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Alonso Abad, (*)[1]

Varón Cir. 1526 - Cir. 1595  (~ 69 años)


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  • Nombre Alonso Abad 
    Sufijo (*) 
    Nacimiento Cir. 1526  Extremadura, España Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar.  [2
    Sexo Varón 
    Fallecimiento Cir. 1595  Santiago del Estero, Santiago del Estero, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar.  [2
    ID Persona I2744  Los Antepasados
    Última Modificación 11 Feb 2024 

    Padre Linaje de Los Abad 
    Madre Linaje de Los Abad 
    ID Familia F1618  Hoja del Grupo  |  Family Chart

    Familia Ana Astudillo Chavero 
    Hijos 
    +1. Juana Abad Astudillo
    +2. Leonor Abad Astudillo,   n. Santiago del Estero, Santiago del Estero, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar.f. Córdoba, Córdoba, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar.
    +3. María Ana Abad Astudillo
     4. Inés Abad Astudillo   f. 31 Ago 1616, Córdoba, Córdoba, Argentina Buscar todos los individuos que registran eventos en este lugar.
    +5. Diego Abad Astudillo
    ID Familia F1615  Hoja del Grupo  |  Family Chart
    Última Modificación 13 Mar 2010 

  • Mapa del Evento
    Enlace a Google MapsNacimiento - Cir. 1526 - Extremadura, España Enlace a Google Earth
    Enlace a Google MapsFallecimiento - Cir. 1595 - Santiago del Estero, Santiago del Estero, Argentina Enlace a Google Earth
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  • Notas 
    • ALONSO ABAD nació en algún lugar de España entre 1525 y 1527. (Testigo de la probanza de méritos de Juan Gregorio Bazan, el 3-X-1585, "dijo qués de hedad de sesenta años poco más o menos". Y en la información levantada entre los vecinos de Santiago del Estero, el 14-IX-1857, acerca de los repartimientos de Soconcho y Manogasta, "dixo que es de hedad de sesenta años poco más o menos").

      En 1548 estaba Abad en el Cuzco. Allá conoció a Juan Gregorio Bazan, después de la batalla de Xaxixaguana, en que fue completamente derrotado Gonzalo Pizarro por las fuerzas adictas al Rey. Y en 1549, nuestro muchacho "entró" al Tucumán con la hueste de Núñez de Prado. Conjetura el historiador chileno Thayer Ojeda, que Abad "debió ser hombre de bajo origen", puesto que no ostentaba entonces otro rango que el de simple soldado. (Los detalles, preparativos y peripecias de la "entrada" de Núñez de Prado al Tucumán, se relatan la biografía de Hernán Mexia Mirabal).

      Cábele pues a Alonso Abad el mérito insigne de haber participado en las tres sucesivas y precarias fundaciones de la ambulante ciudad de Barco (1550 en Tucumán; 1551 en el Valle Calchaquí; y 1552 en Santiago); de haber asistido con Francisco de Aguirre al establecimiento definitivo de Santiago del Estero (1553); de haber secundado a Diego de Villarroel (1565) a levantar - en el abandonado paraje de Barco I - a San Miguel de Tucumán; y de echar los cimientos de Salta (1582) con Hernando de Lerma.

      Asentada San Miguel de Tucumán, Alonso Abad tornó a Santiago del Estero, lugar de su afincamiento donde poseía una importante merced de tierras próximas a la laguna de Contreras. En la ciudad santiagueña hallábase en 1567 al tiempo de partir de allí Juan Gregorio Bazan para el Perú en busca de su familia. Y cuando un viernes 10-XI-1570, en la plaza pública de Santiago, el Teniente de Gobernador Pedro de Arana, por voz del negro Rodrigo Carmona, mandó pregonar la restitución de las haciendas y encomiendas a las personas despojadas violentamente por Francisco de Aguirre, contra todo derecho, Alonso Abad oyó el tal pregón; como lo oyeron Hernán Mexia Mirabal, Alonso de Cepeda, Alonso de Paz, Gerónimo Vallejo, Martín de Rentería, Hernán López Palomino, Andrés Martínez de Zavala, Juan Rodríguez Juárez, Pero Núñez Roldan "e otras muchas personas que ende estaban", según certificación del Escribano Francisco Torres.

      En 1577, en plena guerra contra los calchaquíes, el Capitán Abad se insubordinó y no quiso acatar las órdenes del Gobernador Gonzalo de Abreu, "probablemente exasperado por su incapacidad y exigencias" - supone el historiador Levillier. Nuestro hombre, en franca rebeldía - junto con Santos Blazquez, Lorenzo Maldonado, Juan Pérez Moreno y Garcí Sánchez -, abandonó el campamento de Abreu, situado en la Dormida de la quebrada, a siete leguas de San Miguel de Tucumán". Y cuatro años más tarde, el 23-VII-1581, en ocasión de aquel "Cabildo abierto" convocado por el Gobernador Lerma a fin de consultar el parecer de los vecinos de Santiago del Estero respecto a donde resultaría mejor fundar una población; si en el valle Calchaquí o en el de Salta, Alonso Abad a causa de hallarse "viejo y manco", hizo llegar su voto por escrito, y dijo que convenía establecer aquella población en el valle Calchaquí, ya que ahí, además de la fertilidad del suelo y de las minas de oro que seguramente encerraban sus montañas, había más que bastantes indios - mano de obra futura - susceptibles de ser repartidos en encomiendas entre los conquistadores.

      Triunfó, sin embargo, por un voto - 14 contra 13 - la opinión contraria a la de Abad, no obstante lo cual mi antepasado "viejo y manco", acompañó a Lerma a la jornada de Salta con 5 caballos de guerra y 10 de carga; cota, celada, "quixotes" (pieza del arnés destinada a cubrir el muslo), armas de caballo, lanza y adarga; y también con el aporte de 100 carneros, 30 cabras, 4 bueyes y 2 vacas; que luego reforzó con 3 caballos de guerra más. El acta fundadora del poblado de Lerma en el valle de Salta, de fecha 16-IV-1582, incluye la firma del Capitán Alonso Abad como testigo, junto a las del Obispo de Vitoria, otros religiosos y "muchos vecinos, soldados y caballeros", cual lo certificó el Escribano Rodrigo Pereira (ascendiente mío) en el testimonio suscripto asimismo por el Licenciado Gobernador Hernando de Lerma.

      En 1585 Alonso Abad testifica en la probanza de méritos y servicios del difunto Juan Gregorio Bazan; y como entonces ejercía el cargo de Procurador General de la ciudad de Santiago del Estero, en tal carácter promovió una Información testimonial sobre los conquistadores lugareños, destinada a demostrar los extraordinarios servicios prestados por ellos a dicha ciudad, y en la conquista de la vasta región tucumana, con las fundaciones de San Miguel, Talavera de Esteco, Córdoba y Salta; sin olvidar a las destruidas Londres, Córdoba de Calchaquí, Cañete y "San Juan" - sic, por San Francisco de Álava.

      El interesantísimo memorial, firmado por Alonso Abad y dirigido al Rey de España (5-X-1585), que acompañaba los testimonios de los viejos conquistadores tucumanos, resume, en forma directa, mejor que cualquier comentario o glosa posterior, el cuadro heroico del proceso inicial de la conquista del norte argentino. He aquí - transcriptos con ortografía moderna - los pasajes más elocuentes de aquel informe de mi lejano abuelo a su distante Monarca:

      Los esforzados vecinos de Santiago del Estero habían emplazado esta primera base operativa en el salvaje Tucumán, "a vuelta de innumerables trabajos que pasaron los que la ganaron, allanaron y conquistaron; comiendo cigarras y langostas, hierbas y raíces, cardones, pieles de animales y otras cosas silvestres; muriendo de hambre y sed; vistiendo cueros de venados crudos; padeciendo mucho cansancio; derramando mucha sangre a costa de la vida de muchos conquistadores y soldados, que vinieron bajo el gobierno y mando del Capitán Juan Núñez de Prado, General nombrado por el Presidente Gasea, después que vencieron la batalla de Xaquixaguana y desbarataron a Gonzalo Pizarra".

      "Para la dicha entrada salieron de las provincias del Perú con el dicho General Juan Núñez de Prado, sesenta hombres, porque en las reparticiones del Perú habían quedado sin remedio ni suerte, con deseo de que el dicho General los gratificase en esta tierra nueva, dándole para ello, el Presidente La Gasea, poderes y comisiones". Así, "como leales servidores de Su Magestad, entraron a esta tierra, deseando ensanchar y añadir más a la Corona Real de Castilla, ampliándola con nuevas ciudades, a costa de los propios conquistadores, que gastaron mucha suma de pesos oro, comprando caballos y yeguas a quinientos y a seiscientos pesos oro, además de las armas, mercaderías y otras cosas de Castilla necesarias para semejantes entradas; sin que tuvieran socorro de Su Magestad ni otra ayuda de costas; con lo cual poblaron esta ciudad, teniendo siempre antes y después muchas guerras con los naturales; batallas, reencuentros, asaltos y otras guaçabaras, en las que mostraban, los dichos conquistadores, su furor y valor, resistiendo las furias de los indios, saliendo siempre vencedores, aunque heridos y muertos algunos españoles, a causa de ser - los indios - gente astuta y endemoniada, que peleaban bestialmente por defender su tierra, queriendo echar de ella a los españoles, hiriéndolos de heridas mortales y matando y despedazando a alguno de ellos".

      De tal forma, "mostraban los dichos conquistadores el deseo que tenían de servir a Su Magestad, y probarle estas sus tierras nuevas, y que se edificasen iglesias y monasterios y otros lugares píos y votivos; y fue también porque la ley Evangélica se les predicase a los naturales, y que recibiesen el agua del bautismo, y atraerlos a servidumbre y conocimiento de Dios Nuestro Señor; como en el día de hoy lo están, y en mucha policía, con iglesias y sacerdotes en sus pueblos".

      Abad y sus compañeros, "al principio de la fundación se hallaron pobres y desventurados, porque no tenían con que cubrir sus carnes en pelo, sino con plumas de avestruz, que eran las vestiduras que tenían. A cuya causa fueron en excesivo número y grado los trabajos que padecieron, porque no hallaron socorro en la tierra, ni por las guerras que cada día tenían, que no tuvieron quietud ni sosiego".

      En aquellos primeros tiempos "se careció de sacramentos, porque dos sacerdotes que con el dicho General (Núñez de Prado) habían venido se fueron al Perú, viendo la pobreza de la tierra, y que los dichos conquistadores, para haberla de poblar, se vestían de cueros y sacaban cabuya, a manera de esparto, de unos cardones y espinos a puro trabajo de manos, de que hilándolo hacían camisas que podían servir de cilicio; todo lo qual se hizo y padeció sin desamparar la ciudad ... y no permitir que los lules, que es gente salteadora y belicosa, no los acabasen y destruyesen, porque los tenían acorralados y metidos en pucarás y fuertes, quitándoles y talándoles las heredades y chacras que tenían de maíz, quinua y zapallo, que es el principal sustento que ten­an".

      Estando así sin sacramentos por más de dos años, y no pudiéndolo sufrir, "despacharon cinco hombres que fueron al Reino de Chile a traer sacerdotes; fueron el Capitán Hernán Mexia Mirabal y el Capitán Bartolomé Mansilla, y el Capitán Nicolás de Garnica y Pedro de Cáceres y Rodrigo de Quiroga; por tierras ásperas y fragosas y de mucha guerra, con gran riesgo de sus vidas ... hasta que después de muchos meses trajeron sacerdote que les administró los sacramentos; y entonces trajeron algunas semillas de trigo, cevada y otras cosas de Castilla, y algodón, que es de que al presente los naturales se visten y cubren sus carnes, haciendo mantas y camisetas y otras cosas de ello; de que ha redundado que se han podido sustentar hasta el día de hoy".

      "Y esta ciudad ha ido siempre en aumento con el trigo, cevada y maíz que se sembró, y con los árboles, higueras, viñas y otras cosas que se pusieron y plantaron. Y después que se allanaron y descubrieron los caminos y se comunicó esta ciudad con Chile y el Perú, metieron ganados mayores y menores, conque se ha sustentado esta ciudad, y han ido entrando españoles y soldados".

      Tras aludir a los sucesivos gobiernos de Pérez de Zorita, Castañeda, Aguírre, Cabrera, Abreu y Lerma, y a los servicios que en esos años prestó Santiago del Estero, contribuyendo a poblar y defender a todas las ciudades del Tucumán, Alonso Abad le significaba al Rey la pobreza de su ciudad, "que ha gastado todo su posible, por no tener en ella oro ni plata sino solo vestidos de indios del algodón que se siembra, de que se hacen mantas y camisetas, que es la moneda que corre en esta gobernación". Dice Abad que los conquistadores han sufrido mucha clase de arbitrariedades de los gobernantes, en especial de Hernando de Lerma, el cuál "hacía desafueros, no cumpliendo las provisiones reales, ni guardando los estatutos y ordenanzas de esta ciudad, y libertades y franquezas de ella, y no otorgaba las apelaciones, quitando las haciendas y honras a unos para darlas a otros parientes, amigos y paniaguados".

      Los sufridos vecinos santiagueños, a juicio de su Procurador, "merecen que Su Magestad haga merced a esta ciudad de darle el título y renombre de Leal, sobre el que tiene de Noble, y porque están los conquistadores y sus hijos muy pobres y necesitados, y no han tenido ni tienen las riquezas de oro y plata que tienen los encomenderos del Perú, ni la tierra tener de suyo otra cosa más que lo que se hace de algodón, a pura industria y trabajo de manos; Su Magestad les puede acrecentar a sus hijos la sucesión de indios por otras dos vidas más, para que se puedan sustentar y animar a descubrir muchas provincias". Pide Abad que el Rey evite que los Gobernadores repartan las encomiendas entre "los amigos y criados suyos ... y ponga remedio a esto, porque de no remediarlo, están los hijos y nietos de los dicho a los pasajeros y mercaderes y otros tratantes, para que de ellas pasen al Perú, y del Perú a España, yendo a Potosí por el Río de la Plata; pues se ataja la mitad de las leguas que hay de la Villa Imperial de Potosí a España, más que yendo por Nombre de Dios (Panamá); y este camino (del Plata) es más sano y mejor que el otro, y tal que pueden ir las carretas desde el valle de Salta hasta la lengua del mar del norte, que serán trescientas leguas por tierra llana y poblada de españoles e indios que están en servidumbre".

      Los testigos que corroboraron los servicios prestados por los conquistadores del Tucumán, a los que se refería Abad, y que declararon ante el Teniente de Gobernador y Justicia Mayor Alonso de Cepeda y el Escribano Alonso de Tula Cervin, fueron Gonzalo Sánchez Garzón, Miguel de Ardiles, Santos Blazquez, Juan García, Juan Rodríguez Juárez, Juan Cano, Luis de Luna, Alonso de Contreras, Francisco de Carvajal, Garcí Sánchez, Pedro Ximénez, Antonio Alvarez y Juan Pérez Moreno. Y, como de molde, viene aquí el añejo refrán: "Si bien canta el Abad no le van en zaga los moancillos"; curtidos y de pelo en pecho en este caso.

      En 1586 parece que el Gobernador Ramírez de Velasco "trató mal de palabra a Alonso Abad, a Garcí Sánchez y otras personas" - tal consta en el juicio de residencia de dicho gobernante -, por lo que el primero abandonó por un tiempo su querencia santiagueña y se fue al "Reyno de Chile". Empero, al año siguiente, el 5-IX-1587, reaparece en Santiago del Estero nuestro Alonso como testigo en la información hecha a instancias de Santos Blazquez, Procurador de dicha ciudad, a efecto de demostrar que los Gobernadores de aquella provincia del Tucumán no podían sustentarse sin el servicio de los pueblos indios encomendados de Soconcho y Manogasta.

      Tiempo después, en 1590, integraba Alonso Abad, como Regidor, el Cabildo santiagueño con sus colegas de capítulo; Pedro Sotelo de Narvaes, Luis Cano, Francisco de Argañaraz y Murguía, García Barato, Santos Blazquez, Antonio Alvarez, Sebastián de Bireñas, Fernando de Toledo Pimentel y el Escribano Gerónimo de Vallejo. Aún vivía mi antepasado en 1594, cuando a los 70 años, "más o menos" declaró como testigo en una probanza del Capitán Pedro González de Villarroel. El análisis grafológico de su firma - realizado por el historiador Roberto Levillier - revela ancianidad, letra deformada por mala tensión arterial, gota, asma y otras viscisitudes de la edad.

      por Carlos F. Ibarguren [3]

  • Fuentes 
    1. [S112] Ibarguren Aguirre, Carlos Federico, Los Antepasados, A lo largo y mas alla de la Historia Argentina, (Trabajo inedito), Tomo VI, Los Abad (Confiabilidad: 3).

    2. [S1443] Cabrera Hintze, Nicolás, Cabrera Hintze, Nicolás, (nfch_1997(AT)hotmail(DOT)com).

    3. [S112] Ibarguren Aguirre, Carlos Federico, Los Antepasados, A lo largo y mas alla de la Historia Argentina, (Trabajo inedito).