Notas |
- Ataliva recibió en la pila bautismal el extraño nombre de Ataliva, en recuerdo y homenaje de un indio de las montañas del Perú, que había salvado a su padre años antes, levantándolo maltrecho de entre los soldados muertos en un encuentro y curando luego sus heridas.
Fue clasificado como militar, comerciante, pionero del desierto, estanciero, funcionario y político. Aunque algunas biografías insisten en que Ataliva intervino en las batallas de Cepeda de 1859 y de Pavón en 1861, todo parece indicar que lo hizo no en carácter militar, sino como corresponsal o proveedor logístico, pero no como militar reglado.
Más tarde sí actuó eficazmente en las milicias formadas para la lucha contra el indio, sobre todo en Junín, tierra de avanzada sobre el desierto. Luego colaboró con su hermano Alejandro, desde Buenos Aires, como corresponsal y agente para proveerlo de la mercancía necesaria para su trabajo de vivandero de la guerra del Paraguay.
Es muy posible que cuando Dionisio Schoo adquirió un lote de tierra en Pergamino y fundó sobre él la estancia que llamó ?La Benicia?, hubiera llevado consigo a Ataliva para colaborar en los primeros pasos del nuevo establecimiento, ubicado en una peligrosa zona de avanzada contra los aborígenes. Ataliva fue un pionero del desierto. Antes de la expedición de 1879 y aún cuando todavía los indígenas señoreaban a su antojo la llanura pampeana, incursionó primero por cuenta propia por el partido de Rojas, vecino al de Pergamino, y luego por el de Junín, donde compró tierras fiscales lindando con la laguna de Mar Chiquita, en sociedad con sus hermanos Alejandro y Agustín. Es por esta época que en algunos documentos aparece Ataliva como Coronel de Milicias. Por su vigor físico, su coraje proverbial y su tupida barba rubia, recibió en la zona por parte de amigos y de indios rivales el mote que lo popularizó en una vasta zona del Noroeste de la pampa: el "Toro Bayo".
Fue un hombre de acción, y en política, actuó en el Partido Autonomista Nacional, siendo un legislador activo. Diputado de la Legislatura de Buenos Aires entre 1876-1880, y senador hasta 1884 y este mismo año electo diputado nacional por el nuevo distrito de la Capital Federal recién creado. Como hombre de mundo y amigo de Carlos Pellegrini, colaboró con él en la fundación del Jockey Club de Bs.As. y fue socio activo de la Sociedad Rural Argentina. Ocupó también un cargo de Director del Banco de la Provincia de Bs.As. Además fue un inquieto empresario y pretendió sin éxito obtener una concesión para la construcción de un gran puerto de aguas profundas para la ciudad de Montevideo en la década del 80, que hubiera rivalizado con el que el ingeniero Madero proyectaba para Buenos Aires, pero perdió en una confrontación de grandes intereses internacionales.
Como ocurre siempre en todas las épocas y en todos los gobiernos, la maledicencia por boca de la oposición a la gestión de su hermano, el Presidente Julio A. Roca, y de su decisiva influencia en los asuntos públicos durante 30 años, se cebó con Ataliva, y quiso rozar su integridad moral y ética, atacando a través de él la figura del poderoso hermano, a quien no se quería enfrentar de lleno. Por ello se inventó por ingenio de Sarmiento-se dice- el verbo "atalivar" que se conjugaba en privado cuando se presumía que alguien obtenía un provecho espurio en alguna gestión gubernamental o particular.
Ataliva murió a los 73 años, después de estar postrado durante cinco años parapléjico por un ataque fulminante. A su muerte, el inventario de sus bienes declarados en la sucesión incluían la estancia San Francisco, de 20.000 hectáreas, en La Pampa, y una fracción de 8.100 hectáreas, también en La Pampa; varias chacras y fracciones en Junín, La Matanza, Morón, La Plata y Bahía Blanca, además de una docena de propiedades en Capital Federal y acciones de diversas empresas, entre ellas los mercados de San Cristóbal y el Pilar.
Inv. Gabriel Chirico
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