Notas |
- JOSE DE SALCEDO Y VAZQUEZ DE OCHOGUIA, que nació en Moquegua, obispado de Arequipa, por el año 1713. De aquella montañosa zona minera, el muchacho se vino a Buenos Aires, "llamado por su tío el Sr. Miguel de Salcedo, Theniente General de los Reales Exércitos y Governador que fue de esta Provincia" - cual lo recordó el propio don José en su testamento. Aquí, a orillas del Plata, el 19-VIII-1743, el hombre tomó por esposa a Juana de Silva y Rodríguez Moreyra, siendo testigos de la boda Manuel Acosta y Domingo Borda. (Libro 4 de Matrimonios, Folio 469, de "La Merced"). Juana Silva había nacido en la ciudad de Santa Fé de la Vera Cruz, el 8-VII-1724, hija del Capitán Juan de Silva y de su mujer Isabel Rodríguez Moreyra, la cual era 4ª nieta del conquistador fundador de Buenos Aires, Capitán Pedro de Quiroz ().
Los cónyuges José de Salcedo y Juana de Silva, en 1790 otorgaron un testamento conjunto - que estractaré más adelante - y en ese documento los causantes expresan textualmente; "Declaramos que somos casados desde el mes de Noviembre del año pasado de 1741 y velados según orden de Nuestra Santa Madre Iglesia". Sin embargo, el acta matrimonial respectiva, fechada el 19-VIII-1743, resulta terminante al respecto.
El "Censo" o "Padrón" vecinal de la ciudad de Buenos Aires, confeccionado en 1744 por el Regidor Juan de Rivas, registra que en la calle "de la Varranca del Río" (que ahora sería Balcarce a tres cuadras de Hipólito Yrigoyen - antes "del Cabildo") para el sur (vale decir a la subida del recodo de las actuales calles Belgrano y Paseo Colón), en esa empinada cuadra, a pocos metros del portón de la Aduana Vieja, vivían en casa propia "Dn. Joseph de Salcedo" y su mujer "Da. Juana de Silba", y con ellos "Da. Isabel Rodríguez, su suegra", y seis esclavos (4 mujeres y 2 varones): Petrona, como de 50 años; Juana de 25; Violante de 18; Manuela de 5; Pablo de 30; y Juan de 12. Paraba también en la aludida vivienda, un portugués "passagero", Bernardo Antúnes.
La tal morada habíala comprado Juana de Silva en 1.700 pesos, en la almoneda que se hizo el 23-VII-1738, por ante el Escribano Público y de Gobierno Francisco de Merlo, sobre los bienes del Presbítero Juan Baez de Alpoin; "desde cuyo tiempo la he vivido quieta y pacíficamente, sin contradicción alguna, en virtud de la posesión judicial que de ella tomé el 5 de Agosto del mismo año, habiéndola mejorado en muchas partes" - como lo expresó la dueña en su testamento. "Su situación - agregó - es en el Barrio de San Francisco, inmediato a la Aduana ..., teniendo, según quiero acordarme, 39 varas de frente y 28 de fondo ... Y la propiedad de esta Casa y otros bienes más la declaró mi Madre por Instrumento público de 10 de Marzo de 1740, en el oficio del Escribano Esquivel. Declaro yo - proseguía la testadora en 1790 - que estando en España mi yerno Antonio José de Escalada, edificó su hermano Don Francisco Antonio de Escalada, en la referida Casa, una sala al patio principal, frente a la puerta de calle, y después aquel, cuando vino, un quartito de media agua al corral". También Escalada hizo construir las habitaciones más importantes de la finca, "pues antes solo había un rancho de paja, cuyo valor de los costos pertenece a mi yerno"; a quien la causante relevaba de toda rendición de cuentas "por la satisfacción y confianza que me merece, y no poder recompensarle de otro modo los muchos serbicios que me ha hecho, y a mi esposo".
Por su parte Isabel Rodríguez Moreyra, la suegra de Salcedo, había testado en tres oportunidades; el 10-III-1740, el 30-III-1747 y el 13-I-1767, ante los Escribanos Esquivel, Vázquez Pelayo y García Echaburu, respectivamente. En tales escrituras ella dispuso que su cadáver fuese sepultado en la Iglesia de San Francisco, amortajado con hábito seráfico, por ser hermana terciaria de dicha orden. Dijo que llevó a su matrimonio 3.000 pesos en dinero, alhajas, muebles y esclavos, "según carta dotal que otorgó en Santa Fé". su marido Juan Silva, a su vez, aportó bienes, pero la testadora "no tiene presente el año ni la cantidad que importó". Las propiedades de la señora sitas en el distrito porteño, y declaradas en aquellos testamentos, fueron: Una chacra en el paraje de "Matanza" que había comprado a Martina de Lisola, ante el Escribano José de Esquivel, mediante la suma de 300 pesos, de los cuales puso su hija Juana Silva 150, "que hasta el presente (1767) se le están adeudando". Un negro y una negra llamados Tomás y Dominga, de 40 y 20 años de edad aquel y esta. Un "escriptorio" de madera del Paraguay, como de una vara de largo; y un nicho con la imagen de Nuestra Señora de la Asunción. Otro negro esclavo de nombre Pablo de 50 años, que en 1767 la causante legó a su hija Juana, "en pago de los buenos servicios que me ha hecho al asistirme y darme ropa para vestir y cuidar mis enfermedades y alimentarme en mis necesidades". Asimismo dejábale a Juana una mulata de nombre Sabina; además de "dos sortijas, una con tres esmeralda y la otra de oro; dos vestidos, el uno de lana azul y el otro de tisú de seda"; y "unos sarcillos de perlas". Puntualizó la testadora que esos "zarcillos" estuvieron empeñados en 11 pesos, pero que la dicha Juana "lo remató con su beneficio", por lo que se deben descontar de su haber. Fueron, una, otra y otra vez, nombrados albaceas en esos testamentos, sus hijos; Jacinto; Juana y Juan de la Cruz; y en la escritura de 1757 firmó a ruego de la otorgante Juan de Acosta; haciéndolo en la de 1767 José de Zumelzú.
Respecto de aquella chacra que Isabel Rodríguez Moreyra declaró haber comprado en "Matanza" con su hija Juana, esta, a su turno, cuando testó en 1790, dijo "que por los años de mil y setecientos cuarenta y tantos, unida con mi Madre compramos despoblada una suerte de chacra, en 900 pesos (300 había dicho la madre) a doña Martina Lizola, en la Cañada de Morón, inmediata al oratorio de Merlo; la que pobló mi Madre de ranchos, monte de duraznos, cercado de tunas, pozo de valde", etc, etc.; "y vivió algunos años hasta 1757, que por su edad y achaques le fue preciso volver a mi Casa y compañía. Desde entonces corrió con dicha chacra, usufructuando por si solo los arrendamientos de ella, mi hermano Jacinto de Silba, hasta 1785 en que murió. Y yo, por mis enfermedades - continuaba Juana - no he tenido proporción de hacerme cargo de ella, pues con las continuas mensuras a habido variaciones en sus rumbos, y se halla obscurecida la fijeza del terreno, pero, según noticias, subsiste la laguna y árbol que había inmediato a los Ranchos, nombrado este vulgarmente "el Ombú de Maziel", apellido del marido de la vendedora.
Separación vincular canónica y posterior reconciliación de mis 5os abuelos
El año 1754 nació la única hija - Petrona - del matrimonio de José de Salcedo y Juana de Silva. Posteriormente, ignoro por cuales motivos, dichos esposos se divorciaron ante un Tribunal Eclesiástico local. Mi amigo y pariente el historiador Raúl de Labougle me dió el dato de que las constancias de la referida separación obraban en dos expedientes (Nº 36, legajo 19, y Nº107 al 109, legajo 23) del Archivo de la Curia de Buenos Aires, bárbaramente incendiada en Junio de 1955. Según Labougle, las causales del aludido divorcio eran simples divergencias originadas por tener los cónyuges caracteres violentos y contradictorios.
Así las cosas, el 17-VIII-1764, ante el Escribano García Echaburu, en su Registro Nº 6, comparecieron un tal Antonio de Silva, residente en Buenos Aires y mi remota genitora Juana de Silva, vecina de esta ciudad (¿emparentados ambos?) a fin de celebrar un contrato de trueque de esclavos. En tal documento doña Juana figura como casada con "Don Joseph de Salcedo", pero el Escribano dejó bien en claro que ella no le pedía licencia a su marido para otorgar dicha escritura, "por que por justas causas los tienen diborciados la Iglesia".
Como quiera que fuese, el distanciamiento de aquellos antepasados mal avenidos no se prolongaría indefinidamente. En 1778 - lo registra el Padrón urbano porteño cometido por el Cabildo a Francisco Antonio de Escalada - dichos cónyuges vivían otra vez juntos en la casa que sabemos. Allí figuran en hogareña concordancia; "d. Jph. Salzedo" de 50 años, casado, "da. Juana Silva, su esposa", de 40 años (Joseph sumaba más de 60), y (única hija de ellos) "da. Petrona Salzedo", casada, de 20 años. El marido de esta Antonio José de Escalada, hallábase a la sazón en España, a objeto de convenir con su tío Fernando el reparto de la herencia de su padre, Manuel de Escalada y Bustillo.
Otras noticias sobre el abuelo Salcedo
El 30-IX-1778, José de Salcedo pidió a las autoridades militares del Reino, que en atención a su avanzada edad - dijo frisar en los 65 años - y a los servicios prestados, se le eximiera del estricto y fatigoso ejercicio de las armas. Expresó que durante el gobierno de Vértiz se realizaron dos revistas generales de milicias, a las cuales asistieron "el Teniente del Rey Juan Manuel de Labardén, el Comandante don Domingo Lajarrota (5º abuelo mío) y el Sargento Mayor Francisco González, en donde atendiendo a mi servicios que hice presentes desde el año 1740, hechos a mi costa y minsión, y a mi avanzada edad, que pasaba entonces los 60 años, se me reformó"; es decir, se lo consideró miliciano exedente, o sobrante o de reemplazo para todo adiestramiento combativo. "Sin embargo, con la novedad de la hostilidad y toma del Río Grande por los portugueses - proseguía Salcedo - causo ésta una considerable fatiga a estas Milicias, con que se tomó la providencia ..., agregar a todos los reformados a las Compañías para hacer el servicio... Yo fui agregado a la Compañía de José Albisury, al cargo de su Teniente Felipe Argibel y el Alférez Faustino Bozo". Y concluye el veterano alegando que, como tiene 65 años, "se me tenga por reformado y no se me moleste más".
De este escrito se deduce que mi antepasado sirvió en las milicias desde 1740, cuando llegó a Buenos Aires a los 28 años de edad, durante el gobierno de su tío Miguel de Salcedo, hasta cumplir los 60, en que se lo reformó en 1773, en tiempos del Gobernador Vértiz.
Testamento conjunto de mis 6os abuelos
Es cierto que en 1764 los esposos José Salcedo y Juana de Silva estuvieron divorciados, pero también es cierto que en 1778, según consta en el censo urbano de esa data, ambos vivían familiarmente bajo el mismo techo. Y tan perfecta parece haber sido la armonía de aquella otrora desavenencia que, el 13-VIII-1790, ante el Escribano Gervasio Antonio Posadas (quien autorizó la escritura en el Registro nº3 de Josef Luis Cabral), dichos cónyuges otorgaron un testamento conjunto, cuyas partes sustanciales literalmente transcribo a renglón seguido:
"En el nombre de Dios Todopoderoso, Amén. Sepan quantos esta Carta de Testamento vieren como nosotros, marido y mujer, Don José de Salcedo, natural de la Villa de Moquegua en este Reyno del Perú, hijo legítimo de legítimo matrimonio de don Bernabé de Salcedo, natural que fue de la Villa de Castro Urdiales, en los Reynos de España, y vino a estos de Governador de Chucuito, y de doña María Vascas de Ochoguía, natural de dicha Villa de Moquegua, e hija legítima de don Luis Vascas de Ochoguía, natural del Valle de Baztán en el Reyno de Pamplona, que vino a este Reyno del Perú de Corregidor de la citada villa de Moquegua, donde casó; y doña Juana de Silva, natural de la ciudad de Santa Fé de la Vera Cruz, en esta Provincia, hija legítima y de legítimo matrimonio del Capitán don Juan de Silva, natural de esta Ciudad, y de doña Isabel Rodríguez, natural de la dicha Santa Fé; estando enfermo yo, el primero, de una enfermedad natural que Dios Nuestro Señor se ha servido enbiarme ... otorgamos nuestro testamento. Primeramente, mandamos se amortajen nuestros cuerpos con ábito de Santa Recolección de esta ciudad, dejando a elección de nuestros Albaceas el funeral y entierro ... Declaramos que somos casados desde el mes de noviembre del año pasado de 1741, y velados según orden de Nuestra Madre Iglesia, y en este matrimonio tuvimos y procreamos una hija nombrada doña Petrona, que murió el año 1784, habiendo casado el de 1774 con don Antonio José de Escalada, Chanciller Mayor y Registrador actual propietario de esta Real Audiencia Pretorial; dejando de este matrimonio dos hijos, y nuestros nietos, nombrados don Bernabé Antonio y doña María Eugenia de Escalada, a quienes instituimos por nuestros únicos y universales herederos de todos nuestros bienes, derechos y acciones, que nos pertenezcan y puedan pertenecer en cualquier manera que sea. Declaro yo, don José, por lo que pueda conducir a mis citados nietos y demás descendientes, que aunque en la Fée del Baptismo e Información que les dejo de mi legitimidad y nobleza, aparece el primer apellido de mi Madre con la denominación de Vázquez, según por corruptela se la titulaba, me parece que el legítimo y verdadero es Vascas, como constaría en la Executoria de Nobleza de mi Abuelo don Luis Vascas de Ochoguía, que con otros papeles de la calidad, serbicios y distinguidos empleos de mis antepasados traxe de mi Patria quando vine joven, llamado de mi tío el Sor. Dn. Miguel de Salcedo, Theniente General de los Reales Exércitos y Governador que fue de esta Provincia, quien se los llevó a España, y acaso pararán en el Mayorazgo de su Casa, establecida en la villa de Bilbao". (Esta solemne declaración documenta fehacientemente el vínculo directo de mi 6º abuelo Don José con el ilustrísimo linaje de su apellido, puesto que él resulta bisnieto paterno legítimo del 22º Señor de la Torre de Salcedo de la Jara y Señor de las Casas de Legarda y Urrutia, don Fernando Hurtado de Salcedo y Velasco y de su esposa doña Micaela González de Sierralta y Oyo Salazar).
"Declaramos - siguen diciendo los testadores - que cuando contraímos matrimonio, yo, don José, no traje a él cosa de importancia, ni después he podido agregarlas, por los continuos golpes de desgracia que he sufrido; y yo, doña Juana, entré algunos, de que mencionaré los que en el día existen, y son los siguientes": La casa de su morada, al lado de la Aduana, que fue descripta anteriormente; la chacra situada en "Matanza" o en "Cañada de Morón" inmediata "al oratorio de Merlo", que compró doña Juana con su madre, y cuyas características ya conocemos; y también estos inmuebles: "Una cuadra de quinta, cercada de tunas, que compré - habla doña Juana - a Francisco Baselagua, lindera por el Sur con otra de mi citado yerno" - Escalada. "Otra cuadra, situada más abajo, que compré al mismo Baselagua, en terreno que dijo ser realengo, el 17-XI-1758", lindera al "Sud con la otra mía y de mi yerno". Doña Juana poseía además una chacra que había adquirido del "Cabo de Esquadra Pedro del Castillo". Tras de estos predios suburbanos, se declaró mi antepasada dueña de una mulata nombrada Antonia, como de 32 años; de otra llamada Martina, de 50 años, que compró "estando preñada" a doña Isabel Gascón de Arce, en 1789; y de otra esclava de nombre Bárbara, "hija párbula de la dicha Antonia, que la parió en mi esclavitud". Por último los testadores nombrábanse albaceas, el uno al otro y, en su defecto, al que fuera yerno de ambos: mi 5º abuelo Antonio José de Escalada.
José de Salcedo no pudo firmar ese testamento a causa de hallarse "imposibilitado" por su enfermedad, por lo que a su ruego lo hizo uno de los testigos presentes; Manuel Ximénez; los demás testigos fueron Mariano Estrada y Mariano de Aldao. Por su parte Juana de Silva estampó de puño y letra claramente su nombre y apellido. Todo - como se dijo - por ante Gervasio Antonio de Posadas.
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