Notas |
- Escribano y militar.
Teniente 2º en 1859; el 15 de septiembre de 1861 fue dado de alta con el grado de capitán.
Al estallar la guerra del Paraguay, marchó con el ejército en su doble rol de letrado y soldado.
Sin embargo, una vez que las tropas argentinas ocuparon Asunción, Urien tuvo una seria disputa con el doctor Félix Amadeo Benítez, flamante cónsul argentino en aquella república, a raíz de ciertas acusaciones aparentemente infundadas.
Esculapio, pseudónimo utilizado por el corresponsal del periódico “La Discusión”, con asiento en Asunción, enviaba una carta fechada el 22 de mayo de 1870 informando sobre el asunto:
"Lo más notable que hay por estas alturas es la formación del Gran Club Extranjero de Socorros Mutuos llamado a rendir importantísimos y benéficos resultados en vista de los nobles fines que se propone, habiendo sido elegido presidente del mismo por mayoría de votos el honrado y caballeroso Dr. D. Félix Amadeo Benítez que tantas simpatías ha sabido captarse en tan corto tiempo que reside en el Paraguay, en clase de cónsul Argentino, y ejerciendo su noble profesión de abogado con tanta dignidad y honradez, no transigiendo con los bribones por ningún título.
La austera honradez del doctor Benítez debía atraerle infaliblemente el odio y la venganza de almas viles y corrompidas, que haciendo escarnio de la profesión de procuradores y escribanos, desgraciadamente en el Paraguay no piensan más que en hacer dinero, importándoles poco los medios.
El escribano D. Domingo Urien, destituido por la Excma. Cámara de Justicia juntamente con todos sus demás colegas, se encaprichó en sostener que el Dr. Benítez era la causa de su destitución y pensó en vengarse.
Fue a casa del Dr. Benítez a pedirle satisfacciones, armado y con muy mal modo, siendo recibido por el doctor Benítez como acostumbra a recibir a todo el mundo, dándole seguridades de que él no había sido causa de su destitución, y que si lo hubiese sido tenía bastante franqueza y coraje para decírselo, decidido a responderle en todos los terrenos; no se contentó Urien con estas declaraciones francas del Dr. Benítez y dijo a varias personas que el Dr. Benítez se la pagaría, que sabía que era valiente, pero que lo compondría con un buen revólver, y cumplía lo prometido. A los pocos días volvió otra vez armado y amenazante al estudio del Dr. Benítez, cobrándole unas escrituras y pidiéndole nuevas satisfacciones; en esto entró D. Nicanor Martínez, y fingiendo una disputa con éste sacó el puñal de su estoque, entonces el Dr. Benítez le agarró del brazo derecho, pasando Urien el puñal a la mano izquierda. Benítez entonces abandona el brazo derecho, le agarra el izquierdo, Urien viéndose libre del brazo derecho sacó de su bolsillo un revólver, fue cuando Benítez le cazó los dos brazos, forcejeando con el agresor hasta que éste pudo montar el gatillo del revólver, y apenas efectuada esta operación largó inmediatamente el tiro sobre el Dr. Benítez, que lo cubría con su cuerpo, logrando herirle en el vientre. Benítez, a pesar de la herida grave reportada, luchó más tiempo, hasta desmontar completamente al asesino, y después, casi exánime, tuvieron que conducirle a la cama; queda probado hasta la evidencia que Urien, por los antecedentes que hubo y de venir dos veces armado a casa de Benítez, le ha herido intencionalmente y no por casualidad, como se pretende por los que no conocen el hecho, que tiene que ser conocido del público. El Dr. Benítez, en su desgracia, ha sido visitado por un sinnúmero de personas y asistido por sus numerosos amigos, que desde muy lejos se costearon para venir a visitarle, y a pesar de tantos cuidados, después de 23 días, se haya postrado en cama, sufriendo terriblemente, y tal vez tendrá que perder la pierna izquierda, que no puede articular, quedando entonces inutilizado por toda su vida, mientras que el asesino es protegido por las autoridades militares argentinas, cuyo deber era proteger con preferencia al cónsul de su nación".
Y efectivamente, el castigo llegó, pues en carta del 3 de julio de 1870, fechada en Asunción, Miguel Gallegos decía a Benjamin Canard:
“Ayer ha tenido lugar un hecho de la mayor importancia, y que diseña el carácter y motor de este pueblo.
Las familias se reunieron y fueron a pedirle al gobierno la libertad de una porción de presos. Rivarola accedió y fue con ellos a la cárcel, y allí, llamando al presidente de la cámara, con quien se agarró en cuestión Rivarola, fueron puestos en libertad, entre ellos Urien. Ha sido una bestialidad de Rivarola, con la que ha querido dar una muestra de generosidad en favor de sus enemigos. Esa lucha en media calle, entre dos categorías - el gobierno y el presidente de la cámara -, es la prueba más acabada de la ignorancia en la que se halla este pueblo”.
El 1º de noviembre de 1874 fue dado de alta como coronel del 5º Regimiento de Infantería de Guardias Nacionales.
En mayo de 1918, su esposa Teresa Azareto solicitaba a la Cámara de Diputados una pensión por los servicios que había prestado José Domingo en las revueltas de 1874. Decía el escrito: "...que para mayor comprobación de los servicios prestados por su esposo, Dr. José Domingo Urien, agrega la siguiente exposición: que mi esposo prestó a la Nación importantes servicios con motivo de la revolución que estalló el 24 de septiembre de 1874, la que conmovió al país entero que en aquellos difíciles días de prueba, mi esposo formó el primer batallón del 5º Regimiento, que tuvo por jefe al malogrado Coronel Pantaleón Gómez, que con la actividad, el prestigio y gran número de amigos, contribuyó en buena parte al afianzamiento de la paz pública y a la causa del orden comprometido en el territorio de la República".
En 1882 se desempeñaba como Notario Eclesiástico. [2]
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