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General Antonio Alurralde Egusquiza, (*)

Varón 1670 - 1736  (66 años)


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  • Nombre Antonio Alurralde Egusquiza 
    Título General 
    Sufijo (*) 
    Nacimiento 1670  Andoain, Guipuzcoa, España Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar. 
    Sexo Varón 
    Fallecimiento 18 Sep 1736  San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar.  [1
    ID Persona I80214  Los Antepasados
    Última Modificación 28 Abr 2019 

    Padre Juan Bautista Alurralde Atorrasagasti,   n. Andoain, Guipúzcoa, España Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar. 
    Madre María Juana de Egusquiza 
    ID Familia F27695  Hoja del Grupo  |  Family Chart

    Familia 1 Ana Valdéz Martínez Iriarte   f. 1701, San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar. 
    Hijos 
    +1. Maestre de Campo Felipe Antonio Alurralde García Valdez,   n. 1701, San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar.f. Cir. 1765 (Edad 64 años)
    ID Familia F27446  Hoja del Grupo  |  Family Chart
    Última Modificación 22 Dic 2009 

    Familia 2 María de Vera Aragón Medina Montalvo   f. 1758 
    Matrimonio 1705  San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar. 
    Hijos 
    +1. Miguel de Alurralde Vera de Aragón,   n. 1722   f. 1784 (Edad 62 años)
    ID Familia F1373  Hoja del Grupo  |  Family Chart
    Última Modificación 29 Dic 2010 

  • Mapa del Evento
    Enlace a Google MapsNacimiento - 1670 - Andoain, Guipúzcoa, España Enlace a Google Earth
    Enlace a Google MapsMatrimonio - 1705 - San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina Enlace a Google Earth
    Enlace a Google MapsFallecimiento - 18 Sep 1736 - San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina Enlace a Google Earth
     = Enlace a Google Earth 

  • Notas 
    • Nació en Andoáin, provincia de Guipúzcoa en 1670. Se dedicó a la carrera de las armas iniciando la misma en el presidio de Cádiz, de donde pasó a Buenos Aires, a fines del año 1690, que en esa época tenía alrededor de 6000 habitantes. Allí estuvo ocho meses con plaza de Alférez de arcabuceros, siguiendo después a Chile con 200 hombres que llevó su presidente gobernador y capitán general, Don Tomás Martín de Poveda. Habiendo obtenido en éste su reforma con el grado de Alférez de infantería Española pasó a Tucumán donde se puso decididamente al servicio de la guerra contra los indios del Chaco, asistiendo a ella con todo el valor y vigilancia de un buen soldado y con sus armas y caballos a todas las correrías que se hicieron entonces.
      El gobernador de la provincia, Don Juan de Zamudio, le nombró en abril de 1701 capitán de una de las compañías de infantería de la ciudad, dando satisfactorio cumplimiento a las comisiones que se le encomendaron y batiendo a los indios varias veces a su costa y mención, de modo que al recibirse del gobierno Don Gaspar de Varaona en 1702, habiendo pedido Alurralde su reforma se le negó fundándose en que sus servicios eran muy necesarios y se le ratificaba en el mando de su compañía.
      Deseosa la autoridad superior de asegurar los poblados contra las frecuentes invasiones de los indios bárbaros, resolvió organizar que los arrojara más allá de las fronteras, escarmentándolos, y confió este importante empeño al capitán Alurralde nombrándolo cabo superior de ella, por despacho de fecha 26 de febrero de 1704, facultándolo al mismo tiempo para nombrar oficiales a guerra y otorgándole las demás confianzas del cargo.
      Con 120 hombres mantenidos a su costa se internó muchas leguas en busca del enemigo, cruzando campos y vadeando ríos al que se arrojaba él primero para estimular a los suyos con el ejemplo, hasta que logró alcanzarlos en sus tolderías al amparo de ásperos montes y profundos pantanos, consiguiendo derrotarlos y castigarlos rudamente, quitándole toda su caballada, víveres y armas, poniéndolos en fuga y dispersándolos hasta lo más interior de sus tierras.?
      ?Al regreso de esta larga correría, habiendo ya servido tres años y medio como Capitán, el gobierno resolvió premiar sus afanes y desvelos, nombrándolo Sargento Mayor de la plaza de San Miguel de Tucumán, en cuyo ejercicio continuó manteniendo las siete compañías a su cargo con la más puntual vigilancia y asistiendo personalmente a rondas y guardias, como fue su costumbre siempre.
      El 1° de junio de 1705 recibió orden de salir de nuevo en persecución de los indios cuya excursión ejecutó a su costa, como las anteriores, no ahorrando sacrificio para su mejor resultado y el 3 del mismo mes y año el gobernador Varaona o Barahona, capitán general de Tucumán, le hizo merced por dos vidas de las encomiendas de Santa Ana, Acapianta y sus anexos, feudo en la jurisdicción de Tucumán, con 8 indos de tasa.
      En 1707 Habiendo sido atacado y cercado el presidio de Esteco por los indios, en una hora de tiempo alistó su gente y salió a socorrerlo con tanta eficacia que derrotó a los enemigos, obligándoles a levantar el cerco de cuya acción le acordó un certificado el castellano de dicho presidio.
      En noviembre de 1707, fue promovido al cargo de Maestre de Campo de San Miguel de Tucumán y milicias de su distrito y ocupaba ya ese empleo cuando los indios enemigos asaltaron la ciudad de Salta. Al frente de su tercio al que había agregado las milicias de Choromoros y gentes plegada salió a castigarlos e internándose en su seguimiento prendió al caudillo Iniribi, valiente y soberbio a quien hizo ejecutar.
      En esa época acepto los cargos de cabo castellano y gobernador de armas del real presidio de Nuestra Señora del Rosario de Esteco y milicias de su distrito, desempeñándole a satisfacción, circunstancia que influyó para que fuese designado en la campaña de 1710 como uno de los principales cabos del ejército y comandante de la vanguardia, mandando la gente pagada y las milicias agregadas al tercio de Tucumán a cuyo frente se encontraba Alurralde.
      El Gobernador Esteban de Urizar y Arespacochega que en 1707 había reemplazado a Varaona quien en los años de mal gobierno había descuidado las defensas de las fronteras civilizadas y envalentonado a los indios para nuevas fechorías con el desorden que imperaba en su administración, llamó a consejo a sus experimentados capitanes. Estos fueron de opinión que el sistema de fuertes y de guerra defensiva solo servía para apartar la imaginación de los verdaderos peligros y que el camino más breve era el camino del ataque. Sin embargo el circunspecto gobernador consultó también los tribunales regios, de quien en 1708 obtuvo el permiso para la guerra apoyado en una decisión de teólogos. Jamás había visto el Tucumán un ejército tan numeroso ni tan bien organizado, el mismo se componía de mil trescientos dieciséis hombres sin contar las milicias de Tarija y un cuerpo de Chiriguanos. El recelo de que acosados por esa parte los Mocovíes, Tobas, Malaguayos, Aguilotes y sus aliados, se recostasen a otra fronteras hizo que se adoptara la prudente medida de salir a campaña al mismo tiempo seiscientos Paraguayos, doscientos Correntinos y trescientos Santafecinos.
      El Maestre de Campo, don Fernándo de Lisperguer y Aguirre, comandante del tercio de Salta debía dar su asalto a las rancherías del Dorado, al mismo tiempo que lo hacía por su frontera don Antonio de Alurralde, jefe del tercio Tucumano. Ejecutando este primer asalto debía perseguirse al enemigo llevando municiones y bastimentos para dos meses al Río Grande, donde se formaría un fuerte. En caso de que el enemigo ejecutase su fuga hacia las corrientes del río, debería seguirlo Lisperguer hasta encontrarse con Alurralde y si por el opuesto hasta dar con el tercio de Jujuy comandado por Don Antonio de Tejera. Dada esta disposición y habiendo los tercios de Salta y Jujuy entrado cada uno por su frontera movió el suyo Alurralde, año de 1710, quedando el gobernador en el presido de Esteco, de donde después se encaminó con muchos reformados al alcance del tercio de Catamarca mandado por Don Esteban de Nieva.
      Este último efectuó un reconocimiento con 130 hombres, fue asaltado por los indios debiendo retirarse con pérdida de numerosa caballada con montura. Nieva supo después que se trataba delos Mocovíes con su cacique Netiviri de triste fama por su perversidad y odio a los blancos.
      Entre tanto Alurralde, dejando el bagaje en el río del valle, atravesó el campo hasta el Dorado y dio con la toldería de los Mocovíes que halló vacías por haber sido descubierto. Un destacamento de Salteños con su comandante Lisperguer se había incorporado para dar el asalto a aquella.
      La gran carestía de agua obligó a que se separasen los dos cuerpos de Tucumanos y salteños. Este último siguió la ruta al Río Grande.
      Alurralde recogió su bagaje, había ya pasado el Río Grande. La nación Malbalá era señora de estos suelos y no sin amargura los veía profanados teniendo en consecuencia la ruina entera de su patria. Un pueblo de esa nación que tenía su alojamiento no muy distante de Alurralde y Lisperguer, fiado más en las ventajas del sitio que en sus verdaderas fuerzas tuvo el atrevimiento de provocarlos, pero sostuvo mal su arrogancia porque embestido aceleradamente y apoderado del espanto a la primera descarga buscó su salvación en la fuga, dejando algunos muertos y prisioneros.
      Un año hacía que Alurralde tenía a su servicio un joven Albala llamado ahora Antonio el que tomado prisionero había protegido. Este se había ofrecido para gestionar ante los de su nación un pacto de amistad. Alurralde dio al indio un salvo conducto para entrar y salir encargándole al mismo tiempo que hiciera entender a su nación que el medio de ser feliz era poner sus derechos bajo la custodia de un gobierno paternal, que cesarían las hostilidades todo el tiempo que durase esta negociación y que le sería de sumo agrado una conferencia amistosa con el cacique. Corrido el velo de la desconfianza las negociaciones tuvieron resultado feliz y cuatrocientas familias establecidas a la orilla del Balbuena fueron otros tantos pregoneros de la paciencia y del valor del General.
      El General Alurralde dio cuenta de todo lo acaecido al Gobernador Urizar, quien arrastrando una lúcida escolta vino a consumar la obra comenzada. Fue recibido con todos los honores militares, los españoles le hicieron una salva y los indios poniendo la mano sobre los labios arrojaron un grito en señal de aplauso y rendición. El cacique de los Malbalás se acercó después al gobernador y le presentó en su asta una banderola con este emblema: Yonasteté, cacique de la belicosa nación de los Malbalás, viene en su nombre a ofreceros la paz.
      El lugar donde debía tomar asiento este pueblo era de lo más serio y su elección exigía prudencia por la posibilidad de que los Malbalás más tarde no cumpliesen su pacto de paz. Aunque las orillas del Balbuena podrían ofrecer peligro al respecto, se decidió adoptarla como lugar de residencia fundando un fuerte que a la vez que hiciese creer a los indios que le servía de protección contra sus enemigos, sirviese para vigilarlos y defenderse de ellos mismos.
      Nombrado Alurralde gobernador de los presidios de Rosario de Miraflores y San esteban de Balbuena creó la comisión de recoger los indios Lules que andaban dispersos por los bosques, cumplió su comisión con el celo acostumbrado. Durante el desempeño de su cargo descubrió una conspiración de los inquietos Malbalás, quienes habían convocado diez capitanes para invadir de acuerdo ambos presidios. Preso y desarmados los autores del complot fueron condenados al destierro y al conducirlos Alurralde a su destino fugaron en los montes de Santiago, matando al capitán y algunos soldados de su custodia pero perseguidos con tenacidad fueron escarmentados.
      Alurralde fue pues el primer poblador y jefe del presidio de Miraflores; gastó en expediciones de guerra su caudal privado; sus opiniones fueron considerada y acptadas por el superior en los años de 1710, 11 y 12 se hicieron en su casa y a su cuidado las sementeras de maíz, trigo etc. Para abastecer todos los tercios y en virtud de estos y otros servicios, Don Esteban de Urizar y Arespecochega, gobernador de Tucumán le hace merced de las encomiendas del pueblo de los indios Colalues y sus anexos de Diadaro y Consol, en el valle de Choromoros, cuyo feudo cae en los distrito de Miraflores y Balbuena. Esta merced le fue concedida a Alurralde por dos vidas y tomó posesión de ella el 2 de agosto de 1712, confirmándola el rey en 28 de julio de 1716. En 31 de enero de 1728 fue visitada por don Blas de Pozo Balverde, justicia mayor de Tucumán, encontrándola conforme a las leyes y cédulas reales.
      El 13 de febrero de 1716 el rey directamente le escribió dándole las gracias por los servicios prestados:
      El Rey - Don Antonio de Alurralde, habiéndome noticiado mi junta de guerra de indias el informe que hizo el Gobernador de esa provincia, de los oficiales mayores que le asistieron a las dos campañas que ejecutó contra los indios bárbaros del Chaco que infestaban esa provincia y reconociéndose por el celo y aplicación conque concurristeis no solo con vuestra persona en el empleo de Maestre de Campo que obtuvisteis, sino también con diferentes caballos, mulas y municiones de boca y como premio de estos servicios os había conferido la encomienda de los indios Colalaos en el Valle de Choromoros, he resuelto entre otras cosas daros gracias por ello y manifestaros como lo hago, la gratitud que quedo por la fidelidad, celo y valor conque os portasteis en la participación y sosiego de esa provincia, lo que espero que continuéis hasta que enteramente se extermine a dichos indios de ella y que se consiga su reducción a nuestra Santa Fe, estando en inteligencia de que tendré presentes vuestros méritos para premiarlos concediéndoos los ascensos que merece. YO EL REY- Por mandato del rey nuestro señor: Don Pedro de Castrefor.
      En octubre 14 de 1723 el gobernador de armas de la frontera del Chaco don Antonio de Bustamante Zeballos, al regresar de una expedición hecha por Alurralde al frente de 360 hombres que componían el tercio de su mando, le otorgó a su pedido un certificado.
      ?y debo? como el dicho general Don Antonio de Alurralde ha ejecutado con gran celo, valor, vigilancia y esmero en el real servicio las funciones que refiere en su exhorto del año dicho diez, a vista mía y el tiempo antecedente por pública voz y fama ha ejercido todos los puestos allí referido, subiendo por sus méritos, por la escala militar, desde soldado hasta el presente puesto de General; y en conformidad, etc?? Más adelante en 21 de junio de 1729 el cabildo de Tucumán le otorga otro certificado tan honroso como el anterior.
      En una presentación que hace al cabildo de Córdoba, este se expide el 21 de junio de 1729 en los siguientes términos:
      "Señor-No escusa la atención de esta ciudad reverente, poner en la noticia de V.M que habiendo obtenido el cargo de Teniente General, Justicia Mayor y Capitán a guerra en ella, el Maestre de Campo D. Antonio de Alurralde vecino de la ciudad de San Miguel de Tucumán, en interin se restituya a Don Matías Angles de la provincia del Paraguay, y conduciendo de la ciudad de Salta a ésta a su costa al efecto, como el tiempo que sirvió al empleo privándose de la quietud de su casa y manteniendo la República en toda paz y quietud atendiendo a lo que se ha ofrecido del real erario con expreso que hizo a la aduana que reside en la ciudad de Jujuy, sin costo alguno de los reales haberes, ni gravámenes a los vecinos, administrando justicia con igualdad a las partes, con todo desinterés sin llevar derecho, dando las provincias regulares a las fronteras y fuertes construidos para la defensa del enemigo bárbaro que de dos a tres años a esta parte se experimenta su ferocidad, yendo varias veces y en una por su disposición la partida de doscientos hombres que despachó habiendo encontrado un trozo de más de cuatrocientos indios, los avanzaron y sin embargo de ser la noche tenebrosa los resistieron y obligaron a ponerse en fuga siguiéndolos hasta el paraje de su albergue, donde hallaron cantidades de víveres que tenían en él prevenidos para llevar a su tierra , debiéndose a las prevenciones y ardiles de guerra adquiridos con la práctica de muchos años que ha manejado las armas en diferentes entradas a las tierras del enemigo que en estas fronteras en las ocasiones que ha venido ha sido rechazado sin daño de nuestra milicia, conservando las poblaciones que se hallan en sus circuitos en todo sosiego, estando prontos para la entrada dispuesta por orden del Virrey de estos reinos ... procediéndose así en el tiempo de este cargo, como los que ha obtenido en las demás ciudades, de la provincia por tiempo de treinta años con toda aceptación de sus superiores en las entrada que se han ofrecidos a dicho enemigo, pacificando naciones con nuevos descubrimientos, dando en todo lo que ha estado a su cargo bajo las órdenes de sus gobernadores buena cuenta de su persona, como es público y notorio y consta de instrumentos, como leal vasallo, por lo que es digno de las honras y mercedes que V.M. fuere servido hacerle- Guarde Dios la católica y real persona de V.M. en mayores reinos y señoríos como la cristiandad ha menester - CÓRDOBA DEL TUCUMÁN Y JUNIO VIENTE Y UNO DE MIL SETECIENTOS Y VEINTE Y NUEVE AÑOS, Marcos de Ascasubi, Ignacio de Isasi, Alonso Sarmiento de Figueroa, Bartolomé de Olmedo, Ignacio de las Casas y Zeballo, Pedro de las Casas y Serrea, Valeriano de Tejada y Guzmán."

      El anterior documento expedido por el Cabildo de Córdoba del Tucumán, lo fue a raíz de una presentación del General Alurralde al mismo en el que entre otras cosas expresaba: "si a dichos empleos bajé a esta dicha ciudad sin costo de la real hacienda, conduciéndome de la ciudad de salta en más doscientos y cincuenta leguas, abandonando mi casa, hijos y mujer; y así mismo durante trece meses y días que he obtenido dichos empleos como ando sin sueldo, y así mismo si he mantenido esta ciudad y su jurisdicción en paz y concordia y así si he atendido al reparo de los reales haberes haciendo chasques a mi costa a la real aduana que reside en la ciudad de Jujuy; y así mismo si he administrado justicia sin interés ni derecho procesales; así mismo si luego que me recibí en dichos empleos pasé a las fronteras y fuertes de nuestra señora del Rosario del Tío, por haber muerto un soldado y robado caballares y vacunos el enemigo bárbaro del Chaco: y si de dicho fuerte incontinentemente eché doscientos hombres hasta los confines del Río Salado recelándome que dicho enemigo ejecutase en la frontera del Río Segundo las atrocidades de muertes y robos que acostumbraba: y con efecto, esta dicha partida de doscientos hombres encontró con un trozo de enemigos de trecientos y cincuenta a cuatrocientos indios en el paraje que llaman de los Sunchos, o sus inmediaciones, y sin dicho enemigo ... Y si así mismo después, habiendo juntado las guarniciones de dicho Rosario y de San Matías, las veces que ha venido dicho enemigo, si ha sido castigado, y si así mismo en la demora de dicho trece meses ha pasado cinco veces a las dichas fronteras y en ocaciones caminando desde medio día hasta las horas de las avemarías, diez y siete leguas a fin de conservar todas las poblaciones de las fronteras del Río Primero y Segundo, y si con efecto se ha conservado en todo sosiego, y así mismo ha sido todo a costa mía como la campaña que estaba dispuesta para éste presente año por los Sres. Gobernadores de ésta provincia y de Buenos Aires, si estaba dispuesto a ir a mi costa a comandar el tercio de ésta ciudad," etc, etc.

      Tales fueron los servicios del General Don Antonio de Alurralde que falleció en la ciudad de Tucumán en cuya iglesia matiz fueron sepultados sus restos el 18 de setiembre de 1736, con entierro mayor, por su rector José Suárez de Cabrera, constando en la partida de defunción que próximo a su fin, confesó, recibió los demás sagrados sacramentos e hizo testamento.
      Un río de Tucumán, el que corre en el Valle de Choromoros, afluente del Salí y una población lleva como nombre su apellido.


      Fuente: GENEALOGÍA DE LA FAMILIA ALURRALDE (INSTITUTO ARGENTINO DE CIENCIAS GENEALÓGICAS) Revista, año 1945, año 4, N° 4 y 5. Buenos Aires.

  • Fuentes 
    1. [S135] Soler, Alfredo Rodolfo, Soler, Alfredo Rodolfo, (alsol16(AT)gmail(DOT)com.), https://familysearch.org/ark:/61903/3:1:S3HT-D14S-9RQ?.