Notas |
- Bernardina Mexía Mirabal y Salazar, viuda del Fundador de San Salvador de Jujuy, Francisco de Argañaraz y Murguía, hizo levantar, el 30-III-1613, ante "el Alcalde ordinario por su Mgd." en dicha población Antonio Serrano (futuro primer esposo de Isabel, hija de la interesada, que con Serrano resultan 8vos abuelos míos) y el Escribano Rodrigo Pereyra (también ascendiente mío), una Información para ocurrir a la Audiencia de La Plata (Charcas) a fin de que le fueran retribuidos los servicios prestados por ella, tanto pecuniarios como personales, en el emplazamiento y sostén de aquel centro poblado en el valle de Jujuy. Al efecto declararon en ese documento 7 testigos, a saber:
El Capitán Andrés de Cuebas, de 50 años, en primer término el cual, en síntesis, dijo conocer a doña Bernardina "de veinte años a esta parte y, asi mesmo", a Francisco de Argañaraz, su marido; agregó que "era muí público y notorio en esta Governazión", que al casarse don Francisco "no tenía hazienda ninguna, antes dezían estar adeudado"; que el testigo participó en la fundación y población de la ciudad de Jujuy, y "save y vio" que la hacienda que gastó Argañaraz "era del dote que trajo a su poder doña Bernardina, en más cantidad de veinte mili pessos"; que la señora no gozaba al presente de renta de ninguno de sus repartimientos de indios, y que "hasta el día de oy", a criado y alimentado a siete hijos, menos al mayor Francisco que "de dos años a esta parte se a apartado y puesto cassa"; que estando doña Bernardina "muí pobre i nesesitada ... no puede sustentar por falta de servicio sus chacras" y "tiene una hija de veinte años por cassar (Isabel, mi antepasada, que casaría primero con Antonio Serrano de Castro, y de viuda con Juan de Yanci), y save que no la a cassado por estar pobre y no tener conque"; que al segundo año de poblada Jujuy, el declarante "vio venir a doña Bernardina a ayudar al sustento de dha. Ciudad, y se halló con el dho. su marido, siempre cuidando a los pobladores della, y dándoles de comer de su hazienda, gastando para dho. efecto, agazajando a los soldados porque no desamparase la Ciudad por ser frontera de guerra ... ".
El testigo Juan de Herrera, de más de 50 años, encomendero y fundador asimismo de Jujuy, dijo conocer a doña Bernardina desde antes de casarse con Argañaraz, y los vio casar en Santiago del Estero, cuando a Argañaraz "no se le conocían más bienes que su persona sola ... y era público y notorio tenía deudas en esta Governazión"; que el testigo sabe recibió en dote el contrayente "dos mili pessos, poco más o menos, de renta de yndios de encomienda de un pueblo que se dezía Gaypetes, y ansi mismo muchos más bienes i dinero i joyas, con todo lo qual vino a poblar y pobló esta Ciudad de San Salvador de Jujuy", donde se gastó toda esa dote, quedando después doña Bernardina, viuda, adeudada y pobre para sustentar siete hijos, "con una hija doncella (Isabel) a la qual no a dado estado por ser tanta su pobressa ... y por ser la dha. su hija nieta de los primeros Conquistadores, la susso dha. ocurriendo a Su Magd. o a sus Rs. Consejos es digna de que se le haga merssed conforme a sus Cédulas Rs.". Y el testigo Herrera terminó diciendo "que save porque lo vio, que la dha. Da. Bernardina Miraval del primer año que se pobló y se fundó esta Ciudad, vino a ella personalmente con el dho. su marido, y lo aiudó en la dha. poblazión, con la joias que suias tenía, para el gasto ordinario que tenían con algunos Soldados que sentava a su messa, y acarisiando i reparando a todos los pobladores que venían ... con cuia ayuda save este testigo se pobló esta Ciudad, por ser como eran todos los más Soldados de Capa y espada, i la tierra no estar en aquella sasón asentada ... ".
En términos parecidos declararon luego los testigos Marco Antonio Gabuy, el cura y vicario de Jujuy Bartolomé de Casares Godoy, el Capitán Juan Ochoa de Zarate (antiguo rival de Argañaraz), el vecino Pedro Sánchez y el Capitán Pedro Godoy. (El pertinente documento fue publicado por Jorge G. C. Zenarruza en su libro sobre el General Juan Ramírez de Velazco. Bs. As. 1984).
por Carlos F. Ibarguren
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