Notas |
- Victoria Aguirre Anchorena nació el 13-I-1860 y la cristianaron en la parroquia de San Nicolás, bajo el padrinazgo de su tío Manuel Rafael García y de su abuelastra Mercedes Ibáñez Marín, viuda de Manuel Hermenegildo de Aguirre. Sesenta y seis años después, estando en Londres, a mi "Tia Tó" le sobrevino un ataque y quedó paralítica, sin habla, aunque sin perder del todo el conocimiento, según se advertía en el brillo de su mirada. En tal estado irremediable trajeron a la enferma para que muriera en su tierra natal, y aquí, el 16-III-1927, exhaló el último suspiro.
Encarnó Victoria Aguirre un tipo de mujer que, en su época, fué modelo para la sociedad dirigente argentina (extinguida hogaño sin reemplazo): por su innato señorio y el amor al país donde tan profundamente arraigaba su estirpe; por su cultura, adquirida desde la cuna y acrecentada con los viajes y la mundana experiencia de la vida; por la inteligente y hospitalaria sencillez con que presidió aquella muestra de refinamiento que era su casa, equiparada a un verdadero museo; y, sobre todo, por su corazón, cuyos impulsos se tradujeron siempre en acciones altruistas, gracias a la generosidad sin tasa con que supo disponer de su fortuna.
Esa caridad suya no se materializó únicamente en los múltiples donativos a la Sociedad de Beneficencia, a cuya entidad pertenecía. Sus dádivas y apoyos económicos también llegaron en forma particular, y muchas veces anónima, a la madre necesitada y al niño pobre; a la escuela humilde y a los asilos y hospitales carenciados; a los artistas y universitarios de exiguos recursos (entre ellos el pintor Quinquela Martín y el ex Ministro Atilio Bramuglia); y a tantas instituciones o centros religiosos, culturales, científicos y deportivos. Así levantó un pabellón de maternidad; dotó a colonias de vacaciones; enriqueció museos, laboratorios y bibliotecas; costeó expediciones de estudio y exploración, y dió estímulo y medios de subsistencia a obras públicas de bien común: la parroquia criolla de Coronel Videl; la iglesuca navarra de Donamaría; el Museo Histórico de Luján; el Etnográfico de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires; el Museo Arqueológico de Lima; el camino misionero hasta las cataratas del Iguazú, desde el puerto sobre el rio Paraná (que por eso, alguna vez, se llamó Puerto Aguirre); el Club Atlético de San Isidro y muchas otrasrealizaciones testimoniaron, años atrás, la cooperación generosa de esa gran dama argentina que fué Victoria Aguirre.
por Carlos F. Ibarguren Aguirre
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