Notas |
- JERONIMO DE BENAVIDES - mi antepasado - figura en Buenos Aires incluido en la "lista de vecinos y soldados que quedan en la ciudad", sin fecha - que Trelles supone del año 1604, al tiempo que el Gobernador Hernandarias emprendió su expedición a "los Césares". En dicha lista aparece Jerónimo Benavides aportando "tres caballos, escopeta y diez cargas de pólvora", y se le ordena "aderece todas sus armas, pena de que será castigado".
También el libro del Cabildo porteño, del año 1615, registra a Jerónimo Benavides entre los "terceros pobladores, hijos de los primeros pobladores"; y en ese carácter integraba la nómina de vecinos beneméritos, a los que las autoridades repartían las "permisiones"; modestas gangas económicas para los favorecidos con licencia de exportar, en navíos de Registro, los frutos del país; cueros, grasa y sebo.
Una vieja escritura, fechada el 22-III-1605, nos entera que Jerónimo Benavides y su mujer María de la Trinidad, donaron entonces "a su hermana Isabel de Miranda (esposa de Bartolomé López), vecina de la ciudad de Vera (Corrientes), un pedazo de estancia" que poseía proindiviso María de la Trinidad, heredada de sus padres, en los términos de la ciudad correntina; lindante, "por una parte con estancia de Juan Ramón de Vera (Vera y Zárate), y por la otra con la de Ibarra (Jerónimo Ibarra), primitivos pobladores del lugar.
Trece años más tarde, el 23-IV-1618, una colecta de vecinos de Buenos Aires, propiciada por el Ayuntamiento local, a fin de completarle al carpintero Pascual Ramírez el precio de los trabajos que hizo en la Iglesia Mayor, con maderas del Paraguay, traídas en barcos de Hernandarias, Jerónimo de Benavides contribuyo con 3 pesos de aquella época.
¿Donde habitaba mi antepasado en la ciudad porteña? Era dueño de "un tercio de solar" de 23 varas de frente y 70 de fondo; limítrofe, por unos de sus costados, con otra fracción similar perteneciente a Agustín de Guzmán, quien allí vivía con su mujer y su suegra, María Gómez - sobrina de Benavides - y Lorenza Hernández, respectivamente. En 1635 Guzmán vendió ese bien al célebre traficante Juan de Vergara, el cual era lindero, por los fondos, con dicho lote y con el de mi remoto abuelo. Así, detrás de "las casas" principales de Vergara - que ahora se ubicarían en el terreno que forma la esquina NE. de las calles Bolívar y Moreno - quedaba la propiedad de Benavides; es decir, a mitad de cuadra de la calle Perú - con frente al Oeste - entre las de Moreno y Belgrano, en la tercera parte del solar originariamente repartido por Garay a "Alonso Gómez", y no era otro que el padre de aquel; Alonso Gómez del Mármol.
Desde 1617, otro medio solar urbano (35 varas fronteras y 70 de fondo) le perteneció a Benavides. Lindaba, por uno de sus costados con Rodríguez Alvarez, y por su fondo con Mateo Monserrate, y por su frente, calle en medio con el solar del Capitán Bartolomé. Este Capitán, en 1632, vendió su lote a Polonia de Izarra, la mujer de Gaspar de Gaete. Dicho lote conformaría hogaño la esquina NE de las calles Florida y Lavalle. Creo entonces que al medio solar lindero de Benavides tendríamos que ubicarlo hoy en la calle Florida - donde estuvo el diario La Fronda - en la vereda que mira al Oeste, entre las calles Corrientes y Lavalle.
El 24-XII-1635 (como regalo navideño) el Gobernador Pedro Esteban Dávila le dió de merced a Jerónimo Benavides unas tierras y bañados en el pago de la Magdalena. Al solicitar dicho beneficio, el interesado expuso "haber servido a Su Majestad en este puerto de mucho tiempo a esta parte, imitando a mis antepasados que asimismo sirvieron a Su Majestad en la conquista y población de estas Provincias, a su costa y minción, y en particular todo el tiempo que gobernó el Señor Don Fernando de Céspedes, (quien) me encargó y mandó rondas, y velase la banda sur, y descubriese los navíos que por este río entran ... y Vuestra Señoría (Dávila) me tiene encargado lo mismo, lo cual estoy continuando con mucho trabajo de mi persona e hijos, por ser continuo el trabajo, y por que estoy pobre y no tengo más que una suerte de tierra en la barranca deste río, en el pago de la Magdalena, y tengo dos hijas que remediar ... suplico a Vuestra Señoría me haga merced de tres leguas de tierra de los solares que caen de la barranca hasta el Río Grande, y que sobra entre la estancia del Capitán Gaspar de Gaete y la de Antonio Barragán, que es la playa del Rio Grande". Esos terrenos se tasaron posteriormente, el 25-I-1636, por Gaspar de Acevedo, el cual estimó que "por ser playa y anegadizos y de poco fruto valen cien pesos corrientes".
Tales tierras dadas a Benavides "para sus ganados y demás que le pareciere, con lo en ellas anejo y perteneciente; aguadas, pastos, monte, cazaderos y pescaderías", orillaban el río de la Plata, configurando los bajos ribereños situados al sur de la ciudad (a 12 kilómetros, más o menos), "desde el Puerto que llaman de Don Gaspar (de Gaete) - después llamado Colares - hasta la estancia de Antonio Gutiérrez Barragán", que terminaba, al otro extremo, en la "Ensenada" de su nombre.
Se trataba de aquella extensión anegadiza de 3 leguas de largo, con un ancho de "cuatro y media legua", entre la barranca y el río de la Plata; en la hoy playa costera de Berazategui, donde desembocan los arroyos "la Horqueta" y "Colares", cuyo espacio alcanza el actual linde de "Villa Elisa" con "City Bell". (Esta última localidad formaba parte entonces de los campos de Gutiérrez Barragán, comprados por éste el 3-XI-1629 a Bartolomé López, el cual, a su vez, hubo la estancia por merced de Hernandarias, el 23-VI-1618).
Detrás de tales barrancas que ponían límite a los bañados de Benavides, prolongábanse hacia el Oeste, las tierras que repartiera Garay de Norte a Sur, a Juan Fernández de Zárate, a Esteban Ruiz, a Cristóbal Altamirano, a Antón Higueras de Santana y a Alonso de Escobar; las 4 últimas "suertes" llamadas respectivamente; "La Calera", "Ximénez", "Pato" y "Palma". Dos centurias más adelante, una fracción de tales terrenos costeros - 5 leguas y pico -, cuyo dueño había sido mi antepasado Jerónimo Benavides, llegó a pertenecer a don Leonardo Pereyra, integrando su clásica estancia y cabaña "San Juan", ahora en gran medida, convertido su casco en parque provincial.
En otro orden de consideraciones diré que, el 1-I-1619, el personaje que me ocupa había sido elegido Regidor "de último voto" en el Cabildo porteño; y que en la sesión del día 28 del expresado mes, uno de sus colegas, el Regidor Cristóbal Ximénez, planteó valientemente la no aceptación de los 4 cargos concejiles que el poderoso mercader Juan de Vergara acababa de comprar en los remates de Potosí; uno para él mismo, otro para su suegro Diego Trigueros, otro para su concuñado Tomás Rosende y otro para Juan Barragán, casado con "deuda" de la primera consorte del traficante referido. El Cabildo, con dichas incorporaciones, quedaba controlado por Vergara, sujeto al más descarado nepotismo, en contradicción con la antigua ley que recomendaba preferir para los cargos de "república", a los conquistadores y a sus hijos, en vez de permitir que los magnates del dinero acapararan esas jerarquías del gobierno local.
Benavides, en el acuerdo del 18 de febrero, hizo causa común con su compañero Ximénez, impugnando aquello diplomas comprados por Vergara. Pero en la votación que seguidamente efectuó el Ayuntamiento, ambos impugnadores del "trust" vergarista quedaron solos frente a sus pares. En consecuencia Vergara y sus paniaguados asumieron dichos cargos. Mas la cosa no terminaría ahí. En la reunión capitular siguiente (25 de febrero) leyóse el "parecer que dieron los juristas charqueños Juan de Escovar Carrillo y Gabriel Sánchez de Ojeda - dóciles instrumentos de Vergara -, en virtud de cuyo dictamen el cuerpo resolvió que , luego de la incorporación de los Regidores con títulos comprados, quedaban excluídos los Regidores electos. Por tanto Benavides y Ximénez, "hijos de conquistadores" - pese a que dijeron apelarían la medida al Virrey de Lima - perdieron los empleos. Poco después de tan breve como infortunada actuación pública, el Gobernador Céspedes designó a mi remoto abuelo, "Guarda de navío"; es decir encargado de velar sobre el contrabando e impedir su ejecución en toda especie de embarcaciones, con facultad de registrarlas y obligarlas a fondear.
Como se dijo más atrás, Jerónimo de Benavides habíase casado con María de la Trinidad Villanueva, nativa de Corrientes, la cual no recibió dote alguna en ocasión de su boda. Era ella hija de Nicolás Villanueva y de Teresa de la Trinidad, ambos nacidos y casados en la Asunción. Nicolás fue vecino fundador de la "Ciudad de Vera de las Siete Corrientes", el 3-IV-1588 y en tal circunstancia levantó el acta respectiva, en su carácter de Escribano del primer Cabildo correntino, desempeñándose, más tarde, como Procurador de la Ciudad en 1597 y como Regidor en 1601.
El 28-XII-1663, con cerca de 80 años encima, Jerónimo de Benavides, enfermo en cama, otorgó su testamento ante el Escribano Juan de Reluz y Huerta, siendo testigos el padre Sebastián Carrión, la Compañía de Jesús, el hermano Antonio del Rio, Juan de Izarra, Tomás de Azedo y Andrés González. Ordenó el causante se enterrara su cadáver amortajado con hábito seráfico, en la Iglesia de San Francisco. Declaró haber sido casado con María de la Trinidad Villanueva, y que de sus hijos vivían entonces; Jerónimo, Diego, Nicolás, Teresa y Catalina - "tres varones y dos hembras".
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