Notas |
- JUSTO PASTOR LYNCH GALAYN - mi 4º abuelo - vino al mundo el 9-VIII-1755, y fue bautizado el 20 de septiembre siguiente, en la Catedral porteña, por el Maestro Joseph Remigio Escandón y Astorga, bajo el padrinazgo de Nicolás Geraldín y de Josepha Lomés. Al párvulo le pusieron los nombres de Justo y Pastor, los santos niños hermanos que murieron mártires en Alcalá de Henares, el mes de agosto del año 304, por orden del Prefecto romano en España Públio Daciano, feroz perseguidor de los creyentes en la religión de Cristo.
Justo Pastor, a diferencia de tantos jovenes contemporáneos suyos de familia acomodada, no sería ni comerciante, ni letrado , ni cura, ni militar; eligió la carrera burocrática - era ya "Oficial Meritorio" a los 23 años; "plumista" según lo registra el censo urbano de 1778. El 1-I-1779 pasa como "Oficial de Libros" al Tribunal de Cuentas; el 20-I-1780 es "Oficial de 3ª" en la Contaduría General del Ejército y Real Hacienda; el 12-IX-1782 le nombran Oficial Mayor de la Secretaría de la Intendencia General, presidida por Manuel Ignacio Fernández, a quien reemplazaría, en 1783, Francisco de Paula Sanz. Asciende Lynch el 15-I-1784 a Oficial 1º en el ramo de la Real Hacienda, con un sueldo de 900 pesos al año; y el 10-V-1786 se lo libera del pago de la "Media Anata"; o sea de abonar el impuesto correspondiente a la obtención del referido empleo.
Siete meses más adelante (3-XII-1786) Justo Pastor contraía matrimonio con Ana María Bernarda Josefa de Roo y Cabezas, n. el 20-VIII-1764; hija del Contador Cornelio Matías de Roo y Olmedo y de Petrona Francisca Javiera Cabezas y López (ver el apellido Roo). Bendijo la boda el Presbítero Francisco Xavier de Lezica y Alquiza, siendo testigos de la misma los padres de la contrayente.
El 8-IV-1793, nuestro "Oficial 1º en el ramo de la Real Hazienda", elevó un Memorial a Su Magestad solicitando una Contaduría. Tal solicitud obtuvo resolución favorable del Rey Carlos IV, y en el Libro de Tomas de Razón lugareño - equivalente al moderno Registro Oficial -, con fecha 22-X-1795, anotóse el nombramiento de mi antepasado como Contador de la Real Aduana porteña.
Marginalmente apunto que, por esas fechas, el Contador aduanero vendió a Antonio Padilla una negra llamada María, "que tuve y compré en un lotes de negros que se introdujeron en esta ciudad ... y la vendo por libre de censo, empeño e Ipoteca especial ni general, que no la tiene, ni tampoco enfermedades públicas ni secretas, a excepción de que cuando va al Río suele tomar un traguito". El precio de la morena, aficionada a besuquear botellas cuando iba a lavar la ropa, fue de 280 pesos en plata acuñada.
En 1799 Justo Pastor Lynch contribuyó con un "Donativo a S.M." para subvenir a los gastos de la guerra de España contra Inglaterra, cuya escuadra, el año anterior (10-XI-1798), habíase apoderado de la isla española de Menorca. A raíz de aquella contribución, el Virrey Marqués de Avilés le dirigió a mi 4º abuelo (16-VIII-1799) la siguiente nota de agradecimiento; "Doy a Vmd. gracias, en nombre del Rey, por el donatibo boluntario del quatro por ciento de sus sueldos, que ha hecho para las urgencias de la Corona mientras dure la guerra y hasta quatro años después de publicada la Paz en Europa; y haviendo pasado la orden correspondiente a la Administración de la Aduana para que se efectúen los descuentos, daré oportunamente cuenta a Su Magestad, como me está prevenido. Dios guarde a Vmd. muchos años. Firma: El Marqués de Avilés".
Las escandalosas defraudaciones a los derechos aduaneros en aquel tiempo
A propósito de la Aduana porteña, de los contrabandistas burladores del Real Fisco, y de las altas autoridades envueltas en los famosos procesos de introducción ilícita de mercaderías, estracto y gloso, a continuación, el Informe, detallado y secreto, del Virrey Joaquín del Pino, en respuesta de una Real Orden reservada del 11-VII-1800, "en que se le manda informar sobre la pandilla y demás de quienes dió su anterior", el Virrey Marqués de Avilés. Este interesantísimo documento fue transcripto, en lo esencial, por Ricardo R. Caillet-Bois en el Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras; Tomo XI, Año IX, No. 45-46. Bs.As. 1930.
Revela dicho Informe, que durante el gobierno de Avilés actuaba en Buenos Aires una banda de contrabandistas en complicidad con altos funcionarios. Era público que el Administrador de la Real Aduana Angel Izquierdo, "reciviendo en los Almacenes para custodia los cargamentos que se introducían, hasta averiguar sus clases de lícitos e ilícitos, se prestava condescendiente a la subrogación de otros, en lugar de los lícitos ... defraudando a la Real Hazienda y perjudicando al cuerpo de Comercio". El soborno se hizo habitual. "Los efectos se introducían no solo por las noches, pero aún de día. Vajo el salvoconducto de los encargados de celarlas ... se descargaban carretadas de efectos prohibidos en las tiendas del centro de la ciudad ... Hombres de un corto manejo, mercaderes principiantes, pasaron de un momento a entender en vastos manejos, a fomentar expediciones y correr una correspondencia con el extranjero". Y seguidamente el Virrey del Pino denuncia a los funcionarios corruptos. Al asesor Juan Almagro de la Torre y a su hermano Manuel, que "entraron a comprar barcos y estancias de ganados mayores por intermedio de Antonio Romero" (Asentista del Estado) que hacía de testaferro. Los Ministros de la Audiencia y Tribunal de Cuentas llegaron a complicarse en estos asuntos. "El Oidor don Sevastián Velazco a jirado y jira dinero en estas negociaciones delictuosas. Su venalidad es asumpto de la crítica y censura en lo público, y aunque cuenta 80 años se le nota muy apegado a los intereses". Los demás componentes de la Audiencia; Francisco Tomás de Anzoategui, Francisco Garasa y Joaquín Bernardo de Campuzano "deven mirarse con respeto"; aunque Anzoategui "procede algo indulgente por los enlaces que tiene de parentesco" con algunos empleados coimeros. "Garasa frecuenta la quinta de don Ventura Miguel Marcó (del Pont), uno de los contrabandistas más señalados, y burlador de las disposiciones del Gobierno ... pero este Ministro (Garasa) parece que no se somete a bastardos influxos". Campusano es genio amable y propenso a complacer; cultiva una estrecha amistad con don Anselmo Sáenz Valiente y don Pedro Andrés García. Sáenz Valiente es socio de don Francisco del Sar, a quien se le tienen detenidos dos cargamentos hasta averiguar la lexítima introducción de ellos. García tiene compañía con don Tomás Antonio Romero", y ambos son contrabandistas notorios.
En el Tribunal de Cuenta, el decano Pedro José Ballesteros, emplea "sus oficiosidades", dentro y fuera del Tribunal, "para engrosar sus averes", se ha comprado "las casas que hoy posee, y que ha reedificado levantando obras costosas". Juan Andrés de Arroyo, el otro Ministro del Tribunal de Cuentas, "no desperdicia ocasión ... se ha mezclado en negociaciones clandestinas, ha tenido la impavidez de introducirlas en su casa, y poco hace que destinó a su hijo (Manuel) para un viaje al Río de Janeiro, sacándolo del mismo Tribunal de Cuentas donde lo tenía en clase de meritorio"; y fue allá a hacer cierto negocio de cambios de monedas de oro por plata acuñada. Oromí (Ramón) también del Tribunal de Cuentas, "es un vivo retrato de Ballesteros". Altolaguirre, sustituto del Contador Mayor Cabrera (Faustino) ... se comporta con juiciosidad y respeto ... ".
"Me resta hablar de los Ministros de la Real Hazienda"; Félix Casamayor, Antonio Carrasco y José María Romero; éste último sucedería al difunto Antonio Pinelo. "Casamayor es persona despreciable por la vajesa y abatimiento con que trata frecuentemente los Cafés y casas de juego, entregado a esta clase de vida disipada, con compañías de personas que no le hacen onor, y en un traje por lo general que lo equivoca con lo común del pueblo; pues si no es en los casos muy precisos, no se le ve vestir el uniforme; se le mira con desprecio, así por su conducta reprobable en todos estos hechos, como por los descubiertos en que tiene su crédito de las cantidades que adeuda". Antonio Carrasco se manifiesta un buen Ministro, celoso por los intereses Reales. José María Romero, "no lo savemos, pero embía muy mala especia, su dependencia del Padre y demás conexiones que tiene contraídas no producen otros frutos que los amargos del desorden".
Juan de Almagro de la Torre - que intervino como asesor del gobierno en el pleito sobre los contrabandos de Tomás Antonio Romero, su socio el joven José Antonio Sanzetenea (propio hermano de mi 4º abuelo José Calixto), y el norteamericano Tomás Halcey en la fragata "Mariana" - fue recusado por el Fiscal por la notoria complicación de "su hermano domestico y comensal don Manuel de Almagro, en el comercio prohibido, así como por los negocios que lleva su suegro don Juan de Andrés de Arroyo". "El Abogado Saravia (Mariano, asesor de Romero), estaba separado de su legítima esposa que residía en Chile, desde hacía 14 años, y mantenía trato escandaloso con una joven de las principales familias.
El Regente de la Real Audiencia (Benito de la Mata Linares) contemporizaba con las ventas clandestinas, diciéndole al Virrey "que aunque la introducción de dicho Contrabando era escandalosa y los ejecutores dignos de castigos severos, combendría templar los procedimientos y tal vez escusar pesquisas, por que de ellas podían resultar la pérdida de algunos comerciante que debían merecer mucho concepto al Gobierno por la utilidad de sus giros al Erario y al Estado".
Por último, manifiesta del Pino, el Administrador de la Real Aduana que reemplazó a Angel Izquierdo, fue "Don Justo Lynch, de quien reflexionando yo que con solo los respetos de interino, tal vez no podría precaver del todo las substituciones que antes se hacían de los cargamentos de géneros lícitos por los de ilícitos para livertar a los defraudadores, y así dispuse, a pesar de las Representaciones que se me hicieron, se asegurasen (todas las mercaderías) en los Reales Almacenes de esta Casa Fuerte ...".
Pedido de Lynch al Rey para obtener el empleo de Administrador de la Aduana
El 23-VIII-1801 el Virrey del Pino remitió para Su Magestad un Memorial de Justo Pastor Lynch, en el cual este solicitaba se le confiriera el empleo de Administrador principal de la Aduana de Buenos Aires, vacante, a la sazón, por muerte de su titular Angel Izquierdo; "y no teniendo noticias contrarias a los servicios que alega (Lynch) - expresaba el Virrey -, al paso que he observado, en los meses que han pasado desde mi ingreso a este Virreinato, su buen desempeño en el mismo de Administrador que exerce interinamente, lo dirijo a Vuestra Exelencia (el Secretario general de Hacienda de España e Indias, Miguel Cayetano Soler) para que Su Magestad se digne resolver lo que sea de su Real agrado".
El Memorial de mi 4º abuelo, esto exponía en lo pertinente: "Señor: Don Justo Pastor Linch, Contador propietario y Administrador Interino de la Real Aduana de Buenos Ayres, puesto con su mayor respeto a los Reales Pies de Vuestra Magestad, dice: Que hace el tiempo de veinte años tiene el honor de servir a V.M. en los oficios de la Real Hacienda de aquel Virreinato. Su aptitud, y conducta le grangearon, sucesivamente, no tan solo sus ascensos desde la clase de Meritorio, en que empezó su carrera, sino también el concepto, la confianza y el aprecio de sus Jefes". (A continuación se enumeran los distintos cargos administrativos desempeñados por el solicitante); quien "se promete que si sus relacionados servicios ... merecen la compasiva consideración de V.M., hallará en su Real y justificada rectitud el asilo y buen despacho que impetra en la presente instancia ... que se reduce a que V.M. se digne conferirle la Administración de la Aduana de Buenos Aires, que ha vacado por fallecimiento de don Angel Izquierdo que la servía, acreditándose que el Suplicante se halla sirviendo interinamente la citada Administración por disposición de vuestro Virrey ...".
Acompaña asimismo Lynch, a la rogativa, su foja de servicios, en la cual consta que "fue destinado por el Señor Intendente Don Manuel Fernández para trabajar en la Secretaría de la Super-intendencia ...". Que "en al año de ochenta y uno (Lynch) pasó a Montevideo con dicho Señor Intendente, cuando este Jefe se condujo ... para poner aquella Plaza en estado de defensa por los anuncios que se tubieron de venir a invadirla una Esquadra Inglesa, manteniéndose ( don Justo) a sus espensas los 3 meses que duró la Comisión, sin más gratificación ni sobresueldo que el de 400 pesos anuales que gozava como Oficial 3º de la Contaduría del Ejército. En el ochenta y tres, bolbió segunda vez a dicha Plaza con el referido Jefe, quando fue por orden de S.M. a reconocer la Ordenanza de Intendentes ... en cuya comisión, que también duró mas de dos meses, se comportó con la reserva, celo, inteligencia y arreglo que en los demás asuntos ha tenido y tiene a su cargo. Los servicios, méritos y qualidades de este Subalterno han sido recomendados a S.M. por los Señores Superintendentes que fueron de este Virreinato, Don Manuel Fernández y Don Francisco de Paula Sanz, y por el actual Exelentísimo Señor Virrey, en informes del 30-IV-1780, 3-III-1784 y 12-IV-1793".
Tales las constancias del Memorial elevado al Monarca por ese 4º abuelo mío. De añadidura, don Justo, el 25-IX-1800, ante el Escribano Mariano García Echaburu, había otorgado un poder a favor de Saturnino Angel de Velazco, "agente de negocios de los del número de Indias, en la Villa y Corte de Madrid", para que se presentara en su nombre ante el Rey y Supremo Consejo de Indias, y pidiera le hicieran las gracias y mercedes que el Soberano se dignara concederle, ya que aspiraba al cargo de Administrados efectivo de la Aduana porteña.
Algo más acerca de nuestro funcionario y su voto en el "Cabildo Abierto" de 1810
No obstante el padrinazgo del Virrey del Pino, aquella solicitud de mi antepasado Lynch para que el Rey le nombrara percibidor efectivo de las tarifas aduaneras bonaerenses, quedó demorada en el Consejo indiano de Madrid. Mas tarde, el 25-XI-1809, por una carta sin firma remitida desde Buenos Aires, fue hecha una denuncia a las autoridades metropolitanas contra el Contador Justo Linch y el Tesorero Pedro Vigueras, de quienes se decía que a pesar de tener tres causas abiertas sobre graves irregularidades cometidas en la Aduana, eran protegidos por el Virrey Cisneros.
Fueran o no exactas esas aseveraciones anónimas del documento aludido, la verdad era que Justo Pastor no se recataba en mostrarse parcial de Cisneros; y así lo hizo ver, meses después en el Cabildo abierto del 22-V-1810, donde nuestro "Contador de la Real Aduana y Administrador interino", adhirió en un todo al voto del Oidor Manuel José de los Reyes, en el sentido de que no encontraba motivo para sustituir a don Baltasar en el mando; pero si la pluralidad del Cabildo juzgara lo contrario, proponía se nombrara de adjuntos al despacho del Virrey, al Alcalde de 1º voto y Procurador General de la ciudad.
La deposición de Cisneros y el establecimiento del "nuevo sistema revolucionario" no le acarrearon perjuicio ninguno a la carrera administrativa de don Justo Pastor. Al contrario, el gobierno de los criollos - sin duda debido a su cuñadía con Castelli - lo confirmó, por fin, el 6-II-1811, en el cargo de Administrador titular de la Aduana que tanto anhelaba.
Con el correr de los años fuese agudizando la generosidad patriótica de nuestro funcionario. Y así vemos que La Gazeta de Buenos Ayres trae en sus páginas que, el 19-III-1815, "El Contador Mayor del Tribunal de Cuentas, don Justo Pastor Linch, ha hecho oblación de 700 pesos de sus sueldos" al gobierno del Director Posadas. Que el 24-VI-1815 "Justo Linch y sus hijos Patricio y Benito, por sí y por sus Sras. esposas", donan al gobierno 57 pesos en dinero efectivo más 28 marcos y 12 onzas de plata labrada. Que seis meses después (31-XII), don Justo Pastor Linch contribuyó con 100 pesos para un "préstamo americano voluntario", durante el Directorio de Alvarez Thomas. Y que el 4-VII-1818, al resolver el Tribunal de Cuentas una desgravación del 1% de los emolumentos de su personal a fin de contribuir al apoyo del Colegio de la Unión del Sur, "el Contador Justo Pastor Linch ofrece gravar su sueldo en un 3%". Leo también en una Gazeta del año 1819 este aviso llamativo: "Se vende una criada parda de todo servicio, de 25 a 26 años de edad, en casa de doña Ana María Roo de Lynch, del café de los Catalanes quadra y media hacia las Catalinas".
La vida de don Justo prolongaríase después lejos de la mundanal publicidad hasta que, con 75 años encima, el 8-V-1830, dejó de existir, siendo "feligrés de esta parroquia de Nuestra Señora de las Mercedes". En cuanto a su viuda Ana de Roo, murió de 72 años, el 21-VIII-1836, después de recibir los Santos Sacramentos de manos del presbítero Felipe Santiago de Elortondo y Palacios Galayn, sobrino 3º de su difunto marido. El cadáver de la señora quedó sepultado en el "cementerio público", o sea en La Recoleta.
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