| Notas |
- Jurisconsulto. Huérfano a temprana edad, quedó al cuidado de don Luis Goddefroy. A los doce años llegó a Buenos Aires para proseguir sus estudios. Realizó parte de ellos en el Colegio Ateneo, de don Pedro de Angelis y Francisco Curet, y después ingresó a la Universidad de Buenos Aires, doude estudió latín y filosofía. Con decidida vocación por la carrera del derecho siguió los estudios en el Departamento de Jurisprudencia, y allí tuvo como profesores a Diego Alcorta, Rafael Casagemas y José León Banegas. Obtuvo el titulo de doctor en derecho civil, el 6 de agosto de 1836, luego de acreditar "haber sido sumiso y obediente a sus superiores en la Universidad", y de prestar el juramento de ser notoriamente adicto a la causa nacional de la Federación. No creemos que fuera tan obsecuente a la ideología federal, ya que formó parte de la llamada Asociación de Estudios Históricos y Sociales, precursora de la Asociación de Mayo. Se graduó con una notable tesis "Disertación sobre los Abogados", y luego entró a practicar en el estudio del doctor José Gabriel Ocampo. Pasó por la Academia de Jurisprudencia de Buenos Aires, donde se vinculó con Vélez Sársfield. Recibióse de ahogado en 1839, y de inmediato se inscribió en la matrícula. A fines de ese año, partió para Montevideo y bien pronto dejó la profesión de abogado, vinculándose a la Academia de Jurisprudencia local como vice-presidente y censor de la misma. En ella, enseñó la teoría del Derecho mientras se practicaba en juicios figurados. Debido a sus propios méritos, obtuvo otros nombramientos en la magistratura y el foro, como el de juez de crimen en marzo de 1842, y juez en lo civil interinamente en el mismo año. En ese cargo de magistrado le sorprendió la invasión del general Manuel Oribe en 1843, y el subsiguiente Sitio de Montevideo. En el campamento de Oribe fue miembro del Tribunal de Justicia que iba a establecerse en la Unión. En mayo de 1845, integró el Superior Tribunal de Apelaciones que funcionaba en el Cerrito. Asimismo en febrero de 1850, se le nombró miembro de la Comisión de Instrucción Pública en la que produjo un notable Informe y Plan. Publicó el periódico El Defensor de las Leyes, órgano de Oribe, donde sostuvo una política partidista, tratando en sendos artículos cuestiones politicas y diplomáticas. En los últimos años del Sitio, el doctor Acevedo emprendió la tarea de redactar el Proyecto del Código Civil para el Estado Oriental del Uruguay, en 1852, de gran valor jurídico, pero no llegó a sancionarse, ya que levantó resistencias en lo relativo al matrimonio civil y a la secularización de los registros del estado civil. Mereció ser revisado en 1866, por una comisión nombrada por Venancio Flores, para que tomándolo por base se redactase el nuevo Código Civil, cosa que realizó Tristán Narvaja. Una vez terminada la guerra en el Uruguay, Acevedo fundó el periódico La Constitución, en 1852, y de inmediato fue elegido diputado. El motín militar del 18 de julio de 1858, sirvió para que fuera desterrado a Buenos Aires, donde volvió a reconstituir su bufete de abogado, que bien pronto gozó de amplia fama. En 1855, fue elegido Presidente de la Academia de Jurisprudencia de Buenos Aires, dirigiéndola hasta 1859. Por su prestigio el gobierno de Buenos Aires le encomendó en 1856, para que redactase un Proyecto de Código de Comercio, juntamente con el doctor Vélez Sársfield, entonces Ministro de Gobierno, el que fue presentado en 1857, y después de diversas alternativas se lo sancionó el 7 de octubre de 1859. Se lo consideraba como el exponente de los principios más adelantados en el momento de su sanción. A partir del 12 de setiembre de 1862 pasó a formar parte integrante de sus leyes nacionales. En 1858, fue Presidente del Colegio de Abogados de Buenos Aires. En 1860, el gobierno lo nombró para ocupar los cargos de Fiscal y miembro de tribunales especiales. Su prestigio era indiscutible. En carta del general Tomás Guido dirigida al doctor Mariano Lozano, del 5 de marzo de 1860, aquél le decía: "Acevedo reúne todas las calidades necesarias para desempeñar dignamente cualquier destino público". En ese mismo mes se retiró definitivamente del país, pues había sido designado Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores. Con motivo de su partida, la prensa argentina lo despidió con manifestaciones de simpatía. Se ha escrito con razón, que la vida de codificación termina para el doctor Acevedo en 1860, ya que su fama había crecido enormemente durante el destierro. y sus conciudadanos pensaron en él, para el desempeño de la primera magistratura. En ese año se levantó su candidatura, pero no resultó electo. Después fue nombrado Camarista del Superior Tribunal de Justicia de Montevideo, y en los comicios de 1862, se le eligió senador por el departamento de Montevideo y diputado por el de Salto. Aceptó el primero de esos cargos, y resultó ungido Presidente del Senado en febrero de 1863. Habiéndose agravado sus dolencias, por consejo médico hizo un viaje al Paraguay a mediados de 1863, pero a su regreso de Asunción, falleció a bordo del Igurey, el 3 de agosto en tierra argentina, cerca de Goya (Prov. de Corrientes), a los 47 años de edad. Sus restos fueron temporariamente inhumados en Paraná, hasta que en 1865, recibieron sepultura en Montevideo. Treinta años más tarde, Manuel Obarrio siendo catedrático de Derecho Comercial y Decano de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, recordaba la actuación del doctor Acevedo en la Academia encomiásticamente. Vicente Fidel López dijo que "el respeto que merece su reputación es el galardón ganado por una vida entera de pureza, de dignidad y honradez". Fue un eminente hombre público. hábil maestro en la ciencia del Derecho, legislador inteligente y organizador, que bregó incesantemente en la etapa de la codificación creando y proponiendo reformas fundamentales en la legislación argentina. Su figura de trascendencia en nuestra cultura jurídica adquiere, a través del tiempo, señalado valor. Todo lo que pudiera decirse del ilustre jurisconsulto, creemos que se encuentra documentalmente expuesto por su hijo, el que fuera eminente Rector de la Universidad de Montevideo y director del diario El Siglo, doctor Eduardo Acevedo, en el libro titulado: Eduardo Acvedo, años 1815-1863. Su obra como codificador, ministro, legislador y publicista, Montevideo, 1908. "En cada una de sus páginas resalta la personalidad altamente atrayente de ese hombre, cuya misión consistió en hacer el bien, y en despertar las almas para conducirlas al templo del saber". [2]
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1815 - 1863 (47 años)
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