflame", y en tal carácter, desde Montevideo, pedía permiso para desembarcar en Buenos Aires 14 de los 30 pasajeros que venían de España en dicho velero. Acaso fuera el "Oriflame", de la Compañía Uztáriz, el barco que trajo a mi 4º abuelo - de Cádiz, seguramente - a estas playas argentinas, en función de "sobrecargo": vale decir, mandatario o factor de los Uztáriz - sus parientes -, al cuidado de los intereses comerciales de esos navieros, y, a nombre de ellos, con capacidad jurídica para concertar toda clase de diligencias y contratos, siempre que los mismos recayeran sobre negocios relativos al tráfico de la empresa.
Ese tráfico marítimo practicábase en navíos que cruzaban el Atlántico hasta Montevideo, y en este puerto de aguas profundas se transbordaba la carga en barcos de menor calado para llegar a Buenos Aires con las mercaderías y los pasajeros.
Aquí, el 17-IV-1769, Agustín Casimiro de Aguirre y Juan Pedro de Aguirre Uztáriz, como apoderados de la empresa Uztáriz, ante el Notario José Zenzano dijeron en escritura pública: Que Jerónimo Matorras (futuro Gobernador del Tucumán, casado con Manuela Francisca de Larrazabal Avellaneda - ver el apellido Avellaneda), había otorgado en Cádiz, el 30-X-1767, ante el Escribano Antonio de Inarejos Moreno, un documento por el cual se obligaba a pagar al Caballero de Santiago Juan Felipe de Uztáriz y a su Compañía, titulada "Uztáriz Hermanos y Cia.", la cantidad de 4.487 pesos y 4 reales; y como ambos comparecientes acababan de recibir en Buenos Aires íntegra aquella suma, cancelaban, en nombre de Uztáriz, dicha obligación, confiriendo la condigna carta de pago.
Litigios y constancias notariales
En mis pesquisas por los archivos de los Tribunales y General de la Nación encontré muchas escrituras y documentos relativos al quehacer comercial de mi antepasado Aguirre, algunas de cuyas referencias compendio a renglón seguido.
El 20-X-1769, ante el Escribano porteño Eufrasio José Boyso, Tomás de Indá "natural de esta ciudad y tratante a la de Salta", se obligó a pagar en efectivo y sin pleito alguno a "Juan Pedro de Aguirre y a Agustín Casimiro de Aguirre y Compañía, registrantes en ésta, la suma de 4.646 pesos, 3 reales y 3 cuartillos plata corriente, que por hacerme amistad y buena obra me han suplido y prestado en dinero contado". Tal suma debía de abonarse "en la misma especie de plata acuñada o en doblones", parte a los 18 meses de la escritura, y el resto se pagaría en Salta, en el mes de enero de 1770, por mano de Miguel Vicente Solá (sobrino carnal de Indá) a la persona que los acreedores dispusieran.
El deudor no cumplió con esa obligación, y tres años más tarde, el 23-X11-1772, don Agustín Casimiro se hizo presente ante el Alcalde de 1º voto Felipe Santiago del Poso solicitando la detención del empleado de Indá, Pedro Montesa, y el embargo de los bienes que tuviera en su poder, por ser éste cómplice y habilitado de aquel que había huido de Buenos Aires "sin haber entregado los caudales que trajo de diferentes sujetos".
El Alcalde del Poso trasládase entonces a la casa de Montesa, embarga los efectos que allí encuentra, dejando como depositario de ellos a Ignacio Bermúdez, y lleva presos a Montesa y a Manuel Caballero - ambos dependientes de Indá - quienes son entregados en la Real Fortaleza al oficial de guardia.Seguidamente, Aguirre pide se interrogue a los detenidos. Montesa declara ser empleado de Indá, con el cual efectuó dos viajes a Jujuy (donde Indá vivía con su esposa María del Carmen Cobos de la Corte y Rozas); confiesa que su patrón fugó para eludir a sus acreedores, y que tal escabullida se produjo desde una casa "junto a Santa Lucia", en Barracas. (¿La histórica quinta "La Noria" de Martín de Alzaga, futuro sobrino político de Indá, por casamiento en 1780 con Maria Magdalena de la Carrera Indá?). A su vez el sirviente Caballero expuso que a su amo le prestó el recado de montar, y que éste, con un peón, salió una mañana a caballo hacia la Recoleta, y de ahí para la Capilla del Rosario, ignorando el declarante su posterior paradero.
Sigue su curso el proceso ante el Alcalde Luis de Gardeazabal. Con el acuerdo de Aguirre recobra Montero la libertad bajo fianza; y tanto él como Bermúdez - depositario de los bienes que dijimos - ponen a disposición de Adrián de Aramburu Zabala, apoderado de los demandantes, 2.513 pesos y 5 reales, a fin de que se distribuyera esa suma entre Aguirre y los demás trampeados acreedores de Indá, quien se había hecho perdis.
Agrego que el 15-1-1773, ante García Echaburu, Agustín Casimiro de Aguirre y Domingo Belgrano Peri (padre del futuro General creador de nuestra bandera) otorgaron poder a José Zamalloa, vecino de Jujuy, para que cobrara, recibiera o demandara a Tomás de Indá, por las cantidades que debía a los poderdantes.
Vinculado a Francisco Llano San Ginés, "próximo a hacer un viaje a los reinos de España", don Agustín Casimiro recibió de aquel, mancomunadamente con Sancho de Larrea y Ramón de Anchorís, un poder general de administración, otorgado el 18V111-1770, ante el Escribano porteño Martín de Rocha. Era Francisco Llano San Ginés (Conde de Torre Alegre desde 1779) socio del Marqués de Echandía, cuya firma, en el comercio de Cádiz, titulábase "Juan Agustín de Uztáriz, San Ginés y Compañía".
Tratos y contratos de la Casa Uztáriz
El 19-X-1770, desde San Lorenzo del Escorial, el Teniente General Julián de Arriaga, Ministro de Marina e Indias, le comunicaba al Gobernador de Buenos Aires Juan José de Vertiz y Salcedo, que los navíos "El Prusiano" y "La Concepción", de la compañía de Uztáriz, navegaban hacia el Río de la Plata transportando las siguientes fuerzas militares: A bordo del "Prusiano", la mitad del batallón de voluntarios de infantería de Cataluña, al mando de un teniente, con dos sargentos y 40 soldados de artillería, y una carga de 50 quintales de pólvora; en tanto "La Concepción" cargaba el resto del batallón - 3 oficiales, 68 soldados y clases - y 150 quintales de pólvora "para lanchas corsarias". Corría por cuenta de la Casa Uztáriz "la subministración de mesa y víveres" para dicho belicoso conjunto, que llegaba a reforzar la vigilancia de la provincia rioplatense en los parajes que Vertiz considerase más amenazados, pues recelábase un rompimiento con la corte de Londres. El Ministro Arriaga ponía también en autos al Gobernador, que la Casa Uztáriz, por gracia del Rey, gozaba de la franquicia de hacer regresar sus naves a España cargadas de cueros libres de derechos.
A raiz de ese permiso exportador de corambre a la madre patria, el 15-III-1771, los representantes de la Compañía Uztáriz en Montevideo y Buenos Aires, Juan Pedro y Agustín Casimiro de Aguirre, elevaron una nota al Gobernador Vertiz donde expresaban: Que tienen entendido hay orden general para no dejar salir de estos puertos barco ninguno, a excepción de los Avisos, y como esa orden comprendía a "El Prusiano" y a "La Concepción" que están a nuestro cargo y son pertenecientes a dicha Casa y Compañía", y navegaron al servicio del Rey conduciendo tropas -, ambos consignatarios navales solicitaban el cumplimiento de la promesa real de dejar zarpar dichos navíos con cueros libres de derechos hacia la metrópoli. Acerca de la situación guerrera con la Inglaterra, los factores Aguirre anunciaban que la Casa Uztáriz se comprometía a correr con los riesgos en caso de que esos veleros fueran capturados por los ingleses.
Puesto el asunto a dictamen del Auditor de Guerra Juan Manuel de Labardén, éste con los "Profesores" (asesores) José Pablo Conti y José Luis Cabral, llamados a consulta, dictaminaron que como dichos navíos corrían por su exclusiva cuenta con los riesgos de guerra, "y cargan frutos de la tierra sin llevar caudales en dinero, y no ofrecen al enemigo fomento para continuar la guerra por su corto valor, son de parecer que V.S. Ies conceda el permiso que solicitan"; permiso que Vertiz concedió el 2 de mayo siguiente. En consecuencia, "El Prusiano" zarpó para España, sin registro, con 503 "quintales" de cueros y 20 libras de hierro, por vía de lastre.
A propósito de los empresarios navieros que representaba mi antepasado - y primo de ellos - diré que el Rey concedió, el 22-II-1781, a Juan Agustín de Uztáriz y Micheo, Marqués de Echandía, la gracia de extraer un millón de pesos fuertes en plata y oro y 80.000 cueros de las provincias del Virreinato y conducirlos a España por vía de Portugal. Posteriormente murió el Marqués de Echandía, pero la voluntad del Monarca fué que su empresa marinera disfrutara del mencionado premio, como indemnización por los daños y pérdidas sufridas en la guerra contra Gran Bretaña. Así, el expresado privilegio recayó en Juan Bautista de Uztáriz y Gaztelú, Conde de Reparaz - primo del Marqués de Echandía y de mi 4º abuelo Aguirre. La Casa Uztáriz había soportado pérdidas considerables por el apresamiento del navío "El Buen Consejo"; por la detención de sus buques y caudales en las dos Américas; y, ultimamente, por el naufragio en el Río de la Plata de su fragata "La Victoria", cargada con 64.000 cueros. Esta sucesión de desastres hubieran ocasionado la ruina de los nombrados traficantes, si Su Majestad, protector de sus leales vasallos, no les franqueara auxilios capaces de restablecer de algún modo su giro. Por tanto autorizó al Marqués de Echandía a sacar ese millón de pesos fuertes en plata y oro y pasarlo al Brasil, para ser conducido luego a España. En virtud de ello, en adelante, el Conde de Reparaz despachaba desde Montevideo a la metrópoli, por vía de Portugal, partidas de cacao o quina de Lima; y grandes cantidades de cueros que, a nombre de testaferros lusitanos, en naves con la bandera rojiverde de estos, había fletado previamente en Lisboa.
Jugosas informaciones de un corresponsal privado
Datada del 14 al 17 de septiembre de 1773, Miguel de Learte envió desde Buenos Aires a sus hermanos Gerónimo y Martín - el primero radicado en Sanguesa, Navarra, y el otro jesuita expulso, residente en Bolonia, que entonces pertenecía a los Estados papales - una carta pintoresca muy interesante, con juicios personalísimos acerca del momento social y religioso de las provincias rioplatenses, en cuya misiva, de paso se nombra a Agustín Casimiro de Aguirre. Era Miguel de Laerte sagaz prosélito de Mercurio, y actuaba en nuestro medio desde 1750. Nativo de Sanguesa, embarcóse para América ya cincuentón cumplido. Acá trajinó por el país, de Buenos Aires hasta Potosí, avecindándose por fin en Córdoba, en cuya ciudad fué Ayudante del Procurador del Colegio Máximo y Universidad de los Jesuitas; y mediante tal ayudantía se hizo rico ayudándose a sí mismo. En 1767 contaba con apreciable fortuna, y en los doctos círculos cordobeses se le tenía por individuo hábil en asuntos económicos. Expulsada la Compañía de Jesús de los dominios españoles, tanto Fernando Fabro, Lugarteniente de Bucarelli en Córdoba, como el Gobernador del Tucumán Juan Manuel Fernández Campero, ávidos de posesionarse de los bienes jesuíticos, persiguieron sañudamente a Learte, creídos que ocultaba fuertes sumas de dinero. (Ver Las Aventuras de Learte, publicadas por el P. Grenón S.J., en sus Documentos Históricos, Córdoba 1927). La interesante carta aludida, cuyos párrafos más jugosos transcribo a renglón seguido, la publicó la revista Archivum, Bs. As., 1945-59; encontrándose el documento original en el Archivo de Loyola. en Azpeitía, Guipuzcoa.
Escribe Learte: "Van triunfando Bucareli, Berlanga, Campero, Fabro y sus allegados. En la expulsión de los jesuitas y ocupación de sus temporalidades entraron a saco como en campo enemigo; hubo libertad de despojos, porque todos iban a quien más robaba, y por consiguiente a quién más perseguía. Cada colegio y sus estancias era para ellos como una ciudad ganada por asalto. Dos fines han conseguido con estos hurtos y persecución: con el uno enriquecerse, y con el otro no tener quién deponga … sólo Fabro tiene recusados 76 sujetos de Córdoba sacados de la nómina, dejando únicamente a los Allendes, Arrascaetas, Uriartes y Jigenas, sus parciales ... Son de ver cómo han dejado los Colegios y sus templos en establos. Al de Córdoba el Obispo dejó lo que no pudo llevar por no poderlo sacar, pues hasta el cancel pasó a su Catedral. El púlpito, retablo y leones del pretil de Santa Catalina y el Lignum Crucis los destrozaron; y no ha sido malo que la Sábana Santa no la hayan partido. La sacristía en cuerpo y alma (la saquearon), porque primero le sacaron el corazón, tripas, ojos, etc.; colgaduras, cornucopias, acheros, alfombras, frontales, láminas, imágenes ... El Colegio, cuartel de soldados; los aposentos, vinos, cocina, otros de despensa, y los más de muladar; la huerta y patio, sin parras, convertido en bosque de maleza. El Noviciado sirve de tribunal y cárcel; por la antecapilla - cuyo retablo está en San Francisco - han abierto puerta a la calle, y ahora se pretende sirva de Administración de tabacos, dedicando la Iglesia por almacén ... Calamuchita compró Ortiz - alias cordonero - en 36 mil pesos ... Santa Catalina D. Francisco Díaz en 50 y tantos mil; Alta Gracia D. José Rodríguez en 40 mil pesos; Jesús María, no ha habido quien la compre y está arrendada en 600 pesos al año ... en 30 Santa Ana, y la Candelaria se va vendiendo por puestos ... El Bañado (en Salta) se arrendó en 400 pesos. Figueroa lo compró en 8 mil. ¡Qué destrozos y qué esparramo de esclavos; y con qué inhumanidad dividían los hijos e hijas de sus padres; porque la que escogía el comprador, esa daban! Rara pieza pasó de 200 pesos, pocas llegaron, y los más bajaron de 150, y casi todos llevaron al Perú, quedando en Calamuchita 36, en Altagracia 70, en Santa Catalina 19 y en Jesús María 40 ... Esta Iglesia de aquí (San Ignacio de Buenos Aires) es la única que está abierta y como estaba antes de la expulsión, a excepción de la plata labrada. Van diariamente muchos clérigos a decir misa y a confesar, enseñando primeras letras, latinidad, retórica y filosofía. Dicen que el año que viene enseñarán teología. Lo hacen los directores Montero, Rodríguez de Vida y otros dos de oficio. La Universidad de Córdoba tiene los franciscanos, que desengañados de sus métodos se han visto precisados a seguir el jesuítico... Las Misiones del Uruguay y Paraná, y por consiguiente las reducciones, están poco menos que disipadas ... Después de la ida de Bucareli entró Vertiz en este gobierno. Es hombre bueno, y tanto que para nada es bueno, porque para nada tiene resolución, y sólo se hace lo que sus allegados mandan ... Más daño ha hecho éste (Vertiz) con su bondad e inacción que Bucareli con su robar y atropellar ... Con más espotiquéz (?) reinan ahora los Bucarelistas que cuando reinaba éste, porque ahora tienen más la mano que tenían antes ... De dicho Caballero Vertiz se figuró la Anatomía siguiente (prosigue Learte inspirado en el famoso óleo de Rembrandt), que la expongo por lo mucho que significa. Lo figuran tendido en una mesa: Don Agustín Casimiro Aguirre - que es su pariente y de los Uztáriz de Cádiz consignatario, apoderado de Sanginés que con dichos Uztáriz tiene Compañía - le abre el pecho; D. José Albizuri - actual Secretario - le registra el corazón; D. Manuel Labardén el brazo derecho, porque providencia que éste pone a ciegas firma; Aldao, cuñado de este fiscal de temporalidades, la cabeza; Manuelito Basabilbaso, el brazo izquierdo; y los pies Altolaguirre y Salas, porque estos son de la Junta (de Temporalidades) los que mandan, los que destrozan y a nosotros nos aniquilan. Cómo irá la danza con tales panderos. Estos fueron colegas de Bucareli y ahora Jueces. Cómo han de salir bien … así todo se va arruinando...".
El solar del ex Asiento Negrero Inglés fué durante tres años de los Aguirre
El 9-V-1775, ante José Zenzano, los primos y socios Juan Pedro y Agustín Casimiro de Aguirre, "residentes en esta ciudad de Buenos Aires y del comercio de la Universidad de Cádiz", vendieron a Vicente de Azcuénaga, en 8.000 pesos corrientes, "el sitio y casas que fueron del Real Asiento de Inglaterra", que los Aguirre habían comprado en pública almoneda a la Real Hacienda el 20-V1-1772. Se trataba de un terreno de 75 y 1/2 varas de frente y 98 de fondo, con varios edificios y una huerta; lindante por el Norte, que era su frente, calle en medio, con la casa de Lorenza Acasuso; por el Este, camino del bajo adyacente al rio; por el Sur con la ranchería de Santo Domingo; y por Oeste, calle en medio, con la "cerca" del convento dominicano; cuyo sitio y casas estaban libres de hipoteca, empeño, censo y todo gravamen. En 1740 dicha propiedad había sido confiscada a la "Real Compañía de la Gran Bretaña de la Trata de Negros", por la autoridad bonaerense, cuando se tomó esa medida general contra los enemigos ingleses. Tal caserón - con frente a la antigua calle de Santo Domingo, hoy Belgrano - no es otro que el denominado "Aduana Vieja" - construido en 1705 y lamentablemente demolido después de 1860 -, el cual, antes de pertenecer a Azcuénaga - quien en 1782 levantó el airoso portalón barroco que admiramos en fotografias -, sirvió a la Real Hacienda, como a los Aguirre, de depósito de mercaderías.
Otros negocios de mi antepasado registrados en los libros fiscales
El 19-I-1776, los Oficiales de la Real Hacienda Pedro Medrano y Martín de Altolaguirre, anotaron en el libro de "Cajas Reales" la partida enterada por Juan Manuel de Lamas, encargado de recaudar los "derechos de guerra" que adeudaban 2.744 cueros que se embarcaron con destino a España en el navío "La Victoria": 1.668 de esos cueros correspondían a Agustín Casimiro de Aguirre - "sin incluir 3.000 que se concedieron para aforros de la bodega de dicho buque libre de derechos".
El 7-III-1776, también aquellos Oficiales Reales, con guía de la Guardia de Luján, cobraron derechos de alcábala a Josef Argumeda, venido de la ciudad de Mendoza con su tropa de 13 carretas en las que transportó, entre frutas y fardos de azúcar para distintas consignaciones, 147 barras de cobre y dos cajones de loza para Agustín Casimiro de Aguirre.
El 21-V111-1776, Matías de Abaroa Barrena, Regidor, Alférez Real y Tesorero, comisionado por el Cabildo de recaudar, para el ramo de "Propios", los derechos de anclaje correspondientes a los navios de registro que llegaban a Buenos Aires, comunicó a la referida corporación capitular, que muchos de aquellos barcos "por pura tolerancia y conveniencia anclan en el Puerto de Montevideo, desde donde introducen sus efectos a esta Ciudad", por lo cual, el susodicho, decía haber reconvenido, entre otros "maestres" a "Don Agustín Casimiro de Aguirre", apoderado responsable de la fragata "Toscano".
Plena confianza y gran amistad le dispensaba el Gobernador Vertiz a su sobrino Aguirre (32 años entonces éste, 57 cumplidos aquél), a quien había nombrado su mandatario particular. Y así, ese año 1776, los Oficiales de la Real Hacienda Martín José de Altolaguirre, Pedro Medrano y Alejandro Ariza, consignaron puntualmente en el libro de Tesorería de las "Cajas Reales", las distintas "datas", reintegros y pagos de sueldos vencidos, "entregados a don Agustín Casimiro de Aguirre a nombre y como apoderado del Señor Govor. y Capn. General de esta Provincia D. Juan Jossef de Vertiz".
La actividad militar de don Agustín Casimiro
Revistaba, por esas fechas, mi 4º abuelo Aguirre, como Capitán de la 4a Compañía del Batallón de Milicias de Infantería de Buenos Aires, con 100 hombres bajo su mando inmediato; pero en septiembre de 1776, en que dicha fuerza debía pasar a la plaza de Montevideo, el Comandante y Gobernador interino Diego de Salas, reemplazó al Capitán Aguirre por el Capitán Mateo Ramón de Alzaga. Ello dió lugar a una protesta de aquel (18-IX-1776), dirigida al mencionado Salas, que no prosperó; aunque al poco tiempo mi antepasado fuera ascendido a Comandante y Teniente Coronel de aquellas milicias porteñas.
Mi antepasado se casa, y en tierra firme prosiguen sus actividades navieras
El 17-V-1777, en la Catedral de Buenos Aires, el Arcediano Miguel José de Riglos - tío abuelo de la novia -, "previa disposición de confesión y comunión", bendijo la boda de Agustín Casimiro de Aguirre, nacido en "la Villa de Donamaría, obispado de Pamplona", hijo de "Francisco Casimiro de Aguirre y de María Micaela de Micheo Uztáriz", con "María Josefa Xaviera Engrasia de Lajarrota y Rozas", hija de "Domingo Alonso de Lajarrota y Rozas, Cavallero del Orden y Hábito de Alcántara", y de "María Josefa de la Quintana Riglos". Actuaron como testigos los padres de la contrayente.
La niña - con 20 abriles cumplidos - había nacido el 16-IV-1757, festividad de Santa Engrasia, y la cristianó, tres días más tarde, en nuestra Iglesia matriz, el Padre jesuita Joseph de Angulo, bajo el padrinazgo de su abuelo Nicolás de la Quintana y de su abuelastra materna Rosa Alvarado de Riglos.
Justo al mes del casamiento suyo, don Agustín Casimiro, el 17 de junio, en nombre también de su primo Juan Pedro de Aguirre, "residente en Montevideo", encargado como él "de las expediciones de la Casa Uztáriz, Sanginés y Companía de Cádiz", se presentó ante el flamante primer Virrey del Río de la Plata Pedro de Cevallos, y dijo: Que noticiado de la venida de los navíos "Victoria", "Hércules" y "Toscano", de dicha Casa naviera, el primero de éstos debía regresar a España con efectos, en tanto los otros dos se incorporarían a la armada puesta bajo el mando de Cevallos. Así las cosas, "procedí mucho antes del arribo de V.E. a estas provincias, por mano del panadero Sebastián Rodríguez (4º abuelo de Estela, mi mujer), a la compra del trigo necesario para el indispensable viscocho de los expresados tres bajeles". El proceder de Aguirre desobedecía al Ministro de Marina Bernardo de Alcalá, quien había dispuesto no se sacaran víveres de Buenos Aires, y que los barcos españoles fueran avituallados en Montevideo. Sin embargo - explicaba mi ascendiente - "como semejante providencia, hablando con el debido respeto, es perjudicial a los dueños de los dichos navíos, así por la diferencia de calidad del viscocho, como por el precio a que tengo entendido le carga el Intendente ... pido, porque de ello no resulta ningún gravamen al real servicio, se me conceda el permiso de despachar" - en resumidas cuentas - la excelente galleta marinera de Sebastián Rodríguez. (Como apunté más atrás, el navío "La Victoria" naufragó en el Río de la Plata cargado con 64.000 cueros ... junto con los bizcochos de Rodríguez. Por tal motivo, y por haber caído varios barcos de la empresa Uztáriz en manos del enemigo inglés, el Rey les concedió, a dichos empresarios, aquella franquicia de despachar mercaderías y caudales de sus dominios americanos, directamente por vía Portugal, en buques portugueses).
En agosto de 1777 figura Agustín Casimiro de Aguirre en la Nómina de vecinos que contribuyen para la obra del muelle, aportando 200 pesos; suma - después de la de 300 que dió Bernardo Sancho de Larrea - la más alta que abonaron; con Aguirre, otros siete contribuyentes, entre los 82 registrados en la lista de referencia.
Nuestro personaje solicita mercedes y ascensos al Rey
Mediante una Real Orden fechada el 2-II-1779, el Rey le prometió a Aguirre un "Corregimiento" en el distrito virreinal del Plata, para cuando hubiese alguna vacante. Sucedió que, tiempo atrás, don Agustín Casimiro habíase dirigido a la Corona a raíz de una "instancia" anterior que remitiera su suegro, Domingo Alonso de Lajarrota, "Comandante del regimiento de Milicias de Caballería de Buenos Aires", quien solicitó se le concedieran algunos Corregimientos en jurisdicción rioplatense, y un ascenso militar. Pero como el solicitante había muerto, su yerno Aguirre pedía recayera en él cualquier gracia que el Rey hubiese concedido a su difunto suegro. La antedicha vaga promesa del Monarca, de satisfacer las pretensiones de Aguirre, le fué comunicada al Virrey de Buenos Aires, Pedro de Cevallos, el 6-VIII-1779, desde San Ildefonso, por José de Gálvez, secretario de Estado del Despacho Universal de Indias, Caballero de Carlos III, Superintendente de la Real Hacienda de las Américas y Filipinas, y futuro Marqués de Sonora.
La familiar mansión ciudadana donde se instaló Aguirre
El 8-III-1779, ante José Zenzano, Domingo Alonso de Lajarrota, pocos días antes de morir, declaró haber comprado para su yerno Aguirre la casa que fuera de su suegro Nicolás de la Quintana y, anteriormente, del suegro de éste Miguel de Riglos. (Ver el capítulo que corresponde al linaje de Riglos, en cuyo Apéndice desarrollo la referencia histórico-notarial del antiguo solar en el que se levantaba esa construcción). Tal morada - "casas principales altas y bajas" - hacía esquina a la Plaza Mayor, y lindaba, entonces, "por el Levante, que es su frente, con "casas del Secuestro de las Temporalidades", que pertenecieron a los jesuitas; por el Norte, calle real de por medio, con el edificio del Cabildo y casas de Manuel de Bustamante; al Sud, con casa del Arcediano Miguel José de Riglos; y al Oeste, "que es su fondo", con casa "de los herederos de Pedro García Posse "
A aquella vivienda, pues, habíase mudado don Agustín Casimiro en 1778, de otra anterior, junto con su mujer María Josefa de Lajarrota, de 21 años, y con la hija primeriza de ambos: María de Aguirre, de 8 meses; y los esclavos - todos negros - Francisco de 32 años, Antonio de 32 también, Mateo de 34, Joseph de 40, Martín de 41, Agustín de 20, otro Joseph de 10, Simón de 10, y Ambrosio de 22 - según los registró el Padrón urbano de aquel año, "cometido" por el Regidor Francisco Antonio de Escalada.
Antes de fallecer el suegro Lajarrota, dejó nombrados albaceas testamentarios, a su mujer María Josefa de la Quintana y a su yerno Agustín Casimiro Aguirre, quienes, desaparecido el causante, tuvieron que intervenir en un desagradable litigio judicial que les entabló, por alimentos, Isidora Lajarrota de Prudant, hija natural del finado don Domingo. (Ver el apellido Alonso de Lajarrota). En tales autos, los testigos Tomás Rodríguez y Alejo Caxaravilla, entre otras atestaciones, declararon que Aguirre hizo a sus expensas las mejoras en la casa de su suegro "vastamente arruinada en todas las viviendas principales". En ella refaccionó un corredor que "tenía alicaídas las tejas", y fueron renovados varios techos. Esos mismos testigos, y el Coronel Marcos José de Larrazabal, los hermanos Francisco Antonio y Antonio José de Escalada (mi antepasado), el Deán Miguel José de Riglos y el Presbítero Juan Cayetano Fernández de Aguero, reconocieron, además, que Aguirre satisfizo todas las deudas que dejó al morir su padre político.
Diversas constancias documentales tocantes a mi 4º abuelo
En 1779 don Agustín Casimiro, como "apoderado del Real Consulado y universidad de cargadores a Indias de Cádiz", se presentó a la autoridad porteña solicitando se le exonerase de la contribución sobre los cueros que tenia acopiados "antes de la publicación del Bando que ordenaba su satisfacción". Y en 1780, demandó permiso, al Virrey Vertiz, para retirar los caudales encerrados en varios navíos surtos en Montevideo, de la empresa Uztáriz, que no podían zarpar para España a causa de la guerra con Inglaterra.
El 12-II-1782, desde Montevideo, el Virrey Vertiz se dirigió al Ministro Secretario del Consejo de Indias, Joseph de Gálvez, remitiéndole un petitorio en el que Agustín Casimiro de Aguirre solicitaba, al Rey, la plaza de Alguacil Mayor de la Audiencia que se erigiría próximamente en Buenos Aires.
También "en la ciudad de San Felipe de Montevideo", el 22 de marzo de ese año 82, ante el Notario José Zenzano, compareció el Marqués Rafael de Sobremonte, "Teniente Coronel de los Reales Ejércitos, Secretario de Cámara de S.M. del Virreinato de la Provincia del Río de La Plata", y dijo: "Que por cuanto tiene contratado y ajustado contraer matrimonio con doña Juana María de Larrazabal y Quintana ... dá poder a don Agustín Casimiro de Aguirre, para que pueda percibir su dote en Buenos Aires" - que alcanzaba a la suma de 19.178 pesos corrientes de a 8 reales, en dinero, alhajas, plata labrada y otros bienes muebles. Era Juanita María de Larrazabal y Quintana prima hermana de María Josefa de Lajarrota y Quintana, la mujer de Aguirre, a quien Sobremonte designaba representante suyo para cobrar el haber conyugal prometido. El casamiento de don Rafael con Juanita tuvo efecto al mes siguiente, el 25 de abril.
Colaborador oficioso de su pariente el Virrey Vertiz, el antepasado Aguirre elevó el 12-V11-1782, el siguiente parte a la superioridad: "Ayer tarde 11 de julio habiendo pasado a la Caballeriza del Exmo. Sr. Virrey a dar algunas providencias, entre ellas la de reconocer la pieza o cuarto donde se guarda la cebada, cuya llave tenía y ha tenido mucho tiempo el cochero Juan Quiroga, y habiéndosela quitado por algunos indicios de falta de legalidad, mandó pasar la citada llave al criado de Su Excelencia Agustín Morel. En este estado le han participado, bajo secreto, que anoche tuvo el expresado Quiroga el atrevimiento de romper el candado de dicho cuarto de cebada, y quitado alguna cantidad de ella. A fin de que no quede sin castigo semejante maldad, se lo hace presente a V.S. para que sirviéndose cometer su comisión al Ayudante Mayor Alfonso de Sotoca, y practicada la correspondiente averiguación, se proceda al castigo de los que resultaren reos".
El 8-V-1783, Agustín Casimiro de Aguirre fletó en los navíos "El Brillante" y "Ulises", con destino a Cádiz, una partida de lana de vicuña y varios cajones de "cascarilla" del Perú (corteza de quinas y chinchona para uso medicinal), remitidas a su primo Juan Bautista de Uztáriz y Gastelú, Conde de Reparaz. Y el 21-I-1784, ante el Escribano porteño Josef García Echaburu, don Agustín Casimiro manifestó que, como apoderado del Conde de Reparaz, él y su primo Juan Pedro de Aguirre, residente este último en Montevideo, hicieron fletamento de numerosas partidas de lana de vicuña y de cascarilla en los barcos portugueses "Nuestra Señora de la Soledad", "Nuestra Señora de la Concepción", "San Francisco de Paula", "Señor de Ganaberde", "Nuestra Señora de la Esperanza", "Nuestra Señora del Carmen", "San Joseph", "Animas", "Nuestra Señora de la Piedad", "Buen Jesús de Boucar y "Santa Rita Lucitania". Que en mérito de ello, el otorgante remitía las libranzas respectivas para que, llegados a destino los cajones de chinchona y sacas de lana, el Conde de Reparaz y Juan Tomás de Micheo, a cuyos nombres iban despachadas las órdenes de pago, abonaran los derechos y gastos efectuados en ese importante negocio por sus parientes Aguirre en el Río de la Plata.
El 12-IV-1784, ante el Escribano Manuel Joaquín de Toca, los primos Agustín Casimiro y Juan Pedro constituyeron en Montevideo una "compañía general" de comercio, que duró cuatro años. En efecto: el 31-I-1788, ante el Notario porteño José García Echaburu, el primero declaró que esa "compañía general" quedaba disuelta de común acuerdo, y que, en adelante, mi antepasado respondería a los créditos y obligaciones de su giro con sus bienes propios: "la casa que habita actualmente en esta ciudad y fue comprada a los herederos de don Nicolás de la Quintana y de doña Leocadia Riglos", así como los esclavos, muebles, efectos, dependencias y demás bienes que "posee en Lima y en España", "siendo a cargo del compareciente disponer por sí sólo cuánto debe".
Ese año 84, cuando el Virrey Vertiz cesó en sus funciones y se alejó del país, dejó nombrado a su sobrino Agustín Casimiro apoderado suyo para el juicio de residencia, y también para que le cobrara los sueldos de Virrey que quedaban pendientes; cobros que Aguirre hizo efectivos a su debido tiempo.
Por otra parte, don Agustín Casimiro, "representante del Real Consulado de Cádiz" en Buenos Aires, tuvo a su cargo designar "Maestres de Plata": o sea individuos encargados del despacho de barras de metal a España, en distintos bajeles, mediante el cobro de una comisión. Para la urca real "Santa Rita", nombró en 1784 a Martín de Urdaneta, a Rafael Riglos y a Pedro de Nevares; para la urca "Amelia" a las mismas personas, aunque en orden inverso; para la fragata "La Perfecta" a José de Echeverría; para la fragata "Santa Sabina", en 1786, a Baltasar de Arandía, a José María Calderón y a Francisco Castilla; para el nav-o "Nuestra Señora de la O", en 1789, a Manuel de Acevedo, a Anselmo Sáenz Valiente y a Francisco Valdéz; y para la "Santa Sabina", en 1790, a Juan Felipe de Elizalde Uztáriz, a Ramón de Anchoris y a Antonio Martínez de la Torre.
En 1785 don Agustín Casimiro, como apoderado de Juan Pedro Aguirre, había solicitado pasaporte para despachar a España el paquebote "Santa Teresa de Jesús", perteneciente a su nombrado primo. Y dos años más tarde, el 7-II-1787, el mismo apoderado, ante García Echaburu, dijo haberle dado Juan Pedro, "vecino de San Felipe de Montevideo", un poder especial para que vendiera, "en los puertos de Lima y Chile", aquel paquebote, que Juan Pedro comprara en almoneda de la Real Hacienda con otras embarcaciones portuguesas de comiso. A tales efectos, Agustín Casimiro sustituía dicho mandato en Salvador Trucios y José Ramírez, de mancomún, vecinos de Chile, y en el Conde de Premio Real, José Antonio de Lavalle y Cortes, y en Antonio y José Matías de Elizalde, establecidos en Lima.
En ese año 85, el personaje de quien soy chozno, junto con un grupo de fuertes mercaderes porteños (entre ellos mis antepasados Juan Esteban de Anchorena y Juan Martín de Pueyrredón Labrucherie) suscribió (el 7 de julio) un poder, ante Pablo Beruti, a favor de Manuel Rodríguez de la Vega, de Bernardo Sancho de Larrea y de Martín de Sarratea, a fin de que estos gestionaran, ante el Rey y demás funcionarios competentes, la instalación de un Consulado de Comercio en Buenos Aires; corporación mercantil que recién se estableció en la capital del Virreinato de 1794, cuatro años después de la muerte de Aguirre.
Don Agustín Casimiro rechaza dignamente el nombramiento de Alcalde
El 19-I-1787, nuestro hombre resultó electo Alcalde de 2º voto del Cabildo porteño, en reemplazo de Pablo Ruiz de Gaona, que se excusó "por achaques habituales que padece", certificados por los médicos Joaquín Terreros, Miguel de Roxas y Miguel O'Gomman. Don Agustín Casimiro presentose entonces al Gobernador Intendente Francisco de Paula Sanz, contradiciendo la elección hecha en su persona, porque el Cabildo - dijo - "olvidando sin dudas las notas con que me tiene sindicado, ha intentado hacerme el honor de elegirme por uno de sus Miembros en sus elecciones anuales". "El mismo Cabildo - expresaba Aguirre - se empeñó en desacreditarme, cuando su Procurador Gregorio Núñez", en 1776 mediante nota a "la Audiencia de La Plata", lo calificó "de individuo perjudicial, "que haciendo valer el inmediato parentesco con el Sr. Mariscal de Campo don Juan José de Vertiz, Gobernador de esta Provincia, me esforzaba, en todos los años, para que fuesen Cabildantes hombres míos, a fin de que no hubiese miembro que declarase contra las negociaciones en que trataba, respecto a faenas de cueros, ni quien representase la injusticia y perjuicios que con ella recibía el Público". "Estas expresiones - proseguía el agraviado - que son puntualmente las que a nombre del mismo Cabildo se estamparon en aquel tiempo, ante el recto Tribunal ... manifiestan el concepto, exageradamente falso y calumnioso, que hace a mi conducta ... y un hombre que perjudica al Público, y que sin respeto ni consideración a esta privilegiada causa prefiere, aún por medios injustos, sus particulares ingresos, no puede ser a propósito para Juez". Por tanto "pido y suplico se sirva haber por deducida mi contradicción"; pues con aquella tacha de influyente nepote del Gobernador Vertiz, "le parece - al infrascripto - no debe admitir ningún cargo de república entretanto (el Cabildo) no se justifique de esa nota y se le declare indemne de ella".
El Ayuntamiento, en descargo suyo, le dirigió (3-II-1787) un oficio al Gobernador Intendente, para que desestimase la negativa de Aguirre a aceptar la vara de segundo voto. Alegaba esa corporación, "que en los Libros Capitulares, donde sientan todos sus Acuerdos, no hay cláusula alguna de las que se refiere dicho Don Agustín Aguirre, ni circunstancia que pueda ceder en demérito de su individuo, ni menos ha otorgado poder para que en su nombre se haya representado en la Real Audiencia de La Plata lo que en dicha representación se explica, y ésta es la razón porque se procedió a nombrarle de Alcalde de segundo voto para este año y el siguiente, porque en él concurren las circunstancias que son necesarias para el efecto. Si alguna cosa se representó sobre el particular ... sería tal vez por algunos particulares de cuyas operaciones no puede responder este Cabildo", que "en el mismo hecho de haberle elegido para Alcalde ... quedaba a salvo todo su honor y conducta, y ... finalmente, ésta que llama tacha el Don Agustín, no le sirvió de embarazo para obtener el honroso empleo de Teniente Coronel de las Milicias de esta Ciudad". Por ello, los cabildantes suplicaban al Gobernador Intendente, determinara lo que estimase justo, "preveniéndole al dicho Don Agustín que en lo sucesivo proceda en sus Informes con la mayor pureza, porque no es regular que se tolere el que se suponga, en este Muy Ilustre Cabildo, hecho alguno incierto, que no resulta de sus Acuerdos, y en que no ha tenido parte alguna". Firmaban la nota Antonio García López, Diego Mantilla de los Rios, Manuel Joaquín de Zapiola, Manuel de Arana, Miguel González de Noriega y Josef Martínez de Hoz, ante el Escribano del cuerpo Blas Zamorano.
Francisco de Paula Sanz debió de aceptar la excusación de Aguirre, pues éste no integró el Cabildo como Alcalde de 2º voto los años 1787-88.
Aguirre revee su actitud, y en carácter de Alférez Real proclama a Carlos IV
Sin embargo en 1789, don Agustín Casimiro se avino a formar parte del Ayuntamiento como Regidor y Fiel Ejecutor - el último cargo por 4 meses. De consiguiente prestó el juramento acostumbrado ante el Regidor decano Gregorio Ramos Mexía; y compartió así el gobierno de la ciudad con sus colegas Miguel Sáenz de Herce, Miguel de Azcuénaga, Diego Mantilla de los Rios, Francisco Ignacio Ugarte, Cristóbal de Aguirre, Josef Ramón de Ugarteche, Diego Aguero, Francisco de Mata Bustamante, Estanislao Zamudio y Juan Antonio de Lezica.
Ocho meses después, el 5 de agosto, el Regidor Aguirre entró de turno como Alférez Real, sucediendo al colega Juan Antonio de Lezica; y llamado por el Alcalde Miguel Sáenz de Herce para prestar "el pleito omenage", don Agustín Casimiro "se incó con ambas rodillas, y metiendo sus manos entre las del Señor Alcalde comicionado, el qual tenía las suias sobre el Real Estandarte, se leyó por mi (el Escribano Pedro Núñez) la fórmula prescripta para semejantes casos, cuio tenor es el siguiente: V.S. jura y hace pleito omenage como Alférez Real en manos del Exmo. Señor Virrey, y en su nombre en las del Señor Alcalde de primer Voto Dn. Miguel Sáenz, según fuero y costumbre una, dos y tres veses, de tener por nuestro Católico Rey y Señor el Real Estandarte de esta Ciudad, manteniendo con la fidelidad devida por S.M., hasta derramar la última gota de Sangre, y a no entregarlo sin que primero se le alze el pleito omenage y juramento que hace por quien tenga facultad para ello?; y aviendo dicho sí juro y amén, y hago pleito omenage de cumplirlo así, se le hizo entrega del referido Real Pendón".
A los tres días de este ritual consuetudinario, cumplidos por otra parte los lutos y suntuosos funerales por la muerte del Rey Carlos III, tuvo lugar en Buenos Aires la clásica y solemne proclamación del nuevo Monarca Carlos IV.
A ese fin, la vivienda del Alférez Real Aguirre, contigua al Cabildo y frente a la Plaza Mayor, fué iluminada profusamente durante "los tres días (noches, más bien) que duró la función". Sus balcones, en los que se colocó el Pendón Real, se engalanaron con "colgaduras vistosas y lucidas", y, como término de fiesta, dió el Alférez en su propia morada "un espléndido refresco al numeroso concurso en la tarde y noche de la Proclamación".
Tal ceremonia, expresiva de la lealtad porteña hacia su Soberano, llevóse a efecto el 8-VIII-1789. A las tres y media de la tarde, el Virrey Marqués de Loreto salió de la Fortaleza acompañado del Obispo, del Regente y Oidores de la Audiencia y de un brillante séquito de militares y funcionarios civiles y eclesiásticos, de los profesores y alumnos del Colegio San Carlos, y de muchos vecinos distinguidos. A esa comitiva se incorporó para atravesar la plaza - ornamentada con tres arcos de triunfo - el Alférez Real Agustín Casimiro de Aguirre, "vestido con uniforme plateado de fina tela, sosteniendo con ambas manos el estandarte real". Escoltábanlo los Alcaldes empuñando los cordones del regio lábaro, adelante de los Ministros de la Real Hacienda y de los Regidores del Cabildo, ataviados de gala: "casaca y calzón de terciopelo negro, chupa y vuelta de tisú de oro y medias blancas"; tras los cuales marchaba el cortejo popular al son musical de una orquesta.
Rodeada de tropas, alzábase una tarima junto a las casas capitulares, y hacia ella enderezó la procesión. Sobre ese tablado, el Escribano Pedro Núñez, con palabra tonante, exclamó: "Silencio, oíd, oíd, oíd". Enseguida, el Alférez Real Aguirre "haciendo una mui reverente venia a la Majestad que se representaba en un retrato, dixo: Por Nuestro Rey Católico el Señor Don Carlos quarto, ¡viva, viva, viva!"; mientras hacia tremolar el estandarte en medio del griterío fervoroso de la multitud y el tronar de los cañones del Fuerte.
Este pleito homenaje volvió a repetirse en la plazuela de Santo Domingo y en el atrio de La Merced. Ahí se desconcentró la gente, "sirviéndose poco después - es José Torres Revello quien lo relata en su libro Crónicas de Buenos Aires Colonial - en el salón principal del Cabildo, un refresco a los acompañantes, el que fué seguido de un baile digno de recordación".
Pues bien: se equivoca aquí el prolijo evocador, ya que ni el refresco ni el baile memorables se dieron en el Cabildo sino en los salones de la casa de Agustín Casimiro de Aguirre. En efecto: este Alférez Real solicitó y obtuvo del Cabildo, el 28 de setiembre siguiente, una certificación, la cual, con modernizada ortografía y subrayados míos, expresa: "Certificamos que don Agustín Casimiro de Aguirre, Regidor y Alférez Real en turno por falta de propietario de esta Ciudad, tuvo el alto honor de proclamar a nuestro augusto Monarca el Señor Don Carlos IV, que Dios guarde, por Rey de Castilla y de las Indias, el día ocho del mes de Agosto de este año, con toda aquella pompa y magnificencia que se acostumbra en estos actos, habiendo proporcionado, por su parte, que la función se hubiese verificado con el mayor lucimiento; para cuyo fin impendió generosamente de su peculio cuantos gastos se ofrecieron para el adorno de la Sala de acuerdos y su entrada. Iluminó con igual hormosura y generosidad las casas de su morada los tres días que duró la función; adornó de colgaduras vistosas y lucidas los balcones de dichas casas donde se había de colocar al Pendón real; fabricó de terciopelo galoneado de oro el docel donde se expusieron al público los reales bustos de Sus Majestades; el tablado que se construyó y erigió en la Plaza de la ciudad, y le adornó vistosamente para hacerse la proclamación; gratificó con abundancia a los músicos que compusieron la orquesta en los tres citados días; y en la tarde de la proclamación, en las Casas Capitulares y en los atrios de los Conventos e Iglesias de Santo Domingo y Mercedes, arrojó abundante y generosamente al público monedas de plata, en los tres actos de la Proclamación. Distribuyó del mismo modo a los Jefes, Tribunales, Cabildos y principales de la ciudad, las monedas (medallas) de oro y plata que hizo acuñar, con permiso, con el real busto de Su Majestad; socorrió con abundante limosna de pan a los pobres encarcelados, por el decurso de cinco días continuos; gratificó y dió la comida a toda la guardia que custodiaba el Real Pendón; y, en fin, dió un espléndido refresco en su casa al numeroso concurso en la tarde y noche de la proclamación; de modo que todos estos gastos, excesivos verdaderamente y propios del alto honor que mereció, son dignos de la mayor recomendación, por lo cual le manifestó el Muy Ilustre Cabildo toda su gratitud".
Agrego que para aquella oportunidad el Cabildo dispuso reemplazar el antiguo estandarte, "ya con el uso mui ajado", por otro que "lo haga nuebo el sr. dn. Agus. Casimiro de Aguirre". Lo cierto es que la insignia mandada confeccionar por mi antepasado, y que en sus manos tremoló tan fastuosamente en loor de Carlos IV, era "de Terciopelo carmesí con las Armas Reales por un lado, y por el otro con las de la Ciudad, pintadas en un lienzo de tafetán" - "interinamente", porque no hubo tiempo para hacer bordar los escudos antes de la solemne proclamación.
Más adelante (3 de octubre) Agustín Casimiro de Aguirre y Diego de Agüero fueron nombrados por el Cabildo "Diputados para la actual expedición a las Salinas". Ambos Regidores diéronse entonces a la tarea de convencer al Virrey lo conveniente que resultaba realizar, sin tardanza, esa expedición que el Cabildo había demorado por carecer de medios para poderla costear. Como las milicias ya se hallaban listas y sólo esperaban la orden de marcha, los Diputados urgieron el despacho de una libranza de 2.000 pesos del ramo de Guerra, a favor del Cabildo, a fin de disponer la reunión de las carretas y suministrar todos los gastos necesarios "a tan interesante objeto".
Testamento y muerte de don Agustín Casimiro
El 20-I-1790, ante el Escribano Joseph García Echaburu, compareció Agustín Casimiro de Aguirre y dijo: Que "hallándome gravemente enfermo, y por lo mismo prevenido de los facultativos de Medicina que me asisten de que no me ataree ni atienda a los negocios del giro de mi comercio, antes sí que abandone todo trabajo y que salga de esta ciudad a tomar ayres del campo consultando mi salud"; debido a ello daba un poder general a Andrés Cajaraville, "mi confidencial dependiente ... por las repetidas pruebas que me ha dado de fidelidad, amor y lealtad". Empero, como la salud del otorgante se agravara sin remedio, una semana más tarde, "en cama de enfermedad natural que Dios Nuestro Señor se ha servido darme", el paciente volvió a conferir, ante el mismo Escribano, otro poder, destinado a que doña María Josefa, su esposa, y el fiel Cajaraville, redactaran su testamento conforme a las instrucciones que les había indicado. Y a los dos meses de esto, el 14-III-1790, la hora del gran reposo sonó para don Agustín Casimiro, cuyos despojos mortales fueron sepultados en la Iglesia de "nuestro querúbico Santo Domingo", pues era "hermano de dicha sagrada religión"..
No se había cumplido un mes de ese entierro, cuando los albaceas del difunto en el protocolo de García Echeburu, y ante los testigos: clérigo Juan Nepomuceno Solá, Sargento Mayor de Asamblea de Infantería Francisco Rodrigo, José Antonio Lascano y Ramón de Anchorís, en virtud del poder conferido, llevaron a escritura pública las disposiciones encomendadas por el causante.
Tras enumerar los hijos legítimos herederos del finado: María Josefa, Martina Gertrudis, Casimira, Manuela Isidora, José Agustín y Manuel Hermenegildo, "y el póstumo que naciese de dicha mi mujer que se halla en cinta", ambos albaceas manifestaron que don Agustín Casimiro les había declarado que al tiempo de casarse no bajaba su capital de 60.000 pesos, y que se aumentó luego en el matrimonio a 110.000; de cuyos gananciales (50.000 pesos) la mitad correspondían a su esposa. Que ésta recibió de herencia a la muerte de su padre, pagadas todas las deudas, 3.999 pesos y 3 reales. Que Aguirre cuando se casó "no hizo capital por depender entonces de riesgos de mar, de remesas a España y comisiones por cobrar, tan falibles en el giro del comercio de sus bienes". Que las propiedades declaradas por el causante fueron: su casa habitación, en la esquina de la Plaza, libre de gravámenes, cuyo valor se regulaba en 35.000 pesos, "por las muchas mejoras que hizo", y los esclavos domésticos, muebles, alhajas, plata sellada y labrada, que se encontraban en dicha vivienda; exceptuando los objetos y moblaje que dejó su suegro Lajarrota. Que el testador había establecido una tienda en su propio domicilio, en el que moraba también Cajaraville con su familia, el cual era su empleado y llegó a ser socio suyo, pues partía con él la utilidad de sus negocios. Que Aguirre tenía efectos e intereses pendientes en Potosí, Cádiz y Lima, a cargo de los apoderados Clemente de Echenique Micheo, su primo hermano, Francisco de Borja Lisaur y Juan Antonio de Lavalle, Conde de Premio Real, respectivamente, en cada una de esas plazas. Hizo saber don Agustín Casimiro a sus albaceas, que habiendo fallecido su hermano Juan Francisco, el haber hereditario de éste correspondía a su padre Francisco Casimiro de Aguirre, vecino de Donamaría. Que la madre Micaela Michea Uztáriz, había muerto, sin saber Agustín Casimiro a quien ella dejó por heredero, y que no obstante haber el testador "socorrido a sus padres con más cantidad que el importe de la testamentaría", se sometía a lo que acordaran, con su progenitor, los apoderados suyos en España: Juan Thomás de Micheo y Francisco de Borja Lisaur. Dispuso Aguirre que con el quinto de sus bienes se pagara su "entierro, funeral, misas y lutos sin fausto alguno", y se efectuaran estos legados: Al primo José Francisco de Echenique 3.000 pesos, "por lo bien que le havía servido". Mil pesos debían darse a "doncellas pobres, virtuosas de esta ciudad, con obligación de que lo encomienden a Dios". A la muchacha Estefania Centurión, "que por pobre se ahijó en la casa, por sólo la pensión", y allí se alimentaba y vestía, legábale 1.000 pesos, por lo bien que ella lo había servido. Pero si Estefania hubiera salido de su casa antes de su fallecimiento, esos 1.000 pesos se entregarán "para el sustento de la casa de Niños Expósitos". A Mariquita Encarnación Moya, "que por pobre se ahijó en su casa, al lado de su suegra, se le debían entregar 500 pesos; pero si después de la muerte de Aguirre ella hubiese abandonado su servicio, dichos 500 pesos serán "para asistencia de los pobres enfermos del Hospital al cargo de los religiosos Belermitas de esta ciudad". Con el resto del 5º se darán 500 pesos "al Convento de Santo Domingo, para alumbrar al Santísimo Sacramento", y lo demás repartirse en limosnas "a viudas pobres, virtuosas, cargadas de familia, residentes en esta ciudad, no excediendo el socorro, a cada una, a más de 500 pesos, a fin de que las limosnas toquen a varias, con la obligación de que lo encomienden a Dios". Encargaba el testador a su primo Juan Pedro Aguirre Uztáriz le cobrara, en Montevideo, unas comisiones por efectos que le consignó Miguel de Goyeneche, del comercio de la Coruña, como también una factura de dos cajones de libros de Casimiro de Hosta. Era dueño, el causante, de una media acción de 5.000 pesos de la Compañía de Seguros del Conde de Reparáz, aunque no estaba integrada. Le había puesto pleito a Manuel Correa Morales, quien pretendía que Aguirre "le abonase la exorbitante comisión de 30% de todos los cueros que le entregó", pretensión que el testador consideraba injusta. Comunicó el causante a sus albaceas que "Isidora de La Jarrota, con título de hija natural de su difunto suegro", seguía pleito contra los albaceas de dicho finado, sobre pretender ella que se le diese pensión por alimentos; y expuso Aguirre que Isidora litigaba sin fundamento, y que si resultaba algo favorable a la susodicha, debía de pagarse de los bienes de Domingo Alonso de Lajarrota. Era, don Agustín Casimiro, apoderado del "Consulado de Cádiz", por lo que disponía se separaran todos los papeles de esa entidad, que él guardaba en su poder, y se entregasen a su sucesor. Era asimismo - como sabemos - consignatario factor de las compañías navieras de Cádiz en Buenos Aires: "Uztáriz Hermanos" y "Uztáriz Sanginés". Declaraba, el causante, que el "Negro Sebastián" estábale debiendo 120 y tantos pesos, que le prestó "para hacerle bien, para hacer velas de sebo", y mandó se le cobrara lo que buenamente pudiera pagar. Mandó también se remitiera, por mano de Juan Tomás Micheo y de Francisco Borja Lisaur, a su padre Francisco Casimiro de Aguirre, una obligación del difunto Francisco Gortari, que murió insolvente en Cádiz o en San Lucar, deudor de su finado hermano Juan Francisco de Aguirre, por 18.424 reales de plata. Comunicó el testador a sus albaceas, que Isidoro Lorea debíale 100 pesos "que le prestó después de la jura de Nuestro Católico Monarca Carlos IV", y que, a su vez, él era deudor de Lorea por "la compostura del tablado que trabajó para dicha jura", por encargo suyo cuando fué Alférez Real. Finalmente recomendaba Aguirre, a los encargados de darle fuerza legal a su testamento, que compensaran esas deudas.
Entretanto el Cabildo, en su acuerdo del 9-XI-l 790, resolvió que por "haber fallecido el Regidor Alférez Real del año anterior Don Agustín Casimiro de Aguirre, en cuya casa se halla el Real Estandarte", correspondía al Alcalde de 1º voto Cecilio Sánchez de Velasco, ir en busca de dicho emblema y traerlo a la Sala capitular, para que el Regidor Juan Agustín Videla y Aguiar prestara el juramento de estilo como nuevo Alférez Real. Todo lo cual se verificó momentos más tarde.
Sucesión de Aguirre; albaceazgo de su viuda; pensión de ésta y otras referencias
El 2-V-1791, ante Josef García Echaburu, Pedro Antonio Herrera, que regresaba de la Asunción del Paraguay, dijo que debía a la sucesión de Agustín Casimiro de Aguirre, por varios negocios, la suma de 4.815 pesos con 4 1/2 reales corrientes; deuda que protocolizó en escritura otorgada el 23-XII-1786, a favor de Aguirre. Como pago de esta obligación, Herrera le transfería a María Josefa Lajarrota, albacea de su finado esposo, una casa y sitio en la traza de la ciudad, barrio que llaman "de la Plaza Nueba de San Nicolás", abonando l.000 pesos, además de la entrega de la casa, en compensación de aquella deuda. El edificio constaba de un cuarto a la calle con azotea, y más adentro sala y recámara, tres aposentos, cocina, los "lugares comunes", pozo de balde, horna de cocer pan y un corral. Medía el terreno 16 varas de frente al Este y 35 de fondo al Sur.
El transmitente del inmueble, sin embargo, quedó debiendo un saldo a la testamentaría de Aguirre. En consecuencia, el 17-V-1793, ante García Echaburu, María Josefa Lajarrota, viuda y albacea del causante, dió poder al primo de su difunto marido, Juan Francisco de Aguirre Uztáriz, "Capitán de la Real Armada" - que entonces, como sabemos, residía en la Asunción del Paraguay - a fin de que cobrara allí a Pedro Antonio Herrera el resto de su deuda. Igualmente facultaba a dicho mandatario para que requiriera de Gregorio Larrea, vecino del Paraguay, el pago de 2.168 pesos y 6 octavos reales, que Larrea debía a don Agustín Casimiro, según lo reconoció en escritura del 16-1V-1790, otorgada en la Asunción, ante el Escribano Manuel Bachicao. ()
El 12-IX-1793, el Virrey Arredondo remitió a España un expediente por el cual Josefa de la Quintana, viuda del Comandante que fué del Regimiento de Caballería de Buenos Aires, Domingo Alonso de Lajarrota, solicitaba que la pensión que le correspondía a su marido en el ejército, se hiciese extensiva a su hija María Josefa de Lajarrota, viuda del Coronel de Milicias de Infantería Agustín Casimiro de Aguirre. Y enterado el Rey de los buenos servicios de dichos Jefes, y de que sus viudas no tenían derecho al Montepío Militar, por no haber contribuido ni gozado aquellos de sueldo alguno, "ha venido S.M. a conceder a la expresada Doña Josefa de la Quintana 175 pesos de pensión anual, sobre el ramo de vacantes mayores y menores de cualquiera de los Obispados de ese Virreinato, en calidad de que a su muerte recaiga en su hija Josefa de Lajarrota, en caso de mantenerse viuda". Y esta resolución soberana le fué comunicada al Virrey Olaguer Feliú, por oficioque firmó en Madrid, el 6-VIII-1797, Eugenio Llaguno y Amírola, primer oficial de la secretaría del Estado y despacho universal.
por Carlos F. Ibargure Aguirre
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