Notas |
- Léonard Gorse, abogado y periodista legitimista, co-fundador con Federico Ozanam de las Conferencias de San Vicente de Paul, escribía en Francia: "1789 juega, me parece, un papel demasiado grande en el movimiento político de nuestro tiempo. A pesar de sus principios y tal vez a raíz de sus principios 1789 es más bien el preámbulo de 1793. No se quiere decirlo, no se osa decirlo, pero la inflexible historia está allí para probarlo. 89 ha proclamado la confiscación, creado los asignados, destruido, en definitiva, la monarquía, aparentando respetarla. En 1789 había seguramente reformas para operar. Pero las reformas necesarias no autorizaban el crimen y no justificaban la iniquidad ... Todos los verdaderos principios del orden social eran pisoteados como lo son en nuestros días ... Un pueblo vive bajo la fe de sus principios, de sus tradiciones, de sus costumbres que han constituido su existencia. Hablarle siempre de constitución, es devolverlo a la cuna, es como decirle a un hombre hecho, envejecido: ¡Rehaz tu carácter, tu constitución, conviértete en el hombre, en el Hércules que soñamos! Mejor valdría componer nuestros harapos, como diría Moliere, corregir nuestros defectos, reformar nuestros abusos, elevar nuestra dignidad moral y dejar en el polvo y el misterio de los archivos esas constituciones, esas cartas improvisadas, ese papel mojado -como decía un filósofo- que no han sido más que instrumentos de revolución".
En tanto, el 14 de junio de 1850 en su diario llamado "La Correze", salido de su propia imprenta, Léonard Gorse aprovechó para afirmar los principios que lo guiaban: "No tenemos, en principio, ninguna antipatía, ninguna repulsión por tal o cual forma de gobierno: república o monarquía, aristocracia o democracia; qué importa si el bien se opera, si los hombres son felices y las naciones florecientes. Pero si en teoría la forma de gobierno como toda forma humana y de convención es relativa a los lugares, circunstancias y depende de las tradiciones, de las costumbres, de los hábitos de los pueblos ... Francia, en particular, está en esta situación: por sus tradiciones, sus hábitos, su gloria, su grandeza y su pasado, Francia es monárquica y la monarquía en Francia no es ni arbitraria ni electiva, es tradicional y hereditaria ... La monarquía legítima es, según nosotros, la única solución posible de las crisis políticas que nos aquejan desde hace 60 años, como la verdad católica es la única solución posible a las crisis que nos absorben y nos espantan desde hace tres siglos".
Finalmente, con motivo de la Guerra Franco-Prusiana, se preguntaba en 1870 qué hacer y escribía en su diario "Le Réveil de la Province. Journal Limousin", lo siguiente: "Una cosa, una sola cosa: ser Francés, verdaderamente Francés. Ser Francés como se era bajo Carlos Martel para repeler, aplastar las hordas musulmanas que hoy día vendrían a ser las hordas prusianas. Ser Francés como se era al grito de Juana de Arco para expulsar al Inglés y liberar Francia. Ser Francés por la nobleza del alma, la elevación del corazón, la generosa dedicación a la patria, por imponerse el silencio frente a todas nuestras disensiones interiores, nuestras pasiones egoístas, nuestras mezquinas rivalidades, nuestras cóleras insensatas. Ser Francés por la calma y la unión que son las verdaderas condiciones de la fuerza y las garantías del éxito. He aquí, con la ayuda de Dios, aquello que puede, aquello que debe salvarnos. ¡Manos a la obra, entonces!"
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