Notas |
- En 1807 recibió de herencia paterna: un par de espuelas de plata, tres adarmes de oro, una burra, seis cabezas de ganado vacuno de dos años, catorce vaquillas, nueve novillos, diecisiete vacas grandes, veinte yeguas y cuarenta y ocho potrillos. Nada sabemos de su niñez y adolescencia, salvo lo manifestado por Gregorio Aráoz de la Madrid, de que era un experto jinete. Para el año del Congreso de Tucumán, se encontraba ya residiendo en nuestra ciudad y según crónicas participó en el baile del 10 de julio de 1816. Al siguiente año revistaba como alférez de las milicias regladas de Tucumán. En enero de 1819 al decretarse un empréstito forzoso por el gobierno, figura como comerciante y contribuyendo con
ciento cuarenta pesos. El 3 de noviembre de 1821 vendió a don Juan Gualberto Escalera una partida de yerba mate por el precio de cuatro mil novecientos ochenta y tres pesos, que hasta 1824 no habían sido cobrados. En 1820 ya era coronel y luego comandante de escuadrón del Regimiento de Dragones Nacionales y Milicias Regladas de Tucumán. ?En 1822 ?apunta Carlos Páez de la
Torre?, entró de lleno a participar en las contiendas civiles, enfrentando al coronel Bernabé Aráoz. Se sucedieron combates enconados, como saldo de los cuales ambos líderes lograban ocupar el sitial gubernativo por días, u horas. La ofensiva final contra Aráoz fue conducida por López en agosto de 1823, y constó de dos batallas-La Ciudadela y El Manantial-a cuyo término aquél huyó derrotado a Salta, en un periplo que terminaría con su fusilamiento en Trancas, en (21 de marzo) 1824. En noviembre de 1825, López, que era el gobernador legal de la provincia, fue derribado del sillón por el golpe militar de La Madrid. Se enfrentaron en la batalla de La Ciudadela, donde triunfó este último, quedando luego convalidado su mandato por la Sala de Representantes. Entonces López se incorporó al ejército que luchaba contra el Brasil, en 1826, correspondiéndole actuación destacada. Fue ayudante del general Carlos de Alvear y en ese carácter asistió a las batallas de Ituzaingó y Camacuá.
En 1827, al ser relevado Alvear, fue dado de baja. Pasó entonces a Catamarca. En 1829, sonaba de nuevo su hora: frente al desquicio de la provincia de Tucumán, la Sala lo eligió gobernador, en febrero. Pronto los acontecimientos nacionales se precipitaban. López se alineó con la reacción unitaria que lideraba el
general José María Paz, y al mando de sus 600 hombres se trasladó a Córdoba. En la batalla de La Tablada, estuvo al mando del ala izquierda. Paz lo elogia cálidamente, en sus memorias, como factor decisivo del triunfo.
Hizo luego la campaña de Catamarca y La Rioja, rescatando de esta útima provincia la imprenta tucumana, que se había llevado Quiroga. Su gobierno terminaría en 1831, y lo reemplazó José Frías, poco antes que Facundo Quiroga, en La Ciudadela, terminara de aniquilar a la Liga del Interior, descabezada desde que Paz, fuera imprevistamente tomado prisionero.
Exiliado en Bolivia, desde allí conspiró incesantemente contra el gobierno federal de Alejandro Heredia, armando golpes que fracasaban sucesivamente. En enero de 1836 hizo su última incursión. Heredia lo derrotó completamente el 22 de ese mes, en el Monte Grande de Famaillá, y resolvió fusilar a López y a su sobrino, el doctor Angel López, ?porque no he encontrado un punto seguro en la tierra para que en lo sucesivo no continúen haciendo males?, según escribió el gobernador a Marcos Paz?. Después de haber sido tomado prisionero fue conducido hasta nuestra ciudad y alojado en el convento de San Francisco. Aquí se le siguió un proceso y el mismo día de su fusilamiento prestó declaración ante el
comisario principal de policia don Francisco Madariaga y ante el escribano público y de gobierno don Avelino Román. Estando esperando en la Capilla de San Francisco escribió a su esposa una emotiva carta:
"Los caprichos de la suerte o mi destino llegado, me conducen al patíbulo a las 10 de este día, después de unas cuantas horas de estar en capilla. Adiós dulce compañera. Cría pues, como Dios te ayude, esos 8 desgraciados hijos, fruto de nuestro enlace conyugal, viviendo al lado de tus queridos y ancianos padres, que te ayudarán todo el tiempo que viviesen. Muero libre de todo remordimiento, y a la vida eterna no llevo otro pesar que dejar mis hijos y a la compañera más fina que se conozca. Adios y se despide para siempre tu desgraciado Javier López". Fue fusilado el 24 de enero de 1836 y desconocemos donde fue sepultado su cadáver, ya que en los registros parroquiales de la Iglesia Matriz no figura su defunción.
Una faceta menos conocida del general López fue su inclinación a la poesía, ya que acostumbraba hacer invitaciones en verso con motivo de las celebraciones patrías. El mismo año de su muerte en un concurso de acreedores se consignaron sus bienes: terrenos en el Campo de los Romanos, departamento de Monteros, de tres cuadras de frente por una legua de fondo; una estancia en El Chañar de una legua de frente por dos de fondo; una casa de azotea, paredes de ladrillo, de veinticinco varas de frente y se compone de una sala, dormitorio, zaguán, un cuarto, tres ventanas de rejas de fierro y sus puertas; una cuadra en cuadro, cercada de tapias. [4]
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