| Notas |
- Crítico literario que publicó valiosos estudios como: "Elogio de Juan Carlos Gómez" (1918), "Semblanzas literarias: Esteban Echeverría" (1920), "José Enrique Rodó: a propósito de Los Últimos Motivos de Proteo" (1933) y dos libros: "Márgenes" (1933) y "Autores y libros" (1940).
Muy joven comenzó a colaborar en las revistas literarias y diarios del país. Desde sus primeros ensayos reveló un sentido muy personal de la prosa y notables aptitudes críticas. Copiosas lecturas, inquietas y constantes inquisiciones en bibliotecas y librerías y viajes de observación y estudio a través de Europa acendraron su espíritu, le nutrieron de vasta cultura y le permitieron definir su personalidad de escritor y lograr singular jerarquía como prosista, como amable cronista y como sesudo crítico. Su obra es eminentemente literaria, porque el autor antes que nada era hombre de letras y artista; pero su estilo elegante y sobrio vistió a menudo conceptos personales que se refieren a la vida y a la historia de las naciones de América y, especialmente, de los países del Plata.
Villagrán Bustamante sirvió también al país en la esfera administrativa. Fue alto funcionario del Banco de Seguros del Estado y desde hace varios años formaba parte de la plana mayor del Ministerio de Relaciones Exteriores. Desde 1938 era miembro y Secretario de la Comisión Nacional de Bellas Artes.
A continuación las sentidas palabras que pronunció el doctor don Juan Carlos Gómez Haedo en el momento de ser inhumados los restos del escritor:
"Permitidme un instante, antes de entregar para siempre a la tierra, sus mortales despojos, pronunciar en nombre de la íntima amistad que nos uniera, unas breves palabras de despedida, de justicia y de piedad.
En la plenitud de su fuerza, en la fecunda madurez de su talento, cuando podía pensarse que la cicatriz de un gran dolor íntimo - la pérdida de su hija única - podía empezar levemente a atenuarse, la muerte trágica lo arrebata a las posibilidades de la acción, malogrando su obra en potencia, dejando huérfano su hogar como la amistad de sus amigos, y convierte al ser lleno de fuerza y pródigo de optimismo, en un montón de pálidas cenizas.
Terrible es la lección de la muerte, pero lo es más al confrontarla con la brevedad de la vida.
Su destino estaba lleno de promesas.
Había seguramente en él gérmenes de calidades, que la suerte o el medio, no alcanzaron suficientemente a fecundar en la medida de sus méritos.
Quizá su aguda y sonriente ironía no era nada más que la herida abierta por donde escapaba el sentimiento de esa cierta injusticia, contra la que jamás reclamara su palabra.
Y sin embargo su vida no fué estéril.
Escritor por vocación y crítico de fino gusto, ha cincelado libros breves y hermosos, de sustancioso contenido, en un estilo elegante, ágil, lleno de gracia.
Periodista de raza, su pluma artista puesta al servicio de las ideas, era un instrumento de propaganda inapreciable.
En ?Diario del Plata? bajo la dirección de don Antonio Bachini, ocupó más de una vez la columna editorial, con la misma eficacia con que aquel maestro de periodistas realizaba su alta y levantada prédica sin que el público advirtiera en aquella cátedra la presencia de un discípulo.
Partidario sincero y político a ratos, en todo instante tuvo siempre la dignidad de sus convicciones. En una época en que la adulación a la fuerza - ya sea de los poderosos o la de las multitudes - parece ser una forma de culto, ya lo ejerzan los palaciegos profesionales o los declamadores de barricada, supo mantenerse fiel a los principios esenciales y ser sincero con toda lealtad, sin vender por el aplauso momentáneo a la dádiva administrativa, su dignidad íntima de hombre ni su moral de ciudadano.
Hemos venido aquí a dar el adiós postrero al amigo de las buenas horas de la esperanza y de la juventud.
Al dejarlo para siempre en esta paz eterna y dulce velado el sueño angustioso por la sombra de estos árboles que han visto tantas lágrimas y al arrullo del canto de estos pájaros que gorjean entre sus ramas, a pesar de la muerte, sentimos que el dolor más hondo no ha de ser hoy, en que esta augusta calma de la vida que nos envuelve en la mañana radiante de sol, parece comunicarnos algo de la serenidad indiferente de la naturaleza, frente a las penas del hombre y con ello una suerte de resignación apacible, ante la inevitable y eterna fatalidad del drama humano.
Mañana cuando volvamos a la tarea cotidiana y a la labor interrumpida, al libro inconcluso en la línea que nos detuvo el dolor y la muerte, a la página esbozada y todavía incompleta, a la múltiple labor de las mil actividades de la vida, y necesitemos en medio de la desesperanza o de la duda, de la angustia o de la derrota, reconfortarnos con la íntima confidencia o el consuelo de la esperanza compartida, o dividir la alegría de la victoria, entonces buscaremos en vano su afecto invariable, su amistad sincera y cordial, su lealtad nunca desmentida en todos los instantes, y al no escuchar el timbre de su voz sino como un eco desmayado en el viento, y la luz de su mirada, sino como una sombra perdida en el recuerdo, entonces más que ahora, más que nunca, sentiremos en nuestro corazón, el frío de la muerte desolada."
De Orestes Baroffio:
"Unas palabras, señores.
Unas palabras en nombre de la Comisión Municipal de Cultura, para dejar, junto al cuerpo que fué de Héctor Villagrán Bustamante, la expresión del sentimiento más profundo. Fue, hasta ayer, colaborador eficaz en las luchas por la cultura. Fue hasta ayer nomás, uno de los hombres más entusiastas, más trabajadores en la Comisión Nacional de Bellas Artes. Fue uno de los elementos más empeñosos en las arduas, duras y no siempre bien valoradas actividades en pro de la cultura pública. Pero fue además de todo eso, acaso por encima de todo eso, un caballero cumplido, un alto ejemplo de moral, una rectitud de vida, y una limpieza de alma que hacían de Villagrán un ser casi raro en estas horas enturbiadas del presente en que los hombres parecen haber equivocado su rumbo, a pesar de que van mirando constantemente la tierra. Y acaso por eso, por no mirar el cielo, por no poner sus ojos en la luz de alguna estrella, van como sin destino en el peregrinaje de la vida.
Villagrán vivió soñando, mis amigos, vivió soñando en cosas superiores, y por eso la realidad del momento no llegó a perturbar la ascensión majestuosa de su vertical, en el desarrollo admirable de su vuelo hacia el infinito.
Fue de una bondad y de una generosidad extraordinaria, y de una lealtad tan extraordinaria como su bondad. Yo conozco desde hace años la trayectoria de esa vida que acaba de extinguirse. Conozco su obra literaria, su obra crítica, su labor diplomática, su labor honrada de funcionario, y conozco la otra faz de su vida. La vida de hogar, la vida íntima, llena de amor, de dulzura, de poesía. Y acaso en un dolor muy profundo, de esos que martirizan constantemente el corazón, es donde habrá que buscar el desenlace casi inesperado de esta vida.
Y por todo eso, es que en esta hora tremenda, dolida, llegamos hasta aquí para dejar junto a lo que fué Héctor Villagrán Bustamante, éstas mis palabras emocionadas en nombre de la Comisión Municipal de Cultura."
De Juan Antonio Zubillaga:
"Los amigos de Héctor Villagrán Bustamante que más de cerca pudimos apreciar las virtudes, la cultura y el talento que le distinguían, nos congregamos en esta fecha y en este sitio, traídos por sentimientos y recuerdos que nos acompañarán siempre. Y es así porque son los sentimientos y los recuerdos de todo lo que siendo nobleza en su corazón y luz en su espíritu había dado vida en nuestras vidas al hondo afecto y a la alta consideración que nos complacíamos en tributarle. Por eso, todos los que en este momento estamos ante la tumba de Héctor Villagrán Bustamante, sabemos que las características que calificaban su personalidad eran de tan elevada jerarquía moral como intelectual. Porque igual en su intimidad que en su vida de relación parecía nacido con el caro privilegio de pensar que cuando el corazón habla en una vida no atenderle es contrariar su destino, y oyendo siempre al suyo fue fiel a sus dictados en su felicidad y en su dolor. Y si su ilustración fue la consiguiente a su insaciable anhelo de conocimientos, y su obra de escritor alto exponente de abnegada labor de su saber, su criterio y su gusto: en el seno de la amistad y en el compañerismo de las afinidades intelectuales y políticas Héctor Villagrán Bustamante, sin dejar de ser el hombre de sus ideales y de su conducta en todas las manifestaciones de sus múltiples aptitudes, fue perennemente sincero e invariablemente leal.
Así, generoso y noble, pasó por la vida irradiando las virtudes de su calidad.
Así hasta que un día, inesperadamente, por una de esas incongruencias de la fatalidad humana que parecen cumplir designios inaccesibles, quebrantada la unidad de su equilibrio espiritual desapareció para siempre.
Pero si es cierto que tal infortunio nos privó de su presencia en el mundo también lo es que se fué dejando arraigada en la conciencia de todos los que lo conocieron la noción inmarcesible de sus merecimientos y el afecto que perdura más allá de la muerte y que son y serán siempre respeto y justicia a su memoria imperecedera.
Por eso, en su ausencia iremos a renovar frecuentemente en sus libros el trato con los valores de su espíritu; y con la misma emoción que hoy, volveremos aquí muchas veces, antes de irnos también para siempre."
De Luis Guillot:
"No ha cicatrizado aún la profunda herida abierta en nuestros corazones con motivo de la cruda muerte de Héctor Villagrán Bustamante. Sus amigos compañeros del Ministerio de Relaciones Exteriores han querido que fuera yo quien expresara su dolor ante la irreparable pérdida de este gran amigo que fue un funcionario ejemplar que, con su tesonero esfuerzo, su espíritu comprensivo y su intelectualidad vigorosa supo consolidar un ambiente de camaradería. Villagrán Bustamante hizo de la amistad un culto en su vida, porque vivía movido por una sola orientación: hacia la justicia y el bien, en el sentido más noble y profundamente humano. Su excepcional capacidad funcional y la prestancia que emanaba de todas sus actitudes justifica plenamente este homenaje que hoy le rendimos sus amigos, al cumplirse el aniversario de su muerte.
Yo, mejor que nadie, penetré bien en la mentalidad de este llorado compañero. Lo tenía a mi lado, casi permanentemente, en mi despacho de la Dirección General del Ministerio.
Allí acudía Villagrán a traerme la afabilidad de su trato, a ofrecerme su colaboración inteligente y valiosa, atemperando siempre las naturales reacciones que provoca la acción funcional continuada. Villagrán Bustamante era esencialmente bueno, naturalmente cordial, como son los hombres que todo lo tienen felicidad, talento, jerarquía, familia, moral, porvenir. Su personalidad vivirá permanentemente dentro de los históricos muros del Cabildo. Héctor Villagrán Bustamante descansa en la más dulce paz."
De Héctor A. Gerona:
"La invitación que me hizo Dardo Regules, para que participase en este homenaje, que ahora rendimos a la memoria de Héctor Villagrán Bustamante, configura uno de esos pedidos que traen implícita la aceptación con carácter de obligatoria e ineludible.
A pesar de la inmensa tarea, nerviosa, inaplazable, inevitablemente desorganizada que sobre mí gravita en estas vísperas del día consagrado a exaltar la Declaratoria de nuestra Independencia, tenía que responder, como no podía ser de otro modo, a aquel noble requerimiento, a aquel llamado de la amistad, de la consecuencia y el deber. Y aquí estoy señores, trayendo mi tributo de recuerdo emocionado: la ofrenda de mis sentimientos de amistad y afecto, iguales e invariables a través del silencio y el tiempo.
Desde luego, señores, no diré discurso grandilocuente, ni vengo a buscar éxito oratorio. Hasta aquí he venido a otra cosa: a sentir a pleno corazón con pureza y plenitud de luz de mediodía. Podríamos decir con Guyau que este gran concierto que hermana nuestras voluntades e inclina nuestras almas en idéntica actitud de homenaje es como una ?magna realización de armonías sensibles que confunde y hace vibrar al unísono nuestros corazones como vibran los instrumentos a las voces.? Se ha dicho que hay vidas que pasan sin dejar más que el recuerdo melancólico de las cosas que fueron, existencias sin destaque y sin relieve, sin huella y sin historia, que se alejan en silencio como en puntas de pie para desvanecerse y rendirse en la nada, en la densa oscuridad sin límites, al igual que una ilusión que languidece, que una esperanza ahogándose en la noche, que una flor que pierde fragancia y se marchita.
Otras en cambio, como fué esta vida noble y digna de Villagrán, que evocamos en este instante con el espíritu inclinado en actitud recogida, por los valores morales que representó, por los de orden afectivo que supo crear y trasmitir tienen la firme perennidad de las cosas que no mueren e invaden el dominio del futuro, en alas del recuerdo, estirándose hacia adelante, aspirando a permanecer y a sobrevivir en un esfuerzo supremo que es como un desafío a la eternidad.
Por eso, porque representó y trasmitió valores que no mueren y que, como las estrellas quedan vibrando en el espacio, estamos aquí con el homenaje emocionado de nuestras almas hacia la suya fraterna e inmortal.
Amigo Villagrán: La onda del recuerdo y el afecto de los que fuimos tus amigos, te rodeará y acompañará, por siempre, con su calor inextinguible, a despecho del silencio, el olvido y el desplazar inmutable del tiempo, venciendo lo que Hugo llamó: 'la inmensa sombra negadora y atea'."
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