Notas |
- Capitán de Infantería española del Presidio. Alcalde de la Santa Hermandad en 1683 y luego en 1697, cuando su padre al testar renunció el cargo a su favor "suplicando a Su Majestad le admita en él. En 1707, a propuesta de Pedro de Xiles, fue elegido otra vez para las mismas funciones. En 1712, por ser conveniente al bien público reconocer el ganado existente en las estancias de Buenos Aires para determinar el remate del abasto de carne en el estanciero que tuviere los mejores rodeos, el Cabildo lo designó conjuntamente con Juan de Illescas para realizar la tarea, como a "personas practicas para su efecto". En 1714 presentó al Cabildo un memorial junto con un decreto del gobernador en el cual éste ordenaba se le informara si Alonso "es accionero o no" de ganado y sus miembros acordaron "que es tal como intitula pero que no les consta si el susodicho tiene estancia.
Alonso tenía su casa en la actual calle Alsina frente al convento de San Francisco, lindante con su cuñado Gregorio de Mattos, cónyuge de su hermana Francisca. Tales casas -"que son bien conocidas"- se componían en Noviembre de 1694 de cuatro cuartos "edificados y cubiertos de teja" patio y corral. En Agosto de 1713 Alonso vendió parte de ellas a su cuñado y vecino el capitán Mattos. Recibió de sus padres, así mismo, otros bienes, entre ellos un campo en Arrecifes llamado "El Rincón del Tala" Estas tierras --decía Alonso -- "son las que van por las portezuelas hasta el Alto Redondo como consta de la escritura de venta de Domingo Quintana "de una banda y otra" del río. "El Rincón del Tala" medía media legua de frente y lindaba con tierras de Juan de Herrera Hurtado.
En 1695 la estancia estaba poblada con "ganados mayores y menores", quinientas "lleguas" de cría, algunos burros y "los demás aperos". Al testar en 1731, Alonso declaró que la mitad de la estancia pertenecía a los hijos de su hermano Jerónimo y que una legua del resto la tenía vendida a Marcos Gutiérrez".
Alonso heredó también el conocido campo "El Rincón de Todos los Santos" situado sobre la costa del mar y la del Río Salado, a treinta leguas de la ciudad, que su padre comprara a Francisco Velásquez y Meléndez en 1665. En su testamento menciona el campo así "Rincones que llaman de San Borombon y la Isla del Carbón que cae a la mar hasta el paso de las piedras" . Alonso, durante toda su vida, mantuvo esta estancia despoblada y completamente abandonada, a tal punto que hasta perdió los papeles que acreditaban la propiedad. Otros de sus campos fueron una estancia situada en la boca del Río Lujan "desta banda"; "otra de la otra banda" que originariamente recibiera por merced Luis de Aresti quién luego la legó a Juan del Pozo y Silva, y "las tierras de la Bajada de la Billeta" hasta la "Cañada del Espinillo", sobre el río Paraná.
Alonso contó también con una chacra situada en los Montes Grandes (San Isidro), entre la de su sobrina Ana de la Palma y la de Antonio de Antelo y era parte de la tierra que su abuelo, Alonso Garro de Arechaga, compró a Francisco de Arroyo en 1660 quién, a su vez, las había heredado de su padre Juan Antonio Calvo de Arroyo. En la ciudad se le adjudicaron varios solares en el Alto de San Pedro, que pertenecieron a su madre situados "hacía la parte del sur".
Alonso realizó un largo viaje a Europa. El 22 de mayo de 1713 -contaba cincuenta y cinco años de edad- su mujer le confirió poder para cobrar de las sucesiones de su hermana María de Witte y de su cuñado Femando de Rocafould la dote que ambos le prometieron en 1691 cuando contrajo matrimonio, y la parte de la herencia que le correspondía por la muerte de ambos, existentes en Francia y Gran Bretaña. Sin embargo Alonso permaneció a orillas del Plata por lo menos hasta 1715 pues el 13 de marzo de este año Ana dio nuevo poder a su favor y Alonso hizo lo propio a favor de su mujer y de su hijo Alonso "para que en caso que yo fallezca -que Nuestro Señor no lo quiera- en este viaje, puedan hacer y otorgar mi testamento". Recién en 1719 consta que Alonso estaba "ausente de Buenos Aires pues el 27 de abril su mujer al vender un solar afirmaba que Alonso se hallaba "ausente desta ciudad en los reinos de Francia" y poco después, el 21 de noviembre, al hacer una petición al Cabildo, agregaba que su marido estaba "ausente en Europa". Por su testamento sabemos que su viaje fue infructuoso pues no logró percibir "cantidad alguna perteneciente a la herencia".
Alonso fue amo de mas de diecisiete esclavos negros; algunos heredados de su padre y otros adquiridos en el remate de los bienes de su hermana Antonia. De ellos, dio varios como garantía de cierta deuda, vendió otros y finalmente concedió la libertad a mas de uno. Fue tutor de sus sobrinos de la Palma, huérfanos de su hermana Antonia, y en tal carácter administró sus bienes. Antes de morir manifestó su agradecimiento por uno de ellos, Juan de la Palma, y le donó una estancia expresando en su testamento que lo hacía "por los muchos y buenos servicios que le debo y otras justas causas que me mueven.
En 1731 enfermó de gravedad y fue asistido en casa de su sobrina Ana de la Palma, viuda de Bernardo de Saavedra. Allí llamó al escribano Lascano el 25 de julio y le entregó un sobre cosido y lacrado con siete sellos que contenía su testamento. Por el dispuso ser enterrado en la Iglesia de San Francisco, donde tenía sepulcro propio, amortajado con el hábito de la Orden del Santo. Mencionó a los cuatro hijos que lo sobrevivían -Francisco, Alonso, Nicolás y Rosa- y agregó que tuvo otros que murieron sin sucesión. Declaró luego que al morir su padre él siguió pleito contra su madrastra, Tomasa Ruiz de Robles, por cobro de la legítima materna y obtuvo sentencia contraria lo que lo obligó a apelar ante la Real Audiencia de La Plata. Posteriormente, en julio de 1735, el Cabildo le hizo merced de dos cuadras de tierra en el ejido de la ciudad, "como pide en su en su memoria". Después de su muerte algunos de sus bienes fueron vendidos en pública almoneda para satisfacer las exigencias de varios acreedores. [2]
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